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Ficha del festejo
Hoy salimos toreando por las explanadas de la plaza madrileña y no era para menos, pudimos presenciar una corrida por encima de la media de lo que va de San Isidro; por los toros y por los toreros. (Claro que no estaba en el abono).
Manzanares y López Simón a hombros La plaza de Las Ventas lucía estupendamente ya que también se vistió de fiesta, con guirnaldas florales y reposteros en las barandillas de todos los tendidos altos. En el Palco de Respeto: Don Juan Carlos, Rey Emérito, acompañado por su hija la Infanta Elena y de la Presidenta de la Comunidad, Doña Cristina Cifuentes; los tendidos a rebosar y en las taquillas no quedaron entradas para tan magno festejo; el ambiente era festivo en todos los tendidos.
Cuatro orejas en total, dos para José María Manzanares y dos para López Simón, si no llega a atragantarse con los aceros Sebastián Castella, estaríamos hablando de una corrida histórica, ya que el francés también estuvo muy bien.
Victoriano del Río creo que salió más que satisfecho del juego de sus pupilos marcados con sus dos hierros. El primero silenciado en el arrastre, el segundo pitado cuando las mulillas se lo llevaron, el tercero muy aplaudido camino del desolladero, silencio para el cuarto, el quinto ovacionado y silencio para el último, bien presentados y con caras serias, alguno flojeó y midió la arena como fue el primero en general una corrida aceptable. Peso medio en la romana 546 kilos.
Los tres toreros que hicieron el paseíllo justificaron más que suficiente la expectación levantada y dos de ellos: J. M. Manzanares tras una faena muy torera y vibrante al quinto se le concedieron las dos orejas, al igual que a Alberto López Simón del tercero, hacía mucho pero mucho tiempo que no veíamos salir a dos toreros aupados en hombros por la Puerta de la Gloria y con mucho merecimiento.
Castella inicia la faena a su segundo El toro que abrió plaza y por orden de antigüedad le tocó a Sebastián Castella, que como es de recibo, brindó a D. Juan Carlos. Armó su muleta y en nada más empezar el burel midió la arena, ya fuera ejecutó cuatro redondos por el pitón derecho de buena factura, pero deslucido por la pérdida de las manos del victoriano; la labor fue a más tomando vuelos al torearlo por el pitón zurdo logrando ligar, eso sin salir de su guión acostumbrado. Pasó un calvario con los aceros especialmente con el estoque de cruceta, escuchando un aviso. Pero en el cuarto el de Francia, estuvo muy torero, iniciando faena con dos pedresinas, en ese mismo terreno una corta tanda pero buena con la derecha, yendo a más la labor, citó de frente y dando el pecho en los naturales, rematada con una salida muy torera, templó y mandó al retornar con la diestra, finalizando quehacer por manoletinas, por lo menos un apéndice estaba más que cantado, pero la espada le jugó una mala pasada.
Una chicuelina de Manzanares Desrrazado y complicadillo fue el primero de José María Manzanares, también lo brindó al Rey Emérito, pero ya con la pañosa no se acopló con su enemigo por ninguno de los dos pitones, simplemente lo toreó por bajo y a por la espada verdadera, la estocada propinada fue algo baja. ¡Pero ay lectores!, con el quinto un toro encastado y con clase; ya la armó con el percal, ejecutó cinco verónicas más la media muy acompasadas, el quite por chicuelinas tras el primer puyazo me recordaron mucho a su padre. Al público brindó lo que luego sería una exquisita faena por ambos pitones, siempre rematadas ya sea con uno de pecho o un forzado, también destacó medio circular con gran torería; los naturales tuvieron cadencia y ritmo, siguió por el pitón derecho y más naturales, enardeciendo al respetable que puestos en pie ovacionaron al alicantino; hoy ha toreado como nunca en Madrid. Culminó tan excelsa labor, entrando a matar recibiendo y las orejas cayeron solas.
López Simón con la diestra en el que le dieron las orejas El madrileño Alberto López Simón, también rayó a gran altura ante el tercero del encierro. Desde el comienzo con las buenas verónicas. Al Rey Emérito se lo brindó, iniciando labor por estatuarios; siempre estuvo bien colocado por los dos pitones trasmitiendo al público con cada pase, los toques siempre a tiempo le dieron la oportunidad de torear muy bien, especialmente por el pitón izquierdo, rematando con una trincherilla de cartel. Al entrar a matar por derecho salió volteado en el embroque, pero la toledana ya había entrado entera en buen sitio. Pañuelos en todos los tendidos sin distinción y los dos trofeos fueron a parar a sus manos. Iba por otro trofeo y se fue a la puerta de los sustos a saludar al sexto, el lance salió limpio y ya de pie unas verónicas de buen gusto. Toreó despacio con la muleta, su labor iba tomando vuelos, pero bajó el tono en los naturales por culpa del animal, nos demostró que es un torero en alza. Despachó a su enemigo de una estocada, pero el burel barbeó tablas tardando en doblar, eso enfrió al público, pañuelos sí que los hubo pero ya no de forma mayoritaria y todo quedó en un saludo.
Creo que todos salimos satisfechos de la tradicional corrida de Beneficencia, que antes era una de las más importantes el año y por ello hay tres jueves en el año que relucían más que el sol, una de ellas era justamente ésta, las otras eran la de la Prensa y la del Montepío ahora ya desaparecida.
Fotos: Muriel Feiner
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