Los menos exigentes se habrán entretenido, e indignado los más…

Jocundo abrió plaza, negro con bragas, serio y bien armado, aunque escurrido de carnes; corretón, abanto de salida. Noble tomó los lances de recibo de Perera sin ponerle demasiado celo. Se durmió después de empujar arriba en el caballo. Descaradamente se simuló el segundo puyazo. Esperó con sosería en banderillas. Apacible en los primeros compases de muleta. Le faltó ímpetu por ambos pitones, fue dulce a la vez que soso. Le faltó casta como certificó al rajarse al final del trasteo. Manejable en conjunto.

El segundo respondía a Cangrejero, castaño de pelo, con 556 kilos. También saltó corretón y repitió perdiendo las manos en los lances de López Simón. También se simuló, en este caso, el primer puyazo; el segundo para qué contarles. Protestado fue el tercio de varas razonablemente; fue inexistente. Fácil de parear fue el victoriano. Fijeza y prontitud, además de temple, fueron los valores positivos del toro; la falta de fuerza que es el pilar de donde se soporta la bravura, como factor negativo en la muleta. Noble y manejable al que le faltó la mencionada fuerza y casta para trasmitir emoción.

En tercer lugar se corrió a Beato, engatillao y zurdo, por tener un pitón más corto. Repitió con claridad para irse suelto del capote de Roca Rey. El primer puyazo lo tomó en la puerta sin poder ni entrega, un segundo picotazo en el mismo sitio sirvió para cambiar un tercio irreal. Manseó en los dos primeros tercios. Y manso, no podía ser de otra manera viendo sus antecedentes, en la muleta. En la máxima querencia -toriles- brindó varias tandas por el pitón izquierdo. Fue manso descastado, manejable.

Negro listón, de nombre Cantapájaros, acapachado de cuerna fue el cuarto. Con nobleza y poca codicia tomó el capote. Se simuló el tercio del toro, no recuerdo que se picara ninguno... en regla me refiero. Fácil de parear y suelto en la brega. Boyante fue en la muleta en sus cuatro primeras tandas. Marcó la huida y su falta de entrega, terminó rajado. Manso descastado manejable venido a menos que regaló una oreja a Perera.

Cojito derribando, la estampa de la tarde

Chorreao en verdugo el quinto, de mucha romana, aunque falto de remate y buena arboladura. Suelto como sus hermanos salió Cojito. Derribó al coger al caballo por los pechos. Al segundo envite fue a relance, donde después de hacerle la suerte, le dosificaron el castigo. Por abajo embistió  en los medios en el comienzo de la faena. De largo se arrancó presto y humilló en la suerte. Flaqueó por el zurdo y se rajó tirándole la faena abajo a López Simón. Manso con un punto de casta que duró poco, claro y emocionante por el derecho y rajado por el zurdo. El mejor este quinto, el menos manso. Fue aplaudido al arrastre... ¡El de más peso… 649 kilos! ¿Y eso?

Entrador fue el de cierre, negro listón, feo de hechuras, de poco cuello, astifino en delantero. Soso y huidizo de salida, como toda la corrida. Buscó la montura en el primer encuentro y le midieron, el segundo ni se señaló. Laborioso fue en el segundo tercio. Pronto y franco se vino a la muleta de Roca Rey. La franqueza le duró poco o nada, con genio embistió a derechas, con violencia tiró tornillos y ensució el trasteo. Fue deslucido por su falta de entrega.

Es lamentable que la suerte de varas haya pasado a un papel secundario o extinguida directamente en las plazas de provincias. Pero más lamentable es lo que ha ocurrido hoy en la que es la primera plaza del mundo. Era doloroso ver como se simulaba la suerte descaradamente en todos los toros. Y bochornoso ver como se aplaudía a un picador por tan sólo tirar el palo y señalar el puyazo sin recargar y sin que hubiera pelea. Así está esto.

Foto: Lasventas.com