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El Sirio  
  entrevista de Pla Ventura [ 22/10/2017 ]  
HAZEM AL-MASRI 'EL SIRIO': Dejó Alepo para convertirse en torero
El sueño de Hazem Al-Masri, más conocido en el mundo de los toros como El Sirio, no era otro que ser torero; en realidad, a priori, un sueño inalcanzable porque en honor a la verdad, pensar en ser torero siendo sirio y viviendo en Alepo, la cosa tenía bemoles como diría un español.

Como fuere, lo que sí quedó patente es que el destino quiso confabular a favor de Hazem permitiéndole venirse a España, no para convertirse en torero que eso vendría después, pero si para evitarle la tragedia más grande del mundo como ha sucedido en Siria en que, una tremenda guerra civil ha desolado dicho país. Las imágenes que hemos visto al respecto y de forma continuada nos han estremecido hasta el límite de la locura. Una hecatombe que, como decía, para su fortuna, Hazem la ha vivido desde lejos puesto que, cuando todo comenzó, para su dicha, él ya vivía en España.

El Sirio es un hombre peculiar, yo diría que distinto a todos los toreros del mundo, su nombre lo evidencia todo y creo que sobran todas las explicaciones. Jamás podríamos sospechar los aficionados a los toros que, un día sí y otro también, pudiéramos admirar a un gran banderillero de toros nacido en Alepo. Es cierto que, la grandeza de este hombre ha podido con todo. Hazem nos ha demostrado que, querer es poder. El Sirio se empecinó en ser torero y, lo que para muchos era algo irrisorio por las connotaciones del personaje, él, con su voluntad se encargó de que su sueño se convirtiera en realidad.

Hombres como Hazem son los que nos gustaría que llegaran todos los días a España puesto que, como todo el mundo sabe, este chico llegó a España con la ilusión de ser torero pero, hasta que lo logró se ha pasado su vida trabajando con denuedo y, entregándonos su honradez como bandera para dignificarse a sí mismo y, sin duda, a cuantos extranjeros llegaron junto a nosotros. El Sirio no vino a delinquir, ni siquiera a pedir limosna, vino a trabajar y, ante todo, a poner en marcha toda la “maquinaria” que le permitiría un día conseguir su sueño, ser torero, algo que ha logrado y que nadie podrá discutirle.


El Sirio consiguió lo que quería, ser torero

-En el mundo Hazem, somos siete mil millones de personas y, como sabes, apenas unas mil repartidas por todo el mundo son toreros, de forma concreta en España, Francia, Portugal y los países de habla hispana de Sudamérica. La proporción de toreros al respecto de la humanidad es totalmente irrisoria, pero que, para colmo, un sirio decida ser torero, eso ya es lo más estrambótico del mundo. Como caso raro, en su día conocimos a Ricardo Chibanga que era un torero negro, pero tampoco tanto porque el hombre venía de tierras lusitanas. Pero amigo, que un ciudadano de Alepo nos haya demostrado que es torero, nuestro asombro no puede ser mayor. ¿Podrías explicarte un poco al respecto de lo que te he dicho?

Fíjese que el primer sorprendido era yo. Veía las corridas de toros que se retransmitían por el canal Internacional de TVE y, le juro que me quedaba sorprendido ante lo que hacían aquellos hombres. Entre sorpresa y admiración hacia todos ellos para mis adentros un día me dije: “Eso lo haré yo algún día”

-Y dime algo, ¿aquella inquietud la compartías con alguien?

No, para nada. Me sentía ridículo. Es más, se hubieran reído de mí, me hubieran tomado por un loco sin sentido. Así que, en silencio y sin contárselo a nadie viví yo cabalgando con mis sueños.

-Para tus adentros, ¿llegaste a pensar que habías enloquecido?

A tanto no llegué, pero que la idea era rara e insospechada puede usted decirlo. Como le contaba, de forma silenciosa lo estaba viviendo pero, cada día que pasaba era más la ilusión que tenía por venir un día a España, no como turista, pero sí, como le digo, con la idea de ser torero.

-Decía un gran pensador argentino aquello de que, cuidado con los sueños que suelen cumplirse. ¡Y el tuyo se cumplió!

Sí, porque llegué a España en el año 2000 y, una vez entre ustedes ya veía que todo podía convertirse en realidad. Es cierto que quedaba mucho camino por recorrer, tenía que aprender español, legalizar mi situación; miles de trabas que había que resolver pero que, repito, saberme en España me daba ya fuerzas para todo.


Y formar parte de una cuadrilla importante, la de Román

-¿Por cierto, viniste en patera o llegaste por otros medios?

