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Segundo festejo de la temporada
novilleril de la Plaza de toros “Arroyo”
y del certamen anual Descubriendo un
Torero. Se lidiaron, en concurso de ganaderías, seis novillos de los
siguientes hierros: Huichapan, José Arroyo,El Rocío, y Montecristo.
En cuanto a presencia todos cumplieron, excepto por el tercero. El novillo Compadre de la ganadería de José Arroyo –n. 62, 302 Kg.- fue
declarado triunfador del concurso de ganaderías. La entrada rondó los tres
cuartos de entrada. Las cuadrillas fueron encabezadas por los siguientes
novilleros: Nicolás Gutiérrez: palmas. Arturo Soto: ovación en el tercio tras aviso. José María Pastor: ovación en el tercio tras aviso. Ángel Escobedo: palmas tras tres avisos. El novillo triunfador. Destacó en banderillas Ángel González, y en varas César y Jorge Morales.
Con buen ambiente en los tendidos, y con el ánimo en
alto por la remembranza del éxito del festejo anterior, y por las buenas nuevas
sobre la reapertura del coso monumental, se celebró la segunda novillada del
certamen Descubriendo un torero con
los siguientes resultados. Nicolás Gutiérrez tuvo en suerte a Notario
–n. 21, 404 Kg- de Huichapan,
otro novillo encastado, pero de condiciones un poco más discretas de que las
del gran novillo que ganó el concurso del sábado pasado. El astado, negro meano
de estampa preciosa, se empleó en dos entradas al caballo de Jorge Morales, para las que se le
colocó muy cerca del peto a pesar de ser concurso de ganaderías. El
aguascalentense quitó por chicuelinas. En la muleta, tras brindis a Manolo Mejía, aprovechó en buena medida
el pitón derecho de Notario, que por ese lado embestía siempre humillado y con
gran clase, aunque tardaba en obedecer al toque. Por el izquierdo era otra
cosa, una embestida corta que terminaba en derrote, siempre midiendo al torero.
Gutiérrez anduvo firme y acertado, mostrando su rodaje, su claridad de ideas,
su sitio, y sus buenas maneras. Mató de media desprendida y atravesada y varios
descabellos. Palmas. Nicolás Gutiérrez por derecha. Compadre –n. 64, 302 Kg.- de José Arroyo, cárdeno nevado, prácticamente capirote dada lo
oscuridad de su cabeza, muy bien construido, alto, guapo en verdad, ofreció un
juego de mucha calidad y nobleza, aunque sin mucha repetición, y además se
empleó en tres buenos puyazos, toreando y provocando la embestida, de César Morales, que a la hora de torear
a caballo está hecho un maestro. Su matador fue el joven Arturo Soto, capitalino, quien también fue el más destacado de los
espadas. Inició su trasteo con unos toreros doblones muy pegado al muro de la
zona de palcos, de los que destacaron último y antepenúltimo, que fueron
auténticas pinturas.
Soto tuvo un inicio muy torero. Siguió una gran primera serie, con reposo y profundidad
por la mano derecha, que presagiaba la gran faena. Poco después, el novillo ya
no se arrancó igual y Soto se aceleró y abruscó, recurriendo al grito,
zapatillazo, y toque fuerte. Una parte de la concurrencia rugió con su
disposición y sus ganas de no dejarse nada, pero otra se desencantó con el
cambio de procedimientos del toreo bueno al revolucionado. Mató de estocada
delantera y varios descabellos para salir al tercio tras aviso. El novillo fue
despedido con una sonora ovación.
La ganadería del El Rocío desentonó con la seriedad y la buena presentación que han
mostrado el resto de los ganaderos con la presentación de sus novillos, puesto
que Cifuentes –n. 178, 390 Kg.- fue
una auténtica res de desecho. José María
Pastor, de Aguascalientes, lució en banderillas con un sobresaliente par de
poder a poder y otro con un giro previó al encuentro. Con la muleta, el torero
de dinastía se enfrentó a una embestida suavota y pastueña de poca transmisión,
con la que pudo mostrar un poco de sus buenas maneras pero sin transmitir al
tendido. Sin embargó quedaron patentes su sitio y su oficio, su seguridad y
claridad de procedimientos. Mató de estocada habilidosa y descabello. Salió al
tercio tras un aviso. Saludó en el tercio Ángel González por dos buenos pares de banderillas. José María Pastor, sin opciones. Por su parte, Montecristo
envió a Promotor –n. 116, 384
Kg.- un novillo negro, entrepelado, bragado, alto, hondo, lomitendido, y astigordo,
algo escurrido de carnes y hasta un tanto destartalado, pero que daba la
impresión de tener más edad que el resto de los novillos lidiados en ambas
novilladas. Entró dos veces al caballo de Efrén
Acosta, la primera sin mayor celo, y la segunda con más alegría. Con él se
presentó como novillero Ángel Escobedo,
de Zacatecas. Compartió el tercio de banderillas con José María Pastor sin mayor lucimiento para ambos. El novillo
desarrolló sentido y peligro. El joven debutante estuvo decoroso y serio ante
un novillo muy difícil con el que más de uno hubiese perdido los papeles. Las
grandes dificultades vinieron con la espada, puesto que pincho una gran
cantidad de veces en el mismo sitio sin hacer mayor mella al toro, que tras sonar
los tres avisos seguía entero. Escobedo rompió en llanto y, después de un rato,
Gutiérrez dio muerte al novillo con estocada y descabello, puesto que fue
imposible devolver a Promotor.
El debutante no se amedrentó. Sin embargo, escuchó los tres avisos. El próximo sábado iniciará la segunda etapa de Descubriendo un Torero, con los
triunfadores de Arroyo, Tlaquepaque, y Zacatecas.
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