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Jorge Buendía  
  entrevista de Pla Ventura [ 04/11/2017 ]  
JORGE BUENDÍA, EMPRESARIO VOCACIONAL
Jorge Buendía es un joven empresario onubense que se está abriendo camino a base de afición, honradez y el talento necesario para afrontar los grandes retos a los que se somete.

La afición a los toros le viene a Jorge Buendía desde sus mismos ancestros familiares puesto que, en casa, su señor padre era crítico taurino, razón más que suficiente para que, el chico, en su niñez, se aficionara a tan bella fiesta taurina. Y lo hizo de verdad puesto que, como se sabe, se hizo novillero, debutó con picadores y toreó hasta que creyó que la suerte no le quería acompañar. Dicen sus allegados que no tenía malas maneras; todo lo contrario. Pero ese puntito de suerte que hace tanta falta nunca le llegó.

Dejó los “avíos” de torear, se hizo banderillero y muy pronto se enroló en las filas de su paisano Antonio Borrero Chamaco. Por aquel entonces, si a Buendía le hubiera dicho que acabaría contratando a los toreros más famosos, seguro que él lo hubiera negado. Jorge estuvo con Chamaco hasta que éste se retiró, creándole, en aquel momento, un vacío en su alma puesto que, la verdad sea dicha, con el torero de Huelva, Buendía se sentía como pez en el agua. Es cierto que pudo haber buscado otra cuadrilla y, sin duda, la hubiera encontrado, pero le faltaron ilusiones para ello. ¿Qué hacer? Como quiera que ilusiones no le falten, talento lo tiene a flor de piel y ganas de trabajar le sobran por completo, decidió dedicarse a la organización de espectáculos taurinos. Han pasado quince años desde aquel proyecto y, en la actualidad, Jorge Buendía organiza más de cuarenta espectáculos cada año.

Cuando ya llevaba un lustro como empresario taurino, Michael Lagravere le propone tomar la alternativa, algo muy curioso que tuvo lugar en Guatemala un día de Navidad del año 2005, doctorándole el propio Michael en presencia de Chilolo, un torero mexicano. Barrunto que todo era testimonial porque nunca más se volvió a vestir de torero. Claro que, pasados muchos años, en su haber siempre tendrá el título de matador de toros.

No es sencilla su tarea cuando, como se sabe, los grandes monopolios taurinos acaparan todo y, como Buendía confiesa, había que empezar desde muy abajo y, en la actualidad, el empresario onubense lleva ya como organizador muchas plazas por su zona y en distintas provincias de España. Como quiera que, como dice un axioma muy particular, POR SUS HECHOS LES CONOCERÉIS, los que ha llevado a cabo Jorge Buendía deben ser todos extraordinarios puesto que, jamás matador alguno ha declinado la oferta de dicho empresario para torear en sus plazas.

Cuentan y no acaban por lo que sucedió hace algunas fechas en Almodóvar del Campo, una de sus plazas en las que, al parecer, según cuentan testigos presenciales, en dicha plaza manchega ocurrió un hecho sensacional que no fue otro que allí se alumbró el toreo en las manos y sentidos de Curro Díaz y Diego Urdiales, sin olvidar a Román que completaba el cartel.


Jorge Buendía un empresario en el camino del éxito

-Nosotros, señor Buendía, desde nuestra perspectiva de aficionados, como quiera que estábamos hablando de un pueblo, usted sabe mejor que nadie que, en dicha plazas los éxitos suelen ser lisonjeros. ¿Qué opinión tiene usted al respecto en que era arte y parte?

Todo lo que te hayan contado te puedo asegurar que nadie exageró lo más mínimo; creo que de todas las corridas que he organizado la de Almodóvar del Campo puede que haya sido la más triunfal de todas; que no triunfalista, no vaya nadie a confundirte. Si Curro Díaz bordó el torero en sus dos faenas, lo de Urdiales fueron palabras mayores; vaya par de artistas que me cupo la suerte de contratar. Como aficionado quedé extasiado, es la pura verdad; son de esas tardes que crean afición al más alto nivel. La corrida de Domínguez Camacho, una auténtica corrida de toros, junto con dos ejemplares de Soto de la Fuente, ayudaron para el triunfo de los toreros. Román se llevó el peor lote pero, pese a ello, allí demostró su valor, su alegría y su decisión tremenda.

