La felicidad de Urdiales es la misma felicidad de todos los aficionados

-¿Confiabas, Diego, que todo saldría tan redondo -casi todo, claro- en Madrid en la penúltima tarde de tu temporada?

Sin duda alguna. Yo tenía claro que, como un toro metiera la cabeza, lo demás corría de mi cuenta como así sucedió. Podré carecer de muchas cosas, algo que siempre dirán los demás, pero de mis convicciones, de esas no me apea nadie. Y si lo que hago me lo creo yo, es muy sencillo que se lo crean los demás. Eso sucedió en Madrid. Por momentos, de la dicha que estaba sintiendo, hasta creí que se había producido un terremoto, sensaciones que no las cambio por nada del mundo.

-Tras ver esa corrida de Adolfo, Urdiales admirado, creo que queda desmitificada para siempre esa idea absurda en la que acusan a la afición de Madrid por querer el toro grande. Dicha corrida en la que triunfaste, si me apuras, yo diría que era hasta chica. ¿Será que la afición de Madrid a ti te lo perdona todo?

Yo sigo creyendo que, en Madrid, lo que les molesta es que el toro no tenga el trapío adecuado, la casta necesaria para emocionar; lo demás, como tú dices, son todo estigmas absurdos. El toro puede salir como fuere, pero, repito, lo que allí no se nos perdona es que falte la autenticidad del enemigo; si el toro trasmite, nadie se fija en lo kilos, ¿para qué? La corrida que aludimos es una prueba de lo que decimos. Cierto es que a mí nadie me tiene que perdonar nada porque no me siento culpable de nada.

-Hemos hablado muchas veces, Diego, la pena que supone que te releguen de ese modo absurdo en la mayoría de las plazas cuando, como se sabe, tú eres un torero grande; y no lo digo yo, lo dicen tus éxitos en las plazas en las que apareces. ¿Qué está fallando?

El sistema establecido no es nada justo; apenas he salido a un festejo por mes durante todo el año y eso me deja triste en muchas ocasiones. Pienso que, de mi parte doy todo lo que tengo; nada dejo por hacer y, repito, en ocasiones me entristece no haber pisado todavía tantísimas plazas por España.

El de Arnedo en Madrid con la diestra

-Es cierto que eres un torero de enorme proyección, pero lo tuyo, pese a todo, alcanza enorme relevancia puesto que, ya sabes, tus éxitos son todos en plazas de altísimo nivel, encabezadas éstas por Madrid. Eso tiene mucho mérito, ¿verdad?

Lo que se dice satisfacción interior la tengo toda; la relevancia de la que hablas salta a la vista pero, claro, como profesional que soy me gustaría alcanzar cotas mayores.

-Con la mano en el corazón, ¿te gustaría matar ochenta corrida de toros en una temporada?

Me gustaría torear más, pero jamás esa cifra de la que me hablas que, a mi entender, eso raya en lo impensable para mi ser; para colmo, con el tipo de encastes que yo suelo lidiar, de torear esa cifra de la que me hablas podría enloquecer, o morir, quién sabe. Me ha gustado el planteamiento de Morante, treinta corridas de toros que, sin duda, creo que es un número ideal.

-Por cierto, ya que hablas de ese número de festejos, si me lo permites voy a darte una relación de cómo debería ser tu próxima temporada en lo que a número de actuaciones se refiere. Anota. Cinco tardes en Madrid; tres en Bilbao; dos en Logroño; dos en Pamplona; dos en Zaragoza; una en Valencia y el resto en Francia. ¿Qué te parece la idea?

Eso lo firmaba ya en el acto. ¿Dónde hay que poner la firma? Al final, me estás llevando a tu terreno pero, es la auténtica verdad; son las plazas que mejor me comprenden y en las que he dejado estela de mi arte.

Al natural con el de Adolfo fue cuando se fraguó el triunfo

-Para algunos diestros, como es tu caso, desde la perspectiva del aficionado, hasta dudamos del sistema establecido en el que, por ejemplo en tu caso, entendemos que eres una víctima del mismo pero, ya viste, nos llenó de gozo que, tras tu éxito en Madrid, Simón Casas se acordara de ti para darte una sustitución en Zaragoza. Presagio que, respeto a tu persona, aunque sea poco a poco, casi con cuenta gotas, se está empezando a hacer justicia. ¿Qué piensas al respecto?

Como dices, me alegré muchísimo; primero porque era una actuación importante en la que, como se sabe, también pude triunfar; pero más allá de mi actuación, lo que me conmovió fue que se me hizo justicia, algo que me hizo muy feliz. Venía de triunfar fuerte en Madrid y, en Zaragoza, plaza importantísima, que contaran conmigo me llenó de gozo.

