Rafaelillo con Malagueño La tarde, sin ser redonda, no ha aburrido a nadie por la diversidad de comportamientos, los ha habido de todos los colores -las pintas sólo cárdenas-, un arco iris en comportamientos. Lo que mata la fiesta es lo monótono, lo clonado; la diversidad la enriquece.
Poco ofensivo fue el primero de la tarde de nombre Aviador. De buenas hechuras y cuajo; aunque pobre de cara. Fue repetidor en el capote sin demasiado viaje. Peleó bien, entregándose, pero salió suelto de varas, menos entrega tuvo en la segunda entrada. Tomó tres puyazos a menos. Fue soso en banderillas y desarrolló sentido. Sin entrega fue mermando sus embestidas quedándose cada vez más corto. Con molesto gazapeo persiguió la muleta de Rafaelillo. No humilló ni por uno ni el otro pitón. Fue un toro que tuvo más importancia por lo que se guardaba que por lo que expresó; nunca enseñó sus sordas intenciones. El segundo de la tarde que correspondió a Castella, era serio y remangado de pitones. Con rectitud embistió en el capote. Hizo buena pelea en varas en la primera entrada y se arrancó de largo en la segunda. En la brega fue largo y pronto, y en el embroque del segundo tercio franco. Se mostró flojo desde el inicio en la muleta del torero francés, y aunque repitió por ambos lados le faltó emoción al trasteo. Fijeza, prontitud y nobleza, en positivo y falta de fuerzas como negativo: Fue una malva pidiendo sinceridad en la lidia. Alegre en los primeros tercios y dormido en el final. Escribano se merendó a un cinqueño serio, cuajado, que saltó gazapón y no terminó de entregarse en el capote. Degollao como único rasgo destacable a la vista del encaste saltillo. Sí se dejó pegar en varas. Había avisado en el capote por el izquierdo y se reiteró en el primer par de banderillas. No sabemos si salió con sentido o lo fue adquiriendo, pero en banderillas estaba hecho una prenda. Escarbó durante toda la lidia. Fue incierto y arreó con poder y sentido en la muleta del sevillano. Emocionante fue trasteo al principio para ir a menos a la vez que Cocinero. Curiosamente permutó su entrega, de la diestra pasó a la zurda en las postrimerías de la faena. Tres toros distintos en la primera fase de la corrida: soso guardándose algo fue el primero, para disfrutar, aunque algo apagado el segundo y complicado a menos el tercero. Saltó el del ¡Uy!... Malagueño, serio, con lámina de toro antiguo que propició una lidia a la antigua precisamente; asaltillo de pitones: cornivuelto, con hocico chato santacolomeño; que repitió franco en el capote. Se dejó pegar sin entrega en varas y se arrancó con alegría en la tercera entrada, pero no peleó con bravura en el caballo. En banderillas fue aprendiendo y llegó a la muleta con seis carreras estudiadas. Desarrolló sentido y puso todo su saber al servicio de agredir a su presa. Una alhaja en toda regla. ¡Bien por Rafaelillo! ¿Dónde están los toreros poderosos?… me pregunté. Faena emotiva donde las haya. Y en quinto lugar, para que se cumpliera la sentencia, apareció el del ¡Ole!... Aviador II, feote de hechuras, asaltillo de cuerna y hocico, esté sí lo tenía afilado: de rata. Veleto y degollao de papada. El más saltillo de la tarde. Embistió con dulzura en el capote. Se dejó banderillear e inició con nobleza el último tercio. Fue boyante en la muleta, por el izquierdo embistió a ralentí, tranqueando. Aunque le faltó vibración al trasteo por exceso de nobleza, hubo embestidas de ensueño. La fijeza y el temple fueron destacables. Escribano se había echado el más serio por delante, en sexto lugar saltó Ebanista, poco ofensivo, acodado de cuerna, de claras hechuras santacolomeñas. Que manseó de salida y no quiso pelea en varas. En banderillas se dejó al no existir la pelea en este tercio. Se desinfló muy pronto. Brindó medios pases por ambos pitones. Le faltó casta y bravura. Escribano se ha llevado el lote de menos posibilidades. Si todas las tardes fueran al menos como ésta, la fiesta de los toros gozaría de buena salud. |