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Echa a andar un nuevo año, 2016 le llaman, y con él prácticamente todos hacemos buenos proyectos, poniendo en él nuestros mejores deseos y expectativas.
En el mundo del toro también se hace, como todos los años de atrás. Siempre se parte con la buena voluntad de mejorar y en los toros no podía ser menos… pero ¡ay! no siempre es posible que se puedan cumplir.
De hecho en los toros, desgraciadamente, vamos para atrás como los cangrejos. Todos queremos que se revitalice la Fiesta, pero la pregunta clave es ¿Qué hacemos para lograrlo?
El mundo del toro ha dado sobradas muestras de vivir de espaldas a los distintos avisos que ha ido dando, no solo la sociedad, si no los propios aficionados. Con decir ‘el toreo es grandeza’ han creído, los profesionales en primerísimo término, que era suficiente para que nuestra Fiesta calara en la gente, al tiempo que pensaban que perduraría entre los ya aficionados.
No ha sido así, de los nuevos no se acerca nadie y de los viejos se van produciendo muchas deserciones. Son datos objetivos no subjetivos y se tenían que haber sacado las conclusiones adecuadas. Los profesionales, los que ocupan los puestos cimeros, ya sean toreros o empresarios, incluidos periodistas, han pensado siempre que airear los males no era buena publicidad. Será cierto eso de no ser buena publicidad, pero mucho peor es no querer saber lo de padecer cáncer y no ponerse de cara y de frente a la enfermedad.
Curiosamente acabamos de utilizar vocablos muy taurinos, como de frente o de cara, podríamos añadirle ‘poderle’. Términos taurinos que no se usan en la jerga contra los males que se padecen. Enfrentarse no es ponerse de frente de quién hace el diagnóstico, si no enfrentarse a los males que la aquejan.
El toro siempre fue el eje sobre el que giraba todo, pero se prefirió que fuera él el que girara alrededor del torero, obteniendo una danza a la que se le ha aplicado la más preciosa de las estéticas, pero perdiendo la esencia que aportaba el toro, la emoción de lo imprevisible, lo que hacia que la danza fuera un ritual muy difícil de lograr. Se le ha dado la vuelta y eso no atrae al aficionado, es visible y notorio, ni a la gente en general.
¿Qué haremos? En OyT lo de siempre, exigir el Toro íntegro y el Toreo auténtico, únicos capaces de revitalizar esta Fiesta. Tras doce años pidiéndolo, admitimos no haber progresado en este tiempo. Nos ganan por goleada quienes ni siquiera mencionan lo que nosotros abanderamos. Pero hay una sustancial diferencia, mientras nosotros advertíamos de las consecuencias, los demás miraban para otro lado. Llegado hasta aquí, nuestro acierto es el fracaso, y el propio fracaso de una Fiesta que parece interesar ya muy poquito es la certificación del acierto de nuestros objetivos.
Podemos decir que no lo conseguimos, que no removimos nada más que las conciencias de algunos aficionados, pero son muchos otros los que son responsables de la situación sobrevenida.
¿Qué haremos, qué harán…? Esa es la gran incógnita para 2016. Si no se ponen las pilas, quienes tienen la obligación, el toreo se quedará en figuras de souvenirs para turistas.
Hagan algo si no quieren ver ese ridículo final.
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