Sonaron las campanadas que acababan con una década y que dan comienzo a una nueva. Un rito que cada año, el de las campanadas, pone a todo el mundo a pensar y desear nuevos proyectos y mejoras para el año que empieza. Nosotros en OyT también deseamos que todo sea mejor, faltaría más. Y a nuestro equipo y nuestros lectores se lo deseamos de todo corazón. En realidad se lo deseamos a todos, aunque esos deseos que nosotros queremos a otros, unos cuantos, no les gusten.

Pero no hay mucha fe en que eso, los buenos deseos de Opinionytoros, para el mundo taurino sean posibles. Nada indica que vaya a ser así. Los indicios no son muy favorables para nuestra depauperada fiesta y aunque desde muchos lugares se hagan esfuerzos sinceros, en la misma dirección que los de este Portal, lo cierto es que desde donde se podían cambiar las cosas a mejor no se ven ese tipo de intenciones.

Nada cambiará porque a unos cuantos, pocos en términos absolutos pero poderosos, eso de los cambios solo lo quieren si es en contra del toro y a favor del torero. Y precisamente es por donde se nos va el agua, por el toro. Llevamos así varios años, bastantes, pero a los más cercanos a él: ganaderos, toreros y empresarios, no parece que les afecte lo más mínimo. Juegan una partida diferente.

Ignoramos si hacen algún tipo de autocrítica, suponemos que no, pero si la hacen es tan mínima que solo la notan en su casa a la hora de comer. Lo cierto es que esa falta de un análisis serio de la situación está permitiendo que vayamos de mal en peor, y en ese peor está el no tomar las decisiones adecuadas.

Mal hacemos si reímos cuanto hacen, criando toros que ya, como diría Enrique El Drácula (Tony Leblanc), en lugar de hacer daño hacen risa; mal hacemos si ensalzamos faenas que no tienen enfrente la bravura silvestre, y natural, del toro de lidia tal como fue siempre en la Fiesta; mal hacemos si en lugar de señalar y exigir, como críticos que somos, nos limitamos a mirar para otro lado haciendo como que no pasa nada cuando sí pasa; mal hacemos quedándonos en expresar buenos deseos sin ir acompañados de la reflexión y señalización de las cosas que hay que cambiar… y de inmediato.

Y lo dramático es que con la cría del toro nada puede rehacerse o reconducirse de inmediato. Los muchos años retrocediendo necesitarán de otros tantos para recomponer la casta y el rumbo perdido. Con ser tan difícil, lo más difícil es que tomen la decisión de hacerlo, que va a ser seguramente que no.

Entre tanto, seguiremos ‘disfrutando’ de las gloriosas faenas a las dóciles embestidas de los toros actuales, ayunas de emoción y de torería. Cuatro o cinco mil asistentes seguirán indultando en plazas con capacidad de cincuenta mil y todos serán muy felices. Nosotros preferimos que no haya indultos pero que las plazas estén llenas. Una total contradicción. Fíjense, solo hay indultos en plazas casi vacías o de menor importancia. Curiosamente no se ven donde mas toros se dan y a plaza llena. ¿Lo piensan estos señores y quienes les aplauden todo o no habían caído en la cuenta de esta realidad?

Nada cambiará y no será porque unos cuantos, despojados de todo interés en el negocio, lo digamos en voz alta. Nada cambiará en el nuevo año y será su voluntad, como nuestros deseos serán idénticos a los pasados, sin cambios: Nada cambiará tampoco en OyT, ya que seguiremos combatiendo el sucedáneo que nos ofrecen salvo muy rara excepción. Queremos y exigimos como siempre: Toro íntegro y Toreo auténtico. Un sueño que hoy, y en el futuro previsible cada vez menos, es muy difícil presenciar.

Ya ven el fácil pronóstico: EN 2011 NADA CAMBIARÁ