Juan del Álamo un rostro asiduo a Las Ventas

-Contento con lo que ha sido tu temporada, ¿verdad, Juan?

Muchísimo. He tenido triunfos muy importantes y, pese a la crisis y tras no haber redondeado el triunfo grande en Madrid, he sumado veinticuatro corridas de toros, no está nada mal.

-Imagino que, cuando dices el triunfo grande en Madrid te referirás a que faltó muy poco para abrir la puerta grande, pero allí quedó, en el ruedo venteño, tu torería, capacidad lidiadora, ese gusto personal tuyo y otros muchos valores que los madrileños tanto te ponderaron. Es cierto que faltó muy poco para que abrieras la puerta grande que, por culpa de la espada se esfumó todo. ¿Qué siente un torero ante dicha circunstancia?

Una pena muy grande porque, queramos o no, de Madrid dependemos todos; una salida en hombros por la puerta grande de Las Ventas soluciona muchos problemas y, ver que la tenía entreabierta y todo quedó en eso, pues me sentí triste.

-Te comprendo perfectamente pero, Juan, ante todo, debes de pensar que eres el único torero que ha logrado cinco éxitos en cinco actuaciones; es decir, tus contratos en Madrid, todos se han saldado con éxito. ¿Te parece poco?

Estoy dichoso y, todo evidencia que soy el dueño de mi destino. Ocurre que, el triunfo total en Madrid, “comercialmente” dicho, tiene mucho más relumbrón de cara a las empresas; es decir, salir por la puerta grande de Madrid es el sinónimo para estar en las principales ferias de España. De cualquier manera, no puedo negarte que estoy feliz ante todo lo logrado.

Iniciando la media verónica el salmantino

-Este año has toreado con muchísimas figuras del toreo. ¿Qué crees que puedan pensar ellos cuando comprueban tus triunfos?

Respeto lo que puedan pensar los demás, pero si te digo la verdad, nada me inquieta. Yo soy mi gran conseguidor y, a su vez, mi gran enemigo. Depende todo de lo que yo sea capaz de hacer. Si te diré que me he sentido muy a gusto con todos los compañeros con los que he toreado.

-Si me lo permites, Del Álamo, tengo la sensación que después de Madrid, respecto a tus actuaciones, barrunto que pasaste por un bachecito. ¿Puede ser?

Es cierto. Pero todo era debido a la espada; yo diría que en algunas de las corridas en que no corté orejas, hasta tengo la sensación de que toreé mejor que en las actuaciones refrendadas con los éxitos. Si al final del festejo no hay trofeos, el triunfo queda minimizado y eso siempre es perjudicial para el diestro.

-Claro que luego lo arreglaste todo en Nimes, Bilbao, Salamanca… y otras muchas ferias. ¿Verdad?

Y como te decía, de no ser por el mal uso de la espada, hubiera tenido triunfos grandes en Sevilla y Santander, por citarte dos plazas de gran repercusión. Pero tiempo tenemos.

Del Álamo toreando sobre la mano derecha

-Yo diría que tienes todo el tiempo del mundo porque, con 23 años sobre tus espaldas, te queda toda una vida por delante; todo un mundo por recorrer para conseguir los éxitos con los que sueñas. Digo yo.

Y dices bien porque esto no ha hecho nada más que empezar.

-Pienso yo, Juan, que a priori pareces un hombre frío; es decir, no sonríes nunca; vamos, que eres el clásico artista salmantino que, quizás por el frío de tu tierra, es un decir, lo que se dice regalar sonrisas regalas muy pocas. ¿Eso es bueno o malo para tu profesión?

Ni una cosa ni la otra; nada que ver con el toreo. Es cierto que, dada mi personalidad, cuando me juego la vida tengo pocas ganas de reír, eso es muy cierto. Pero si canalizo todas mis fuerzas en hacer las cosas bien, en torear muy despacito para que se emocionen los aficionados; digamos que, en entregarme por completo en mi tarea para que, a ser posible, sonrían los demás porque he sabido tocarles el corazón.

-El año pasado, en Perú y Colombia encontraste tus plazas digámosle talismán, ¿verdad?

Sí, mis actuaciones resultaron triunfales, tanto en Lima como en Manizales, quedé como el gran triunfador, algo que me llenó por completo. Dos orejas a un toro en Acho y tres orejas en el coso manizalita, como te digo, me dejaron muy feliz.

No le importa que los pitones estén muy cerca

-Plazas a las que lógicamente regresas este año. ¿Cierto?

Por supuesto que sí. Voy a Lima el día 23, luego actuaré en Manizales y gracias a mis éxitos, conseguiré otros contratos, no me cabe la menor duda.

-Por cierto, Juan, el pasado año, allí en Manizales, te concedieron la llamada CORONA DE CAFETO, digamos que el galardón que certificaba tu gran éxito que, tras dicho festejo, al día siguiente, la prensa colombiana elogiaba tu triunfo de una manera apoteósica. ¿Tan grande fue aquello?

Hubo lo que nosotros los toreros llamamos como una “comunión” muy especial entre el torero y los aficionados; como decía, un tarde apoteósica la cual quiero que se repita en esta edición.

-¿Te preocupa lo que puede decir la  prensa de ti?

No, para nada. Como antes te decía, yo suelo ser mi más grande crítico, por ello, lo que digan los demás no me quita el sueño; es más, dirán aquello que han visto, porque siempre creo que las personas que escriben lo hacen desde su perspectiva honrada. Si te digo que, si algunas veces no soy capaz de convencerme yo, difícilmente podré convencer a los demás.

Viendo morir a uno de los toros de sus continuados triunfos

-Por lo que veo, eres capaz de lidiar cualquier clase de toro; es decir, sospecho que no te inquieta el toro, bien sea en su “versión” torista como torerista. ¿Qué piensas al respecto?

Que existen toros buenos y malos, pero en todas las ganaderías; a veces, los toreros, solemos tener exigencias que no nos benefician para nada; es más, en cualquier ganadería puede salir ese toro bravo que pueda encumbrarte si eres capaz de esta a su altura.

-Las cornadas y lesiones, por lo que he visto, no te han quitado el sitio. ¿Cómo superas esos trances amargos?

Como todo el mundo; aceptando que vivo de la profesión más dura del mundo; de que ahora estás muy bien y que, dentro de cinco minutos, un toro puede herirte, incluso matarte. Esa es la grandeza de nuestra profesión en que, además de resultar herido, un torero puede morir de verdad, tenemos los ejemplos que todos sabemos.

-¿Qué es para ti Conrado Abad?

El maestro por antonomasia; el hombre con el que me curtí en las capeas, el que me enseñó y que, pese a no ser figura de relumbrón en el toreo, en las capeas ha sido el todo, el más grande, el más eterno en ese mundillo de los pueblos donde tantos hemos aprendido a su lado.

Así, en triunfo, pasea el ruedo de Las Ventas cada vez que lo pisa