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Segunda novillada de la Temporada
2018 de la Plaza de toros Arroyo. Ante prácticamente un lleno se lidiaron
cuatro novillos de José Farías. Cumplieron
en presencia, y de juego fueron desiguales: el abreplaza muy duro y peligroso; el
segundo de la tarde fue fijo y noble, aunque deslucido; el tercero fue claro,
pronto, noble, de buen estilo, y acudió por ambos lados a los engaños, premiado
con arrastre lento; el cierraplaza, además del mejor presentado, fue el más
encastado de la novillada. Actuaron los siguientes novilleros: Mirafuentes
de Anda: vuelta al ruedo. Roberto
Román: oreja. Fernando
Carrillo: palmas tras dos avisos. Octavio
Ávila “El Cozumel”:
palmas tras aviso. Roberto Román, con racha positiva Remontó en términos de éxito
y lucimiento la temporada de Arroyo, en gran parte gracias al juego de los
novillos de José Farías, que
brindaron espectáculo sin importar el rodaje y las posibilidades de los chicos
que les hicieron frente. En todo caso, los cuatro utreros resultaron pruebas
formidables para los cuatro toreros en ciernes.
Orlando
Mirafuentes de Anda se llevó el trago amargo de la tarde. Un
novillo complicadísimo de nombre Brujo –n.
1, 376 kg.–, playero de cornamenta, y sin duda el más incómodo de hechuras. Cumplió
el burel con lo que anunciaba su estampa, y todo lo hizo poniéndose por
delante, terciándose, refugiándose en tablas, y embistiendo por arreones. El
capitalino estuvo muy firme, lidiando con recursos de toreo de aliño. La
voluntad y la firmeza fueron de todos los méritos, resultando una actuación
sumamente solvente ante una situación muy complicada, sobre todo para un chico
que no está toreando mucho. Mató con eficacia y suerte, y dio una vuelta al
ruedo. Mirafuentes de Anda, en menudo aprieto En cuanto saltó a la arena
el segundo de la tarde, Cascabel –n.
29, 396 kg.– fue evidente el quiebre de la tarde hacia condiciones más
favorables para el lucimiento. El único del cartel que capitalizó esa
oportunidad fue el hidrocálido Roberto Román,
torero más que puesto, de personalidad y presencia en el ruedo, alegre pero
serio, firme de procedimientos, y muy claro de los términos formales de la lidia:
terrenos, colocaciones, quites, y demás intervenciones. Luce eficaz y torero en
sus procedimientos, y además tiene la virtud de llegarle a la gente sin necesidad
de ningún alarde adicional. Torear, simplemente torear.
Gustó en el recibo por verónicas
y mandiles, así como en el quite por chicuelinas y tafalleras, que no pudo
romper, pero que interesó al tendido. Con la muleta, intentando el toreo largo,
consiguió algunos muletazos sueltos con mucho temple, con sello, con empaque, y
con transmisión por ambos lados. La posibilidad de continuar por esa línea se
desvaneció por lo deslucido del novillo, y a pesar de la insistencia de Román, al
final tuvo que cruzarse para torear de pase en pase. Una apuesta, primero, por
el mejor toreo, y después por el valor, según las condiciones del toro. Mató de
tres cuartos de estocada perpendicular tras de irse en banda, y cortó una oreja. Roberto Román, con racha positiva Fernando
Carrillo, de Tlaxcala, sorteó
al mejor novillo del festejo. Caporal –n.
7, 370 kg.– fue un burel de lío gordo, que acudió pronto, largo, y humillando
por ambos lados. Tal vez repitió mejor por el pitón derecho que por el izquierdo,
pero aun así regaló por este lado dos embestidas esplendorosas, que permitieron
los mejores pases de Carrillo. El joven recibió a porta gayola con la suerte de la
tlaxcalteca, antes de lancear, y quitar por caleserinas. Cubrió el segundo
tercio, y con la muleta estuvo solvente y decoroso, pero pegando muchos pases
sin decir gran cosa. En términos generales fue una actuación larga, y fría,
ante un novillo que no paró de embestir. Mató de varios descabellos tras de hacer
muy mal la suerte suprema en un par de ocasiones.
Fernando Carrillo no pudo cobrar el billete de lotería Se presentó en esta plaza, y
también como novillero, el curioso joven Octavio
Ávila “El Cozumel”. Un gachó con
personalidad, con una historia interesantísima, originario de la rica zona turística
de Quintana Roo, destacado crisol cultural del área maya. Estos personajes que
aportan variedad a nuestra fiesta son muy importantes, y es necesario apoyarlos
para que tengan un desarrollo taurino satisfactorio. En concordancia con dicha
postura es coherente señalar el contraste entre un chico con valor, con ilusión,
con ganas de ser diferente mediante la peculiar estética de una escuela
agitanada de mucha tradición, y uno sin mucha idea de la estructura y las
características formales de la lidia de reses bravas.
Existen, pues, detalles más
que rescatables de la muy joven tauromaquia del Cozumel. Es cuestión de que tome rodaje para que su entusiasmo y
sus buenas cosas se cohesionen en una idea taurina de mayor calado y
suficiencia. ¿Habrá alguien dispuesto a embarcarse en la aventura de preparar
taurinamente a este joven? Tal vez valga la pena. Mientras tanto, muchos
recordaremos la anécdota de haber visto, bien o mal, al Cozumel. Lidió al
novillo mejor presentado, Patrón –n. 34,
410 kg.–, que hizo cosas de bravo, pero pasó prácticamente inédito. "El Cozumel" levantó expectación El próximo sábado se lidiarán
otros cuatro novillos de José Farías,
y actuarán Arturo de Alba, Sebastián Ibelles, Emiliano Villafuerte “El Moso”,
y Curro Recoba en punto de las 13
horas.
*Fotos: Ramón Sienra.
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