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02/06/2017
  (San Isidro 2017) 2/6 - Una Crónica del Festejo: Enrique Ponce sienta cátedra en la catedral del toreo y abre la puerta grande
 
Firma: Jorge Guevara-Segarra
 
     
 

Ficha del Festejo

El festejo número veintitrés del ciclo ferial, nos deparó una gran sorpresa, la salida en hombros por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas del Espíritu Santo, del Catedrático del Toreo  Enrique Ponce, tras cortar dos orejas a los toros que le tocaron en suerte, la primera, en el segundo toro del festejo, después de dar una lección magistral de cómo se debe torear y la segunda en el toro cuarto, al que a base de sapiencia e inteligencia logró meterlo en el canasto.


Ponce en hombros

La segunda sorpresa en positivo fue el encierro del ganadero Domingo Hernández, que envió seis toros de nota y la tercera, que bien dice el refrán, “no hay dos sin tres”, fue la actuación de las cuadrillas; con la vara Francisco Ponz “Puchano”, en el sexto, por lo tanto de la cuadrilla de Varea, con los palitroques, palmas para Miguel Ángel Sánchez de la misma cuadrillas, Saludó Antoñares en los pares al quinto y fue ovacionado nuevamente Ángel Otero tras dos pares imponentes en el toro primero de David Mora, ambos dos a las órdenes de Mora. No me dirán que no hubieron sorpresas.

No faltará quien diga, que la tarde fue triunfalista, a mí particularmente no me lo pareció, tras presenciar dos faenas de categoría con dos toros de distinta condición y clase en sus embestidas y comportamiento. Para este escribidor, creo que la primera faena de Ponce, difícilmente podrá superarse y puede que sea la faena de la feria, la segunda tuvo otro tono, en que se inventó un toro. Quizás el resto de la corrida tuvo menos fuste o menos importancia según con el color del cristal con que se mire.

De los seis toros lidiados hoy ya nos dará buena cuenta nuestro amigo y compañero José Luis Bautista en su sección; yo solo añadiré que, que los seis ejemplares de Domingo Hernández se fueron al desolladero escuchando palmas del respetable durante su arrastre y que pesaron de media 613 kilos; -pesadita verdad-.


Varea con la diestra

Hoy confirmaba el castellonense Varea. Lo hizo con el toro Rocoso, nacido en octubre de 2012, marcado con el número 115, de pelo castaño y con 615 kilos sobre su osamenta, Unas palmitas en el saludo capotero por verónicas, tras la ceremonia, desde los tableros inició faena con doblones saliéndose al tercio, en ese terreno una tanda con la diestra sin demasiado brillo, tampoco tuvieron brillo alguno de los naturales y dio un mitin con las espadas, silencio para el toricantano. Con el sexto un toro cinqueño, en los comienzos con la capa le dudó mucho y con la franela consiguió unas palmitas por el pitón derecho, con la mano contraria nanay, se le fue un buen toro con el que pudo triunfar tampoco estuvo muy fino con los aceros.


David Mora se hizo el quite él solo ante el imprevisto arreón del toro

Vaya susto nos dio en el tercero de Domingo, David Mora con la capa en que se hizo el mismo el quite. No estuvo mal con la muleta con los redondos primeros por ello las fuertes palmas, pero le faltó ajuste en los naturales, una buena actuación a la que le faltó rotundidad al final, antes de finiquitar al cuatreño unos buenos ayudados por alto, pasaportó a su oponente de una estocada entera trasera y baja. Con el quinto mejoró con el percal pero sin suscitar alboroto alguno. Con el trapo rojo, nada trasmitió ya que no logró conectar ni con el morlaco ni con los tendidos y por el pitón zurdo no hubo acople, se le fue un buen toro. Entró a matar en la suerte natural, lo hizo con una estocada entera en los rubios en el embroque fue feamente cogido sin mayores consecuencias, remató al cuatreño de un certero golpe de cruceta.


Las poncinas finales en su primero

He dejado para el final la actuación del padrino Enrique Ponce por ser lo mejor y más destacado de toda la corrida. Qué bien estuvo con el capote a tal punto que los aficionados rompieron en una ovación cerrada, fue un gusto saborear esa forma de torear con el percal. Mucho más saboreamos cuando cogió la pañosa, ¡que  doblones más toreros! rematados por abajo, una nueva ovación, los redondos derechos fueron una pintura acompañados por esos olés, con el forzado barrió los lomos de Libertino de pitón a rabo y la lección magistral continuó por ese pitón, en menos tono fueron los naturales pero eso si con torería, la labor tomó altos vuelos y las ovaciones se sucedieron una detrás de otra, todos los cimientos del coso venteño crujieron, como también crujió toda la plaza, como postre las poncinas, las palmas echaban humo, esa faena ya de dos orejas, se quedó en un solo trofeo por culpa de ese metisaca en la primera entrada con la tizona, pero en el segundo embroque dejó un espadazo al suelo el dominguito. Tras esa faena de magisterio, toda, toda la plaza pidió la oreja, que lógicamente fue concedida por el Usía. La vuelta con el apéndice en mano fue apoteósica. El saludo de buenas tardes al cuarto con la capa tuvo cierta enjundia y   también enjundia los pases con la muleta, el toro tenía muchas teclas que tocar y se las tocó con ritmo, demostrándonos que es un maestro y no de la música sino del toreo eterno; enseñó al morlaco a embestir y le sacó lo poco o mucho que tenía el cuatreño, inventándose un toro que no existía, eso es ser un maestro, el público coreó con los olés cada uno de los pases, más cuando en la mismísima cara y debido al calor le dio por abanicar al toro para refrescarlo, siendo un final torerísimo al estilo de D. Antonio Bienvenida. Cogió la espada de verdad, fijó al animal y entró en la suerte natural pinchando, eso sí sin soltar el estoque, cambio a la suerte contraria y dejó una estocada casi entera delanterilla y tendida saliendo muerto el cuatreño. Los pañuelos aparecieron y en última instancia el Presidente sacó el suyo, la segunda oreja para el maestro de Chiva, con la cual le daba pleno derecho a abrir la Puerta Grande de Madrid. Aupado hasta la explanada que da a la calle de Alcalá.

No faltará quien diga que esa segunda oreja no se la merecía y por tanto tampoco la Puerta Grande, pero yo ¡pregunto!, algo tendrá el agua cuando la bendicen y así se la llevan bendiciendo desde hace 26 temporadas y las que le quedan, porque cuerda tiene para rato.   

Fotos: Muriel Feiner

 
     
   
     
   
     
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