Hasta en eso tuve suerte porque mis padres me compraron el pasaje y sabedores de mis ilusiones, posiblemente con todo el dolor de su corazón, me mandaron a España que era mi más grande anhelo.


-Al margen de que viniste a España con la ilusión de ser torero, la fortuna, en aquellos años quiso aliarse contigo porque viniste unos años antes de que estallara la guerra civil que ha asolado Siria. De haberte quedado un tiempo más jamás hubieras podido salir de aquel infierno que, quién sabe, igual ahora serías uno más de los miles de cadáveres que han quedado en el camino por culpa de dicha guerra. Sólo por haberte escapado de tal maleficio, como sospecho, ya te sientes afortunado. ¿Verdad?

Esas son las consecuencias de la política que, como se ha demostrado, ha devastado a muchos países y el mío ha sido uno de ellos. Sí, he tenido toda la suerte del mundo porque como usted dice, de haberme quedado nadie sabe qué hubiera sido de mí. El pueblo se rebeló contra la tiranía del dictador y, ya sabe usted en qué condiciones ha quedado Siria, algo lamentable por lo desolador en lo que ha quedado. Las dictaduras, como se ha demostrado en todo el mundo, suelen tener fatales consecuencias.

-¿Te imaginas que algo semejante pueda suceder en este momento en España, de forma concreta en Cataluña puesto que, unos dictadores están poniendo a prueba a su pueblo?

Por el amor de Dios, eso no lo diga usted ni en broma. Quiero pensar que en España estamos más civilizados y que jamás creo que lleguemos a la barbarie citada en mi país.

-Dejemos la política y adentrémonos en tu carrera que, en definitiva es lo más interesante del mundo. Echemos la vista atrás. Ya estás en España desde el año 2000 y tres años más tarde te apuntas a la escuela taurina de Valencia. ¿Qué sentiste cuando cogiste un capote o muleta por primera vez entre tus manos?

Los sentimientos que sentía no se los puedo describir; era algo tan del alma que, mostrarlo me parecía inaudito; pero si le digo que mi corazón palpitaba de gozo. Ya me sentía en el sendero de lo que yo había soñado, por tanto, mi felicidad era indescriptible.


De aquella primera vez de coger un capote a portarlo en Las Ventas

-Claro que, allí en la escuela de Valencia, si no tengo mal entendido hubo algún problema al respecto de tu persona. ¿Qué pasó?

No pasó nada concreto. Ocurrió que yo ingresé en dicha escuela con 21 años y, claro, las inscripciones eran hasta los dieciocho años; es decir, llegué “viejo” a la escuela, pero nada me importó. Digamos que, dada mi “avanzada” edad no tenía beneficio alguno dentro de la escuela, pero nada me importó; el hecho de que me permitieran poder entrenar aquello me sabía a gloria.

-Imagino que la cara de tus profesores sería todo un poema. Eso de tener un chaval sirio entre sus alumnos no era lo más normal del mundo. ¿Cómo te trataron?

Fantásticamente bien. Allí me encontré con Víctor Manuel Blázquez, Juan Carlos Vera, José Copete Copetillo, todos matadores de toros que me dieron un trato excepcional, algo que les agradeceré mientras viva.

-Por todo lo que me cuentas no me ha quedado claro algo, ¿querías ser torero o solo banderillero?

Tan osado no era. Yo solo aspiraba a ser banderillero que, para mí era lo máximo. Recuerdo al que era mi ídolo al respecto, el maestro Vicente Ruíz El Soro y me estremecía. Eso quería yo, poder banderillear como la hacía el maestro.

-¿Y lo conseguiste?

Eso que usted dice son palabras mayores. Intento hacer las cosas bien pero, llegar a esa altura del maestro eso si me supone todo un milagro.

-¿Qué sentiste, Hazem, el día que pusiste tu primer par de banderillas?

Como usted comprenderá, me sentía el hombre más dichoso del mundo; comprobar que tenía el valor suficiente para ejercer dicho menester, me conmovía para mis adentros.


Dispuesto con las banderillas en la mano

-¿En qué plaza tuvo lugar ese evento tan importantísimo para ti?

En Utiel en una novillada sin picadores, pero yo me sentí muy grande, permítame que se lo diga. Claro que, para llegar a debutar en corridas de toros como usted sabe tuve que torear cincuenta novilladas entre picadas y económicas.

-Y llegó el gran día en que toreas tu primera corrida de toros y, junto a Víctor Manuel Blázquez, el que había sido tu profesor en la escuela debutas en una corrida de toros de verdad. ¿No sentías miedo?

