Los buenos comienzos de Pepe Moral

Tarde de Miura, la leyenda, para toreros con mucho que aguantar, Rafaelillo, Pepe Moral y Román. Quizá, como todos, habituados a un tipo de animal al que ya se le pueden hacer mil perrerías, que puede que no se inmuten, pero a estos no. Enjutos y escasos de carnes, aunque pudieran salir grandones, la presencia era escasita, pero cuidado con los de la leyenda, que se sabían muy bien el papel. Quizá no fueran tan malos como después los hicieron los de luces, pero, ¡ojito! Buenos no eran, quizá quitando el lote de Román, especialmente el sexto, pero si tenían que tomar un camino y de acuerdo con las lidias recibidas, solo podían ir a peor. El que mejor le hizo las cosas fue Pepe Moral, que a su primero le toreó, una faena con mando, sin trampas, que se empezó a construir sobre los cimientos de unos muletazos por abajo, por ambos pitones, para sacarse el Miura más allá del tercio. Había que hacerlo todo muy bien, si se quería evitar un quinario y Moral así lo hizo. Al sevillano le tuvo que quedar muy claro desde el principio, que a estos toros, a los de la leyenda, tonterías, las justas.