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Morenito de Maracay  
  entrevista de Pla Ventura [ 25/04/2017 ]  
JOSÉ NELO 'MORENITO DE MARACAY': El color del arte
El próximo año se cumplirán cuarenta años de la alternativa de este diestro singular que nació en Maracay, Venezuela, pero que se hizo famoso en España. Quiénes somos sus contemporáneos todos recordamos con especial cariño su tarde más apoteósica en Madrid, aquel lejano 2 de agosto de 1987 en que, tras cruzar el umbral de la puerta grande de Las Ventas, Morenito, entre muchas llamadas, cuando llegó al hotel le esperaba en conferencia Carlos Andrés Pérez, el que fuera Presidente de la República de Venezuela. Todo un hito para él y, ante todo, para su país que, en aquellos años le tenían como el hijo predilecto, con razones muy fundamentadas, por supuesto.

Morenito brilló durante muchos años en los carteles de banderilleros que, por aquellos años había una competencia feroz, nada más y nada menos que, con los garapullos teníamos a El Soro, Víctor Méndez, Luís Francisco Esplá, Nimeño II, Paquirri y nuestro entrevistado, José Nelo Morenito de Maracay, que se batía el cobre con aquellos legendarios rehileteros.

José Nelo venía de los ancestros más humildes de la sociedad venezolana. Claro que, aunque él era pobre, Venezuela todavía no había sido devastada por los políticos populistas. Como Nelo diría, Chávez todavía estaba por llegar. Morenito, como cualquier chaval de la época, aficionado a los toros, hacía cualquier peripecia que se pudiera hacer, todo por estar junto al mundo que amaba. Vendió periódicos, entradas para los toros, barría, limpiaba; lo que fuere con tal de recoger algún que otro bolívar que le permitiera su propio sustento que ya era mucho.

De la mano de Rafael Ponzó, un torero compatriota suyo, pudo llegar Nelo a España, amén de la ayuda que recibió de un amigo que le sufragó el viaje hasta España. Una vez aquí, Morenito ya se sentía como en la tierra prometida; para él, la más prometida del universo porque era aquí donde se quería forjar como torero, asistiéndole toda la razón. De haberse quedado en Venezuela hubiera sido uno más, quizás no hubiera llegado a nada mientras que, entre nosotros tocó la gloria con sus manos. Nada le fue fácil, todo lo contrario; penurias las pasó todas pero, de la mano de don Luís Álvarez empezó a torear y lo logró en un buen número de novilladas que le llevaron a una alternativa de lujo en Barcelona con Dámaso González y José María Manzanares.

Una generación antes que la nuestra pudo vibrar con aquellos venezolanos que le dieron fuste a la tauromaquia, caso de César y Curro Girón, dos personalidades de la época que, sin duda, fueron reemplazados por José Nelo Morenito de Maracay que, en su momento ostentó el cetro de la torería venezolana, un galardón que nadie le ha podido arrebatar hasta la fecha.

Más de mil corridas de toros ha toreado el maestro Nelo por todos los ruedos del mundo. El próximo año, como antes decía, se cumplen cuarenta años de su doctorado, toda una vida dedicada a la tauromaquia en su versión más apasionada, hasta el punto de que, pese a su retirada hace cuatro años, Morenito de Maracay sigue participando en festivales benéficos, sin duda, en todo aquello que huela a toreo.


Morenito de Maracay, torero recordado y querido

-Me han contado, maestro, que lleva usted un par de años residiendo definitivamente en España, lo que nos hace sospechar que salió usted huyendo de su amada Venezuela, ¿verdad?

No me gusta utilizar la palabra huir porque, ya sabes, durante tantísimos años tenía la tentación de huir de la cara del toro y, jamás lo hice; más bien te diría que me exilié de la tierra que tanto amo porque para desdicha de los venezolanos, por culpa de la política allí no existe ningún futuro. Lógicamente, tenía que varar en España, la tierra que tanto amo, la que viví durante tantos años como matador de toros, la que conozco como la palma de mi mano.

