Con un tercio de entrada se han lidiado toros de Antonio Gavira, deslucidos en conjunto.

Curro Díaz, silencio tras aviso y silencio

Morenito de Aranda, silencio tras aviso y silencio

Antonio Nazaré, silencio y vuelta.

Al final, se despertó del tedio y Antonio Nazaré dio una vuelta al ruedo

Vaya tardecita la de la tradicional corrida del Domingo de Resurrección; primero por el acusado bajón de la temperatura, segundo por el molesto viento que sopló durante todo el festejo y tercero por el nulo comportamiento de las reses, exceptuando el sexto de la tarde, que hizo honor a su divisa, la de Gavira. Según mi gran amigo y gran torero de plata, ya retirado, Barroso, si no hay toros, los palos del sombrajo se caen sin remedio y eso fue lo que sucedió en tarde tan torera. Con esos mimbres no se pueden hacer cestos.

Durante una hora y cincuenta y cinco minutos, el festejo transcurría tediosa y rayando en el aburrimiento general, hasta que apareció por la puerta de chiqueros el toro sexto que apenas le faltaba un mes para cumplir los 6 años de nombre “Salpicón”, negro de pelo, con perchas por pitones y con 522 kilos sobre su osamenta, morlaco claro, humillando e embistiendo con nobleza y encastado con raza, al que Antonio Nazaré supo aprovecharlo con torería, poco le faltó al sevillano para conseguir un trofeo, que a mi entender se lo merecía, pero que el nuevo presidente D. Javier Cano no vio suficientes pañuelos como para concederlo y todo quedó en una vuelta al anillo.

Curro Díaz con la izquierda

Lo demás no merece ni siquiera un ligero comentario; cositas las hubieron, pero eso cositas, más gotas de buen quehacer por parte de Curro Díaz que dejó nuevamente claro que cuenta con el arte y el duende que lleva dentro, pero su escaso buen quehacer no llegó a los tendidos, eso sí se jalearon tres naturales de los seis de la tanda en el toro que abrió corrida, aunque ciñéndonos a la verdad algo despegadillos de los pitones del toro. Entró en corto para matar que resultó caída, hasta conseguir una entera hasta las cintas algo traserilla pero de efecto. Silencio en los tendidos.

El de Linares se dobla con su segundo

Feo de hechuras y desrrazado fue el segundo de su lote, que desde el caballo embistió con la cara alta, que se dolió en el segundo tercio; algunas gotas de arte al torear al natural, por ello escuchó aplausos del respetable, pero dada la calidad de su oponente, le tocó los costados y a por la espada con la que pinchó al salirse de la suerte, luego entrando en corto una estocada entera desprendida pero fulminante. Otro silencio para el de Linares.

Morenito con la diestra y el toro por encima de la muleta

El primero del lote del burgalés Morenito de Aranda fue un toro veleto que embistió siempre con la cara hacia las nubes, que brindó a su compañero Ferrera y que poco nos dijo con la pañosa, más bien empezamos a aburrirnos ya que nada destacable le vimos. Despenó al distraído animal de una estocada entera arriba eso sí un pelín contraria, a la que sumamos dos golpes de verduguillo. Silencio con recado.  Con el quinto, nada con el percal en que el burel cantó la gallina en varas. Tras el segundo tercio en que se lució Luis Carlos Aranda en un par de rehiletes y también Pascual Mellinas, tomó los trebejos, toreando más bien a trallazos que con pases destacables. Entró bien a la hora de la suerte suprema, dejando media estocada desprendida mortal. Silencio para el de Aranda.

Nazaré porfiando con su primero

El sevillano sorteó un primero que escarbó y con las fuerzas justas, siendo protestado por los asistentes, al que tuvo que obligarlo para que embistiera en el último tercio y que tras un par de naturales de buena caligrafía el toro se rajó no dando ninguna facilidad alguna a Nazaré, teniendo que coger el estoque, la ejecución de la suerte francamente bien, dejando una estocada entera algo traserilla y algo tendida, teniendo que utilizar el de cruceta certeramente. Silencio en los tendidos. Pero salió por la puerta de chiqueros el sexto un toro bien armado con casi seis años, feo de hechuras pero que humilló y embistió con claridad, humillando y con bravura. Nazaré inició la faena con doblones muy toreros, para luego continuar toda su labor por el pitón izquierdo y se escuchó la primera ovación de tan desangelada tarde, la segunda tanda fue de olé, lo intentó por el cuerno derecho, pero no era el pitón bueno del viejo morlaco, así que continuó labor por el zurdo, consiguiendo llegar a los tendidos. Culminó tan buena labor de una estocada entera, digamos que un pelín desprendida pero mortal de necesidad. Aparecieron los blancos pañuelos pidiendo el trofeo, que la autoridad no atendió y la vuelta al anillo fue inevitable; algunos pitos para la presidencia.

Un natural del sevillano al sexto

Menos mal que el sexto salvó la tarde y no el quinto que según dice la voz popular “no hay quinto malo”, pero en esta ocasión fue el que cerró festejo.

El varilarguero de la cuadrilla de Nazaré José Antonio Flor fue aplaudido tras picar bien al sexto de la tarde.

Fotos: Muriel Feiner