-Sospecho que era la primera vez que usted contrataba a Diego Urdiales, uno de los grandes artistas de la actualidad y, como sabemos todos, lo tienen postergado hasta el aburrimiento. ¿No se arrepiente de haberle contratado?

¡Por Dios! ¡Qué me dices! Todo lo contrario. Estoy feliz puesto que, si como aficionado siempre admiré a dicho diestro, ahora, en calidad de empresario estoy muy contento de haberle contratado. No sabría explicarte la gran tarde que nos hizo pasar que, repito, junto a Curro Díaz, el nivel de arte de dichos diestros subió hasta los lugares más insospechados.

-Vayamos al principio, ¿cómo empezó usted?

Tras la retirada del que era mi maestro, Antonio Borrero 'Chamaco', en aquel momento me sentí más solo que la una. Yo era banderillero suyo y, al anunciar su retirada quedé completamente bloqueado; como tú antes decías, pude haber buscado otro maestro, pero no. Quedé inerte pero, automáticamente reaccioné, eso sí con la ilusión de ganarme la vida en el mundo en el que me había desenvuelto, en los toros.

-¿Qué hizo después?

Pensé que, dada mi afición y conocimientos en materia me convencí de que podía ganarme la vida como empresario. Así lo hice en una placita humilde, pedí dinero prestado para organizar una novillada, aquello salió bien y, como tú apuntabas, han pasado quince años desde aquel ilusionante día.


El empresario junto a toreros del grupo especial contratados

-Digamos, si usted me lo permite, como empresario, usted milita en la que podríamos llamar tercera división del toreo. ¿Lo hace con resignación o con altura de miras?

Lo hago con total dedicación porque el éxito, en el ámbito que fuere, reside en el trabajo y esa capacidad es la que adorna mi personalidad. Empecé sin nada, completamente “desnudo” y ya llevo un montón de plazas, de pueblo, pero necesarias para la fiesta de los toros. Recuerda que, en los pueblos, el dinero que pagan los aficionados es de curso legal como el de las grandes plazas de toros.

-Es cierto pero, imagino que, dado los pequeños aforos de sus plazas, sus riesgos asumidos deben ser altísimos comparados con las plazas de provincias, por no citarle plazas como la de Madrid o Pamplona. ¿Verdad?

Sin duda alguna, pero el empresario lo es para resolver los problemas de su empresa; me sucede a mí y a cualquiera en la actividad que quiera montar. A mí nada me sorprende porque soy yo el que elegí esta profesión. ¿Quejarme? De ninguna manera. Sé el terreno que piso, el dinero que puedo ofrecer a los toreros y ganaderos y, a partir de ahí, todo es posible.

-Deje que me ponga en la piel de un aficionado normal y corriente para preguntarle, ¿cómo puede ser posible contratar, en un pueblo, en alguna de sus plazas, por ejemplo a Enrique Ponce? Y, en este año, sin ir más lejos, usted ha contratado a muchos toreros del llamado grupo especial. ¿Acuden a su llamada por cariño o por dinero?

Este es un negocio tan lícito como lo pueda ser cualquier otro. Hay siempre una oferta y una demanda; yo ofrezco lo que creo que honradamente puedo pagar porque, en los toros, o en el negocio que fuere, si vas engañando a la gente no tienes salida ninguna. No olvides que los toreros quieren torear y, ellos saben del aforo de las plazas de los pueblos, razón por la que saben los honorarios que en dichas plazas pueden percibir. Todo es cuestión de entendimiento entre los diestros y el empresario, algo de lo que puedo jactar puesto que, como decías, este año he contratado a los diestros más importantes del escalafón. Pero esto no es nuevo; de toda la vida de Dios, los grandes diestros han pisado las plazas más humildes. ¿Dónde murió Ignacio Sánchez Mejías? ¡En Manzanares! Te lo digo como un dato relevante que viene a certificar que los pueblos son importantes para el devenir de la fiesta.

