|
Una novillada con picadores ha sido el epílogo de la Temporada Chica 2017 en la Plaza México. Las Huertas mandó un encierro bien presentado y de juego interesante en términos generales que le pidió carnet a los muchachos, ya no de soñadores de gloria, sino de triunfadores. Cosa que Juan Padilla no pudo justificar pues mostró falta de estructura y por lo tanto de procedimiento aunado a un valor apenas justo para salirle al toro -que no es poco-; sin embargo a esta plaza no solo hay que venir a por todo sino con todos los recursos posibles de lo contrario es todo menos una oportunidad. Misma que tampoco se le ha dado como quisiera a Héctor Gutiérrez quien sorteó lo peor de la tarde y poco pudo hacer, voluntarioso y consciente que lo mejor era abreviar se retiró entre las palmas de un público comprensivo aunque cansado de no ver ni al mesías o por lo menos algún apóstol.
La firma a este serial novilleril la puso el hidrocálido José María Hermosillo quien reanimó la tarde y si en su primero erró al haberle cambiado el procedimiento, con el cuarto aunque tardó en hallar las distancias se repuso para mostrar sus cualidades, su temple y porte, su carisma y lo bien que puede ejecutar la suerte suprema -como lo hiciera aquella tarde que debutó en la San Marcos- pues dejó el estoque hasta la empuñadura. Una oreja otorgó el público, la otra fue un obsequio del juez para no variar. Lo importante ha sido haber dejado claro qué trae en la espuerta el muchacho. José María Hermosillo firmó el epilogo de la Temporada chica En ocasiones anteriores ya hemos comentado las dificultades de los novilleros frente a la falta de oportunidades así como las exigencias de una plaza de primera categoría como la de Insurgentes que la hace valer, vaya, no descansa sólo en el nombre o en el título si se prefiere, la afición se encarga de recordárselo a quien se le olvide. Es importante hagamos lo propio para tener novilleros con posibilidades reales de triunfar, tenemos semilleros de chavales apuntados a torear debemos también darles seguimiento, no sólo plantar sino seguir dándoles agua. Decía el gran Victor Hugo: el estado de ensoñación alcanza a los hombres graves, eruditos, a los teólogos, a los más inquietos. No hay duda, ha alcanzado a los inquietos de nuestra tierra, sin embargo, también advertía el francés, el ensueño es una excavación que debemos abordar con precaución. Tendremos también que construir nuevamente y en firme la ilusión que antaño hacía otras entradas en La México, eso sólo sucederá cuando los novilleros tengan no sólo el gusto sino la preparación -no sólo técnica sino artística- para presentarse en la plaza más grande del mundo. Nada es imposible porque al final del día, como dijera el poeta la esperanza es conforme a la inteligencia y el secreto es que no hay secreto: poetas, ésta es la ley misteriosa: ir más allá.
|
|