-Yo diría que, analizada su trayectoria taurina, en España es usted un hombre admirado, digamos que será muy difícil que no tenga el reconocimiento que en verdad merece. ¿Se siente cómodo?

El más dichoso del mundo. Han pasado muchos años y, por Dios, todavía me sigo emocionando cuando comparto tertulias, charlas, toreo festivales, participo en diversos actos de tipo cultural y, todo el mundo me reconoce; al respecto, tengo la sensación de que el tiempo no ha pasado.

-Eso digo yo, el tiempo no ha pasado para usted porque, a sus 62 años sigue participando, como decía, en algunos festivales benéficos y, lo que es mejor, todavía le siguen pidiendo que ponga usted las banderillas. ¿No es eso un acto cruel para una persona de su edad?

No hombre, para nada. Yo creo que es el mejor halago que podían hacerme; ellos no tienen la culpa de recordarme como el que fui, un ciclón con las banderillas; recuerda que, para los aficionados, al verme, para ellos no ha pasado el tiempo, el culpable soy yo que, en mi osadía soy capaz de jugarme la vida por aquello de una buena causa.


La Puerta Grande de Las Ventas supo también quien era José Nelo

-¿Qué le debe al mundo del toro?

No le debo nada porque se lo entregué todo; desde mi juventud, mi vida, mis arrestos, mi entrega apasionada todas las veces que me vestí de torero. A su vez, el mundo del toro me sacó de la pobreza, me dio reconocimiento a nivel mundial para ser el que ahora soy, un hombre feliz que vivió por y para el toreo.

-Mucho han cambiado los tiempos en su país, maestro. Si no recuerdo mal, aquel 2 de agosto del año 1987 en que usted salió por la puerta grande de Las Ventas, hasta el mismísimo presidente de la república, Carlos Andrés Pérez, le llamó en directo para felicitarle por su éxito; eran tiempos en los que en Venezuela todavía vibraban con los éxitos de los paisanos que, dicho sea de paso, en aquel momento era usted todo un icono para Venezuela. Como le digo, usted era todo un ídolo y, ahora, en Venezuela, hasta casi ha muerto la fiesta para siempre, e incluso el propio país por culpa de la política. ¿Ve usted alguna solución para su país?

Es muy difícil porque el mundo de la política es imposible de entender sino se está dentro y, como se ha demostrado, los políticos no quieren que haya paz en Venezuela. Apenas quedan vestigios de la fiesta de los toros y, como sabes, se celebran apenas contados espectáculos cuando, como se sabe, éramos un país de referencia. En Venezuela todo es decadencia y miseria en todos los órdenes. Muy triste pero, nos dejó Dios de su mano. Somos cientos de miles los venezolanos que hemos emigrado, un dato revelador porque nadie se marcha de su país de motu propio. Mientras allí se convive con la miseria, los venezolanos de aquende tenemos roto el corazón porque pese a la distancia, nadie somos capaces de olvidar la tierra que nos vio nacer y, por ende, a la que amamos.

-¿Qué solución cree usted que puede haber para su país en que, por ejemplo, Leopoldo López, el líder opositor se está pudriendo en una cárcel en Caracas?

Muy difícil. Nos robaron los valores como seres humanos y, como dices, hasta tenemos muchos presos políticos, entre ellos el líder opositor que tú has citado. Un país que dice ser democrático, toda una farsa la que nos muestran nuestros dirigentes puesto que, si fuéramos libres, con toda seguridad no tendríamos presos políticos, algo que solo sucede en países subdesarrollados.


Las Ventas supo quién era por pares de banderillas como este

-Hablemos de cosas más bellas, maestro. Usted ha sido grande entre la torería venezolana puesto que, salvo los Girón, nadie ha logrado emularle a usted. ¿Se siente grande de verdad por todo lo que ha sido?

