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Segunda corrida de la Temporada Grande 2017-18 en la Monumental
Plaza de Toros México. Algo menos de media entrada. En tarde-noche gélida y
de mucho viento, se lidiaron dos toros arreglados para rejones de Bernaldo de Quirós, mal presentados y de
pobre juego. Los de lidia ordinaria fueron seis toros de toros de Jaral de Peñas, de bonitas láminas
aunque escasos de cuajo, descastados, mansos, y sosos. Destacaron el segundo de
la tarde, que rompió por el lado izquierdo, y el buen cuarto, que recibió los
honores del arrastre lento (Bienvenido –n.
168, 490 kg.-). Actuaron los siguientes matadores de toros acompañados de sus
cuadrillas completas: Pablo Hermoso de
Mendoza:
división de opiniones en su lote. Cayetano Rivera
Ordóñez:
silencio en su lote. Arturo Saldivar: oreja tras aviso, y palmas tras aviso. Leo Valadéz: ovación, y silencio. Actuó como sobresaliente Jorge López. Saludaron en el tercio Jonathan Prado y Fernando
Guerrero tras parear al cuarto de la función. Gustavo Campos hizo lo propio tras el segundo tercio del sexto
toro. Foto: @LaPlazaMéxico en Twitter Los momentos para el recuerdo que dejó la
segunda corrida de la temporada mayor del coso de Insurgentes, de poderse
contabilizar, alcanzarían una cifra inversamente proporcional a la cantidad de
minutos que duró el festejo. Al tedio del poco contenido taurino de la función
habrá que añadirle el tremendo frío que caló los huesos, secundado por su malévolo
aliado el viento, que hizo del festejo un insoportable desfile de momentos de
poco calado.
El primero en la fila fue el que, sin mucha
competencia, es el mejor rejoneador del mundo: Pablo Hermoso de Mendoza. El estellés se presentó en La México
estrenando un nuevo nivel de compromiso con la afición y con el coso, más bajo
que nunca, con dos toritos de Javier
Bernaldo. Si bien su lote no provocó las lástimas que otros hermanos suyos
han levantado al lidiarse a pie, lo cierto es que su juego fue el de meros
espectadores, fascinados con las piruetas, los giros, y las suertes del
navarro, pero sin acudir a su pirotecnia. Los grandes momentos de Pablo Hermoso
en esta plaza son realmente inolvidables, tanto que la afición no le perdona
estas exhibiciones tan rutinarias como pobres, y le aprietan cada vez más. Los
sendos bajonazos con los que pasaportó a los desdichados Olivo –n. 807, 491 kg – y
Mezquite –n.793, 503 kg.–, le
valieron notorias divisiones de opiniones en el tendido. Dijo poco la actuación de Hermoso de Mendoza Cayetano reapareció físicamente en la
Plaza México, aunque de una forma tan gris que apenas y le recordaremos como anécdota
taurina. Nunca se confió frente a Barítono
–n. 177, 518 kg.–, soso toro de Jaral
de Peñas de poca entrega y transmisión. Aunque el viento molestó al
madrileño, éste también pecó de acartonamiento, además de que no apostó de más
por el toro. Más de lo mismo, pero precedido por un inicio de faena arrodillado,
le vimos con Itinerante –n. 149, 529
kg.–, que remató una tarde para el olvido del torero de dinastía.
Cayetano en México, una estadística Arturo Saldivar tuvo mejor suerte en el sorteo,
puesto que Bienvenido –n. 168, 490
kg.–, fue el único de los jaraleños que se empleó, embistiendo largo y humillado.
Con motor, codicia, emotividad, y transmisión acudió a los envites del torero,
que le citó para todas las suertes del abanico del de Teocaltiche. Saldivar
aprovechó los viajes del cornúpeta, con mucha entrega, determinación, intensidad,
exposición, y ganas de agradar. Sin embargo, el jalisciense adolece de
expresión, de profundidad, y de estructura, por lo que la faena no terminó de
redondearse. La porción final de la lidia transcurrió entre adornos y desplantes que en poco ayudaron a
cimentar su labor, pero que entusiasmaron a una afición aletargada, y a la que
aún le quedaba mucho festejo por delante.