-O sea que, para su fortuna, dentro de todas las trabas que dicho negocio empresarial, pese a todo usted está contento con el trato que le dan los diestros.

Si. Como te dije, no tengo queja alguna; ellos saben, como decíamos, que sus emolumentos crematísticos en una plaza de tres o cuatro mil personas de aforo no pueden ser jamás los de Madrid, por citarte la gran plaza de España, por ello, como los toreros son personas muy inteligentes saben llevar su negocio con la misma eficacia que lo pueda hacer yo, de ahí la empatía que tienen conmigo, al igual que con otros empresarios de mi humilde nivel. Fíjate que, los costos más grandes en la organización de un festejo vienen desde fuera; es decir, antes de empezar la corrida sin contar los toreros ni ganaderos, hay un coste de treinta mil euros; gastos brutales, pero que no pueden eximirse en lo más mínimo. Digamos que, debo de tener la mente muy despejada para no desmoralizarme.


Jorge Buendía con la terna en una de sus plazas

-¿Qué pasa, empresario, cuando como en el caso de Almodóvar del Campo no acude la gente que uno espera?

Pagar y llorar, no cabe otra opción. Uno es empresario para ganar dinero, para sacar a su familia adelante pero, como en cualquier negocio, no siempre se gana, esta máxima se tiene que tener siempre presente. Claro que, como me ha sucedido siempre, al menos desde hace algunos años, si al final del ejercicio el balance resulta favorable ya podemos hablar de todo un éxito.

-Palos de la Frontera, Almoguer, Cortegana, Almodóvar del Campo, Toro… y una larga de lista de plazas de toros en las que usted va engrosando sus filas como empresario. ¿Qué metas se ha propuesto como empresario?

Uno empieza de la nada pero siempre aspira a todo; no pararé mientras Dios me salud para seguir conquistando plazas puesto que, mi trabajo se basa en eso, en ser eficaz, obtener el beneplácito de los ayuntamientos a los que pujo por sus plazas. Nunca lo olvides, es todo cuestión de trabajo. Seguramente, los grandes empresarios de nuestras plazas, en un momento determinado han tenido más fortuna que yo, pero fueron sus padres o abuelos los que empezaron aquella singladura de la que ahora ellos disfrutan. O sea, no estoy haciendo nada nuevo. Si estoy convencido de que a base de trabajo se logran los grandes resultados.

-¿Se ha negado algún torero para actuar en sus plazas?

No. Y te lo explico. En el negocio que fuere, uno debe de conocer los entresijos del mismo. Yo sé al que puedo llamar y, sin duda, ante el que tengo que estar callado. Pero como antes decíamos, la concordia existe entre los toreros y este humilde empresario que les atiende. De mi actitud podrían hablarte Enrique Ponce, Cayetano, Rivera Ordóñez, El Cordobés, Juan José Padilla, Curro Díaz… en definitiva una lista de toreros que pueden dar fe de mi quehacer como empresario.

-¿Cuál es su mayor triunfo como empresario?

Sin duda, como quizás le ocurra a todo el mundo, ver las plazas llenas, algo que para mí fortuna he podido comprobar este año en algunas de mis plazas.

-Pongámonos románticos, Jorge Buendía. ¿Qué prefiere el triunfo artístico en los espectáculos que organiza o el económico?

Hombre, lo ideal es que se junten ambos conceptos; el artístico reconforta el alma, algo muy de agradecer porque ante todo alienta al aficionado para que vuelva; pero el económico es que me satisface por completo por aquello de atender todos los compromisos contraídos que, como te contaba, son múltiples.


Buena relación con todos los apoderados

-¿A qué torero no contrataría jamás?

Sin duda al que supiera que me iba a pedir aquello que jamás podría pagarle. Nunca me gustó perder el tiempo porque es el mayor tesoro que tenemos, justamente, el que hay que aprovechar para darle lustre a la vida y, ante todo, al trabajo que realizamos.

-¿Se refiere usted a José Tomás?

Por supuesto que no; es más, jamás personalizaría al respecto de un torero tan grande como José Tomás, sin lugar a dudas, el torero más barato de contratar por aquello de que su tirón en la taquilla es único en el mundo. No es mi caso puesto que, mis plazas, como sabes, no tienen el aforo necesario como para entablar la más mínima relación de contratación ante tan enigmático diestro.

