|
La temporada 2016 se está desarrollando de forma muy diferente a las temporadas precedentes. Diferencias que se están produciendo en distintos ámbitos del mundo de la Tauromaquia.
Para empezar, digamos que se anunció una apertura de carteles en aras de buscar novedad por un lado y competencia por otro. Dicha apertura está siendo limitada a la presencia reiterada de dos toreros: López Simón y Roca Rey. Por la razón que sea, esa es toda la novedad. Otros coletas, incluidos los tres jóvenes novilleros a los que dieron la alternativa en Nimes, no aparecen más allá de los carteles que programan sus apoderados/empresarios. La competencia no puede ir por algo programado con antelación como pasa con los dos toreros citados, a los que si les han puesto en circulación.
Diferente está siendo, fundamentalmente, porque han caído toreros en la plaza. Perú, México y España se han unido en la necesidad de despedir a tres toreros, Renato, El Pana y Víctor Barrio, de muy distintas generaciones y también muy diferente consideración. Todas igual de dolorosas por muy convencidos que estemos de que ese puede ser el final de cualquier torero. A ellos se unen pérdidas de personajes del mundo del toro muy queridos, si bien estos lo hayan hecho en la cama y por la edad. El ganadero y rejoneador Fermín Bohórquez, así como el fotógrafo Canito nos han dejado muy recientemente.
Diferente también está siendo en cuanto a percances, muchos de ellos muy graves, que están siendo el tributo que hay que pagar por el afán por ser torero y la lucha por abrirse camino. De cuantos se han producido, quizá sea el de Manuel Escribano el que más conmovió a los aficionados por cuanto de sinceridad torera tuvo el momento. Muchos novilleros llenan la lista de los toreros heridos de consideración.
Por supuesto, diferente a otras temporadas es la persecución que padece la Fiesta por una colección de políticos y ávidos protagonistas, oportunistas, de tener un minuto de gloria, que habrá de saldarse con su fracaso. La Fiesta no es una cuestión de una consulta, lo que si lo es, pero de una consulta psiquiátrica, es la enfermiza obsesión de algunos por erradicarla.
Donde no hay muchas diferencias es en el juego, en general, de los toros. La base de la Tauromaquia, el toro, debería ser la máxima preocupación, pero la comodidad, en la que viven instalados quienes de verdad se lucran del espectáculo, impide que vean dónde nos lleva el toro criado a favor de sus únicos intereses.
Otra diferencia reseñable es que salvo el tirón de José Tomás en las taquillas, cuesta un mundo llevar gente a las plazas. Con el solo ‘invento’ de López Simón y Roca Rey no se termina por enganchar a la gente. Tendrán que abrir de verdad los carteles (hay toreros que triunfan y les dejan parados) y permitir que el toro sea él mismo para hacer la prueba definitiva.
|
|