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Con media entrada se han lidiado dos toros de Daniel Ruiz (1º y 3º), dos de Vellosino (2º y 6º) y dos de García Jiménez (4º y 5º), de distinta presencia y juego.
López Simón, oreja tras aviso, vuelta tras aviso, dos orejas, oreja, ovación y ovación.Foto archivo Alberto López Simón en su encerrona consigue la Puerta Grande al cortar cuatro orejas, ante los seis toros de tres ganaderías; una gran parte de los tendidos fueron ocupados por sus paisanos del vecino pueblo de Barajas en apoyo a su torero incluyendo sendas pancartas y que se fueron más que contentos de regreso a sus hogares, tras un festejo largo de más de dos horas y media, que si les valió el desplazamiento.
Los seis toros lidiados fueron de muy distinta condición tanto de juego como de presentación, un par de ellos anovillados, los restantes, con los kilos y cornamentas como para una plaza de tercera como es la de Sanse.
El resultado fue: oreja en el primero, vuelta en el segundo, dos apéndices en el tercero, uno en el cuarto y saludos en los dos restantes. Tras el incidente del pasado viernes en Bilbao, hoy pudimos verlo más tranquilo y asentado en la arena del coso de Sanse; terminando muy fresco pese a la encerrona.
Justito de todo fue el torete que abrió plaza, al que apenas se le picó en varas y se dolió en el tercio de banderillas, pero si sirvió para el último tercio, donde Alberto se lució toreando tranquilo por ambos pitones, aunque la faena no fue como para una oreja que el paisanaje pidió con vehemencia, pese a que poca trasmisión tuvo el toro y el torero, aseado y digno pero sin más, eso sí lo despenó eficazmente.
Más presencia y cornamenta fue el segundo, aunque flojito; apenas lo recogió con la capa. Tras coger la muleta se descalzó (fea costumbre hoy muy de moda), pero no fue malo el comienzo de labor, pero la faena careció de contenido por las escasas fuerzas del animal y todos los pases transcurrieron en el mismo tono de sosería de ambos dos, fue despenado de pinchazo y estocada entera un pelín desprendida. Fuerte petición de trofeo no atendido por la autoridad, por ello fue abroncado; el de Barajas dio la vuelta al anillo.
Poca fuerza también acusó el tercero, pero al fin le vimos torear con la capa ya que el quite tras la varita sí que llegó a las gradas. Con la franela tras el brindis al público se puso de rodillas toreando en redondo con la diestra con pases de buen corte, y ya de pie y por ese mismo pitón redondos que llegaron a los tendidos; palmas paisaneras toreando al natural, abrochó quehacer con circulares y los modernismos tan en boga para la galería incluyendo el teléfono en el centro de la testuz. Lo mandó a los matarifes de un estoconazo saliendo muerto el bicorne. Dos orejas para el madrileño.
El cuarto sí que era un torito y bien armado, que si embistió claro, al que lo saludós por verónicas ganándole terreno; con la franela y en la boca de riego, logró ligar los redondos de buena caligrafía, yendo a más con esa mano, pero lastimosamente con la zurda fue a menos, un desplante en la cara y la ovación tronó en los tendidos. Entró a matar en la suerte natural, dejando una buena estocada arriba saliendo muerto el cuatreño; una nueva oreja para el torero.
El quinto fue el de mayor volumen y peso, al que lo saludó con cuatro verónicas, esta vez de manos bajas, lastimosamente el burel en el último tercio embistió siempre con la cara arriba derrotando, en un momento le puso la zancadilla al torero, pero el matador ni se inmutó. Nuevamente despenó a su oponente de pinchazo y estocada entera en buen sitio. Saludando desde el tercio.
Y llegamos al final con un ejemplar anovillado y encima distraído, nada con el percal, aunque si bien con el trapo rojo, de buena caligrafía la tanda diestra rematada con un largo forzado, bien con la zocata al punto que llegaron a las gradas, otros tres redondos de excelente factura. El epílogo a base de molinete, trinchera y trincherilla, alargando en demasía la faena. Mató a su último de la encerrona de media estocada y certero descabello. Saludó desde el tercio y salida en hombros por la Puerta Grande.
Muy pasadas la nueve y media de anochecida abandonamos la plaza.
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