Imagino que como todo el mundo, pero la grandeza de esta profesión estriba en tener miedo y superarlo y, lo que es mejor, que nadie perciba que uno tiene miedo, por tanto, la lección la tenía bien aprendida.

-Y si te pidiera que te calificaras y te pusieras nota a ti mismo, del uno al diez, ¿qué nota te darías?

Me lo pone usted muy difícil porque eso de evaluarse uno a sí mismo es todo un disparate. Pero si le digo que me sobra valor y dignidad para desempeñar un papel muy decoroso.

-¿A qué aspiras en tu profesión?

Mire usted, en nuestra profesión o se tiene orgullo por alcanzar las más grandes metas o no eres nada; me queda mucho camino por recorrer, nada es más cierto, pero auspiciado por mi matador, Román, creo que estoy en el camino para llegar a un puesto cimero entre los míos.

-Por cierto, hablas de tu matador, Román y, el muchacho nos ha dado una lección de cómo superarse uno a sí mismo. ¿Cómo es en realidad Román?

Justamente como usted lo ve. No tiene doble cara, es un libro abierto. Ese talante que tiene cautivador es el que embelesa por la sinceridad que emana de su propio ser.


Y clavar así en la primera plaza del mundo

-Hasta el punto de que, como se comprueba, ya casi que tiene el título de ser un consentido de Madrid. ¿Lo ves tú así?

Sí porque, como se ha demostrado, por ejemplo este año, en Madrid ha dado la medida de su grandeza como torero, salió por la puerta grande el 15 de agosto y, faltó muy poco para hacerlo de nuevo en la feria de Otoño. Como le decía, es su sinceridad la que convence a todo el mundo, al margen de su valor tremendo y sus enormes facultades como torero en todos los órdenes.

-¿Qué piensas tú de Madrid en calidad de banderillero?

Madrid es lo máximo. Yo me he llevado ovaciones increíbles en dicha plaza porque cuando haces las cosas bien, Las Ventas se entrega como nadie a los toreros, sean de oro o de plata.

-Sin duda, Hazem, llevas dos años con Román que, como se ha demostrado, tú has sido testigo de la resurrección de dicho torero que, echado al olvido tuvo valor y cojones para salir del atolladero, hasta el punto de haber sumado este año la maravillosa cifra de veinticuatro corridas de toros. ¿Cómo te sientes junto a tan emblemático torero?

Fenomenalmente bien. Piense que le conozco desde siempre, supe de sus miserias y, para mi dicha, ahora gozo de su gloria y, lo que es mejor, estando a sus órdenes.

-Estamos hablando, amigo, de tus andanzas como torero profesional entre nosotros pero, hasta llegar al lugar que ahora ocupas. ¿Qué hiciste durante tantos años hasta que conseguiste el sueño que alimentaba tu vida?

Trabajar como un burro como dirían ustedes. Yo vine para ser torero como era mi sueño, tal y como hemos comentado, pero para llegar hasta dicho lugar tenían que pasar muchas cosas; nadie se hace torero de la noche a la mañana y, en ese interin de mi vida tenía que comer y, la fórmula, como usted entenderá no era otra que el trabajo. Desempeñe funciones de todo tipo en cualquier oficio que usted pueda pensar; desde asar carne en un restaurante, instalar conductos para aire acondicionado, trabajar como montador de aparatos de radio; mil oficios desempeñe porque yo no viene a delinquir, como usted decía en la presentación de mi humilde ser, vine para ser torero pero con la concienciación de que, ante todo tenía que trabajar. Lo hice con todo el orgullo del mundo, algo que dignificó mi persona.


Su última labor en cada festejo, la puntilla. ¡Suerte torero!

-¿Cómo te sientes ahora en que llevas dos años sin trabajar y que para tu fortuna puedes vivir de tu profesión como torero, eso sí, sin importante la clase de toros que tiene que lidiar tu matador?

Me siento el más dichoso del mundo. Figúrese, poder vivir de lo que uno ama, eso es grandioso. Y, respecto a los toros, si mi matador no tiene reparo en corrida alguna, de mi parte, como usted comprenderá, me debo a mi matador y, ante todo, a mi convicción de que si él puede yo no debo quedarme a la zaga.

-Muchísimas gracias, Hazem, eres todo un ejemplo para los jóvenes de ahora. Si tú pudiste lograr lo que era tu sueño viniendo de Siria y dedicándote a la profesión más dura del mundo, como te digo, cualquiera puede tomar ejemplo de tu grandeza. Mucha suerte y que sigas cosechando éxitos por todas las plazas del mundo.

Fotos: Muriel Feiner

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