-No todo está perdido, Diego; lo digo porque si el próximo año, en la feria de San Isidro, te embiste un toro con claridad, el bombazo que puedes pegar será de órdago que solemos decir. ¿Tienes confianza en ello?

Toda la del mundo; es más, estoy preparado para ello. Como antes decíamos, es tanta mi convicción al respecto de lo que soy capaz que, con esa idea vivo, la de salir en hombros de Madrid para acallar las voces discordantes que pudieran existir en el taurinismo.

-Nosotros, como medio informativo, Urdiales, no nos escondemos para proclamar tu verdad. ¿Qué sientes tú al respecto al ver todo lo que nos provocas?

Siento una satisfacción muy grande al comprobar la salud que tenéis para contarlo y, ante todo, la ilusión inmensa que alberga mi ser al saberos tan buenos aficionados.

Que refrendó con esta estocada

-Todos anhelamos logros mayores, Diego, cosa muy lógica por otra parte; tú el primero, claro está. Pero deberás de convenir conmigo que, lo que has logrado en los últimos años no es ninguna broma; durante varias temporadas fuiste un torero local y, desde hace ya bastante tiempo, el nombre de Diego Urdiales es conocidísimo en todos los estamentos taurinos. ¿No es eso un gran éxito tuyo?

Por supuesto. Recuerdo aquellos años en que, como dices, me desesperaba por completo; trabajaba, entrenaba; hasta tenía la sensación de que me habían relegado para siempre. Menos mal que, a Dios gracias, ha cambiado mi panorama y, aunque lucho por lograr metas más altas, lo que he conseguido no es nada baladí; me siento dichoso.

-Dijiste por ahí que te dejaste escapar un gran triunfo -que hubiera sido el segundo- en Logroño por fallar con la espada y, al respecto, puede fallar cualquiera, lo hacen hasta los que torean todos los días y, en tu caso, además de tu torería, hasta tienes una gran seguridad con la tizona. ¿Hasta qué punto es criticable que te mortifiques por haber fallado una sola vez con la espada?

Es cierto que tengo mucha regularidad con la espada, lo dicen los éxitos logrados; pero hombre, siempre apena hacer una gran faena y no culminarla con la espada. Claro que, la faena ahí quedó y, para mi suerte, en mi tierra.

-Por cierto, en la corrida que aludimos, tuviste la suerte de coger otra sustitución, lo cual evidencia que, este año, por dos veces, se ha hecho justicia con tus triunfos. ¿Verdad?

Ese es el camino. Si triunfas y ves que te repiten, te vienes arriba muy pronto. Eso lo palpé en Logroño y luego en Zaragoza, como decíamos, algo que me hizo muy dichoso.

Así toreó de capa en Zaragoza

-Leí por ahí a un miserable, adicto a las figuras del toreo que, en Zaragoza, te negó el pan y la sal que solemos decir. ¿Hasta qué extremo puede afectarte una crítica negativa?

Yo no estoy dentro de los demás, por tanto, nada puedo hacer. Será la decisión u opinión de cada cual, pero todo eso se arregla muy pronto con un gran triunfo en Madrid. Al final, como dijera Manzanares padre, en su época gloriosa; que me amen o que me odien, pero que a nadie le sea indiferente. Uno llega a la conclusión de que, cuando a un torero se le discute es que ya está en el camino del éxito.

-Llegarás dónde tengas que llegar en el toreo que, para mí, como aficionado que soy, ya eres todo un referente. Pero por todo lo que veo, sin darte cuenta, ya eres digamos un torero de toreros. Lo dice Curro Romero, Alejandro Talavante, algunos de tus compañeros más han sido capaces de pronunciarse para alabar tu figura artística. ¿No es eso un logro maravilloso?

Sí. Y aprovecho esta oportunidad para darles las gracias públicamente por los elogios que me han dedicado; son piropos bonitos, aunque soy consciente de que me queda mucho por hacer. Pero ver que camino por ese sendero, es algo que me llena de paz y felicidad.

-No ha faltado quien ha dicho, Diego, que tienes la mejor mano izquierda del toreo. ¿Es cierto?

Como quiera que no tengo la soberbia de Luís Miguel Dominguín cuando se proclamó el número uno del toreo en Madrid, si debo decir que intento torear bien con dicha mano, que me siento muy a gusto; que la pureza me fluye con mucha naturalidad, pero los calificativos los pondrán los demás; de mi parte me queda torear y, ante todo, convencer a los demás para que sean ellos los que opinen al respecto.

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