Es cierto que logré cosas insospechadas; desde el reconocimiento de los aficionados, la plata, un bienestar creo que justo y, ante todo un nombre que fue referente para mi país, algo que me ha llenado de orgullo. Piensa que vengo de unos ancestros muy humildes y, como antes decíamos, que el mismísimo presidente de la República reparara en mi persona, eso dice todo a mi favor.

-Eso de ser moreno, más bien tirando a negro, ¿cree usted que le pudo favorecer en su carrera como matador de toros?

No, para nada. Yo creo que mi físico era algo anecdótico por el color de mi piel, pero nada más. Jamás me dieron un contrato por aquello de ser simpático, negro como decías o cualquier otra circunstancia; me gané, como todos, los contratos jugándome la vida y sin regatear el más mínimo esfuerzo.

-¿Se hizo alguna vez algún chiste de mal gusto por aquello del color de su piel como, por ejemplo, llamándole negro en tono despectivo?

No creo que eso sucediera, al menos, yo nunca lo escuché. El color de mi piel del que me siento muy orgulloso era algo anecdótico, un hecho simpático que los aficionados tomaban con sumo cariño. No es que diera nada por el hecho de ser moreno, pero tampoco me quitó ni lo más mínimo. Lo que fui me lo gané con mis arrestos.



Ahora su vida transcurre entre festivales

-Teníamos lo que yo llamaría tres iconos entre la torería por el mundo. El Pana, Frascuelo y Morenito de Maracay, representando a los tres países más taurinos del mundo. Se nos fue El Pana, Frascuelo sigue tan ilusionado como el primer día en lo que a su profesión se refiere pero, ¿Qué espera usted de la vida en estos momentos?

Tras todo lo vivido, salud, mucha salud amigo. Recuerda que los toreros vivimos en lo que se llama una entrega permanente y, en mi caso, como le sucede al maestro Frascuelo, todavía entrenamos a diario como si tuviésemos firmadas cuarenta corridas de toros. Como antes te decía, sigo muy cerquita del mundo de los toros porque sigue siendo mi vida, razón por la que cada vez que se me requiere para un festival, ahí estoy dispuesto para la batalla.

-Usted vivió una época fascinante en lo que a toreros banderilleros se refiere, ¿era usted el mejor?

Tú has nombrado antes a todo el elenco que teníamos al respecto, de ahí que, en mi caso, yo me consideraba el más humilde porque ante aquellos hombres tan gallardos, cabales y artistas no cabía otra opción que la humildad. Recuerda que, por ejemplo, Víctor Méndes era el vendaval más implacable que teníamos, arrasaba con todos. De El Soro ni te hablo, una fiera indomable. Luís Francisco Esplá era el señor de las banderillas que nos explicaba a todos cómo era la suerte de los garapullos. De mi parte, me especialicé con el par al quiebro y, por ahí creo que me defendí para dejar el pabellón en todo lo alto. No puedo negarte que fue una época gloriosa en la que, los banderilleros le dimos mucha prestancia a la suerte y, sin duda, mucha categoría al espectáculo.

-Al margen, como antes decíamos, de las más de mil corridas de toros que usted ha toreado, el dato que nos parece muy revelador que dice mucho de usted, es el hecho de haber toreado treinta y tres corridas de toros en Madrid. Yo creo que ese dato dice mucho de usted, ¿verdad?

Es cierto. Y siempre, con el beneplácito del público que tanto me admiraron. Fíjate que, como dato curioso, ahora que comentas la cifra, de eso me enteré hace pocas fechas en que, un amigo, amante de la estadística, me regaló una libreta de apuntes con todas las corridas que he toreado y ahí encontré la sorpresa de todas las tardes que he toreado en Madrid.


Otra actividad que practica en la actualidad, la recogida de premios y homenajes

-¿Qué añora de Venezuela?