Saldivar, entregado A pesar de los fallos con los aceros, los descabellos,
y un aviso, se pidió apenas mayoritariamente una oreja, misma que Jesús Morales concedió dadivosamente.
Del mismo modo se premió con arrastre lento a los despojos de Bienvenido,
reconocimiento que puede aceparse si se pasan por alto las dos o tres ocasiones
en que el burel salió contrario de las suertes, y lo poco que se le castigó en
varas.
La contraparte de este episodio vino con Rabioso –n. 163, 515 kg.–, un toro que
poco dijo en los primeros tercios, y que en la muleta brevemente hizo por
embestir. Saldivar echó mano una vez más de todos sus recursos sin mucho orden,
y sin mucho éxito. Escucho otro aviso y algunos pitos. Torero de concepto poco ceremonioso Leo Valadéz tuvo una confirmación
interesantísima, en la que le vimos lo mismo grandes condiciones que fuertes
vicios. Arrogante –n. 171, 477 kg.–
fue el jaraleño de la ceremonia, algo protestado de salida por destragado, y que
correteó abanto por el ruedo en los primeros tercios, saliendo suelto de los
engaños. Picarlo fue un problemón. El toricantano inició su labor por el lado
derecho, luciendo en los soberbios trincherazos que firma, pero consiguiendo
poco en redondo, dadas las protestas del animal y lo corto de su embestida. La
cabeza le funcionó muy bien al descubrir la mejor condición del pitón izquierdo
en un forzado de pecho, punto de partida para los mejores pases de la corrida,
unos naturales un tanto embarullados, pero largos y de mucho sello.
El hidrocálido puede fácilmente agradar al
público capitalino si persiste en ese camino taurino, y no se deja llevar por
su tendencia a revolucionarse buscando a la galería, cosa que ocurrió con el
toro de la confirmación, yendo la faena definitivamente a menos, excepto por
algunos adornos muy templados. Mató de estocada tras de tres pinchazos y fue
ovacionado. Valadéz porfió frente al octavo de la
función, Relance –n. 180, 516 kg.–,
ya ante la plaza medio vacía, y rodeado
por el sopor general. Abreviar y terminar con la corrida fue lo mejor que pudo
hacer. Escuchó algunas palmas antes de abandonar el coso. Leo tiene por delante el trabajo de pulirse Antes de archivar los pensamientos sobre este
festejo para pensar desde ya en lo que sigue, cabe reflexionar sobre la baja
entrada para ver a Pablo Hermoso, la menor desde la corrida del célebre toro Pajarito, en enero del 2006. ¿El tirón
taquillero del estellés está mermado? No lo creo, basta recordar que la mejor
entrada de la temporada pasada se presentó al conjuro de su nombre, aunque en
un momento distinto de la temporada, y con un cartel de naturaleza distinta. La
apuesta de la empresa de La México de echar la carne al asador con nombres
taquilleros es por demás interesante, en el entendido de que hace muchos años
no se presentaban carteles con figuras en semanas consecutivas para arrancar la
temporada.
¿Este planteamiento es el adecuado para
devolver a la gente a los tendidos, funciona así el negocio, la oferta y la
demanda?, ¿Es mejor calentar la temporada durante estas primeras semanas, y
rematarla en enero y febrero con las figuras?, ¿La tendencia a la baja seguirá
con Ponce, o se llenarán los numerados? Seguro que estas preguntas no solo nos
las hacemos usted y yo, amigo aficionado, sino que también se las hace alguien
en la empresa del coso monumental. *Fotos: Luis Humbert García "Humbert" (Excepto 1).
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