-Al respecto de las plazas que usted rige, aplicando la lógica, barrunto que tendrá usted lo que se llama ayuda o subvención para el montaje de las corridas de toros porque, en honor a la verdad, de no ser así jamás me lo explicaría.

Por supuesto y, dices bien, de no tener la colaboración de los ayuntamientos mi proyecto no sería posible; más que nada por la cuestión del aforo que hemos dicho al respecto de las plazas que regento; piensa que, la gestión de la contratación y montaje de una corrida de toros es la misma para Toro, por citarte una plaza de pueblo, que para la feria de Huelva, mi tierra. De no tener el apoyo municipal que tengo sería utópico plantearnos nada; pero eso no es ningún deshonor porque los ayuntamientos subvencionan muchos proyectos culturales y, los toros no dejan de ser uno más.

-¿Qué piensa usted, empresario, de algunos de sus colegas que, en análogas situaciones a las suyas han aflorado el delincuente que llevaban dentro?

Eso me produce mucha pena y, lo que es peor, a los delincuentes como tú acertadamente les defines, les conocemos todos. En el fondo son pobres personas que ellos mismos se han cavado su propia fosa. En esta vida, amigo, todos nos hemos encontrado con personas de buena voluntad que se les puede engañar, algo que jamás se debe hacer; pero lo harás una vez, luego ya no hay una segunda oportunidad y, tirar por la borda una carrera, en este caso como empresario taurino me parece una insensatez.


Palos de la Frontera le tiene como empresario de su plaza

-Le cuento, señor Buendía, que un torero artista llamado Sánchez Puerto, en más de una ocasión me ha ponderado su labor como empresario y, eso me motivó; se lo digo porque a estas alturas, sospecho que Sánchez Puerto tiene poco que agradecerle. ¿Verdad?

Es un honor que el maestro de Cabezarrubias del Puerto alabe mi trabajo, una acción la suya que me colma por completo. Sí, allí le pude saludar en Almodóvar del Campo, es decir, Antonio fue uno de los afortunados que gozó con aquella “borrachera” de arte de la que antes hemos hablado.

-Entre los toreros, Buendía, sospecho que tiene usted lo que podríamos llamar como un capricho artístico que, como he podido saber, se llama David de Miranda que, usted sabe mejor que nadie, hace unas fechas pudo haberle costado la vida en Toro. ¿Qué tiene Miranda que no tengan los demás?

Esta es una cuestión del alma. A David le conocí de chiquillo, cuando quería ser torero, le di la primera de las novilladas sin caballos que toreó y, a partir de aquel momento decidí hacerme cargo de su carrera a sabiendas de la dureza que lleva implícita la función de apoderado. Ante todo es una cuestión de amistad rociada de cariño que, como él sabe, estaremos juntos mientras él no diga lo contrario. Lógicamente, le he puesto en algunas de mis plazas y jamás me defraudó; es más, como decías, en Toro hasta se dejó matar ante un toro infame. De momento, respecto a David, para nuestra fortuna, pude darle lo que se dice una alternativa de auténtico lujo en Huelva, nuestra tierra, con José Tomás y López Simón, más gloria creo que era imposible.

-Por cierto, ¿cómo sigue David?

Va mejorando poco a poco; sabemos que su recuperación será muy lenta y trabajosa, algo que él sufrirá el primero. Pero tanto a él como yo, lo que nos sobra es ilusión y, si Dios quiere, para la próxima temporada ya podré contar con él y, a su vez, todos los demás empresarios.

-Ha sido una alegría muy grande conversar con usted para que nos contara, como ha hecho, todas las particularidades al respecto de la organización y montaje de un espectáculo taurino. Dada su honradez y ganas de trabajar, merece usted el mejor de los éxitos. Mucha suerte y no desfallezca jamás.

Gracias a vosotros que estás siempre pendiente del maravilloso mundo de los toros, el que amo con todas mis fuerzas. Como decías, mientras tenga salud y no se me acaben las ganas de trabajar todos mis proyectos se harán realidad.

Fotos cedidas por el entrevistado

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