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El titular no se refiere precisamente al halago que se le hace hoy en día a los toreros al realizar una faena con maestría y que hace vibrar a los tendidos por ejecutarla de manera magnifica -palabra que a mí no me gusta nada por su tosquedad y utilización torticera de la realidad-, sino al tiempo empleado en ellas… han sido muy largas. Además de largas, han estado cargadas de monotonía, de ausencia de torería, de gusto, de empaque. No culpo a los toreros de los resultados artísticos al no haber material propicio con los de Predaza de Yeltes, pero sí del tiempo utilizado creando un estado de somnolencia contagioso. Habrá que decirle a los toreros que: “Parar los relojes”… es una frase metafórica, muy hermosa, que se utiliza cuando verdaderamente se está haciendo el toreo; nada tiene que ver con detener el tiempo para evitar contabilizar la longevidad de una faena. Hay quién aboga en acortar las faenas a expensas de los picadores -ya se hace-. Que salgan y se retiren por las puertas más próximas es un argumento para ganar tiempo. Algún día dirán que con un solo puyazo es suficiente, o que dos pares de banderillas también lo son… Se ganaría más, es obvio. Yo me inclino más por la doctrina de Juan Mora aquella tarde de otoño…
Uno de los ¡uy! fue en este par de banderillas. Foto: Plaza1 Como resumen de la tarde de hoy anotamos dos ¡uys! y tres ¡oles!; el primer uy en un par junto a tablas de Escribano a su segundo; el otro, en una aparatosa voltereta a Fortes en el sexto. Los oles han sido: a un par de Juan Contreras al quinto, la primera vara al sexto y la ejecución de la estocada de Fortes a este toro.
Ha sido todo.
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