Todo, amigo. Cuando uno se marcha de su país deja un reguero de ilusiones por el camino; no es sencillo tener que emigrar. Acá, entre ustedes me siento muy bien, muy contento, pero ha sido toda una vida residiendo en el país que me vio nacer, un rosario de éxitos por todos los ruedos de Venezuela al margen de los logrados entre ustedes; muchas vivencias imposibles de borrar para alguien que, como yo, lógicamente, sigue amando a su tierra.

-Le preguntaría si a su edad todavía sería capaz de matar una corrida de toros y, la pregunta tiene su fundamento porque, como usted sabe, El Pana, a sus años, todavía bregó como nadie por haber confirmado su alternativa en Madrid, pese a que por su desdichada muerte no pudo lograr.

Pobre Rodolfo que murió sin poder cumplir la ilusión que le alimentó en los últimos años de su vida. ¿Una corrida de toros? Por supuesto que lo haría pero, claro, tendría que existir un marco muy especial para que el evento tuviera la categoría excepcional para que yo me vistiera de luces. De reunirse las condiciones de las que te hablo, sí lo haría. El maestro Frascuelo es mayor que yo y sigue en activo, es más, esperando contratos, lo que certifica que, su cuerpo, como el mío, está en perfectas condiciones de salud, tanto físicas como mentales.

-¿Qué les diría a los jóvenes que empiezan?

Hoy, técnicamente, gracias a las escuelas los chicos salen con la lección muy aprendida. Claro que, yo les diría a todos que se forjaran su propia personalidad, que se entregaran al máximo en aras de su profesión puesto que, en el mundo de los toros, toda entrega es siempre poca.


Añora el vestido de luces, necesitaría ocasión importante para vestirlo de nuevo

-Algunos toreros jóvenes, maestro, veo que se quejan argumentado que tienen pocas oportunidades por aquello de que la renovación en el escalafón es pura utopía; dicho en cristiano, los toreros no se retiran nunca, de ahí que sea muy difícil meter la cabeza en el escalafón de los grandes. Pero, ese mismo problema, yo creo que existió siempre y, por ejemplo usted, en la época de Manzanares, Paquirri, Dámaso González, Ángel Teruel y tres mil toreros más, usted supo hacerse un hueco entre aquellos grandes toreros que no daban ni los buenos días a los nuevos que empezaban. ¿Qué fórmula utilizó usted para entrar en aquel circuito de las ferias, algo que le parecía imposible?

Por encima de todo, dejarme matar por aquello de llamar la atención de las empresas. Dicen que yo producía escalofríos entre los aficionados por el desprecio que sentía por mi vida por aquello de los terrenos que pisaba. Era una entrega apasionada que, para mi fortuna, al margen de la suerte que queramos añadirle, me cupo el honor de hacerme un hueco y, poco a poco, formar parte de aquellos carteles de banderilleros que tanto emocionaban a los aficionados. Nadie me regaló nada; corrió mi sangre, como le sucedía a muchos de mis coetáneos, pero era una lucha hermosa la que manteníamos y, en mi caso, la que me abocó hacia el lugar que ocupé.

-El día de mañana, Dios quiera que sea dentro de muchos años, ¿cómo le gustaría ser recordado?

Como lo que soy; un hombre que amó su profesión por encima de todo, que se entregó al máximo, que nada dejó por hacer y, ya viste, tantos años después, sigo enamorado de mi profesión. Con que dijeran, utilizando una metáfora, un moreno puso al rojo vivo la profesión de torero, con eso ya me sentiría el más dichoso del mundo.

-Maestro Nelo: ha sido un gusto hablar con usted, algo que no hacíamos desde hace treinta años. Me ha dejado usted tan perplejo como aquella primera vez porque, aunque hayan pasados los años, usted sigue siendo el mismo. Enhorabuena por su carrera y, ante todo, por su vida y por su obra.
 
Fotos cedidas por el torero

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