La tercera y última corrida de la Feria del Toro en Teziutlán se llevó a cabo ante tres cuartos de entrada en la Plaza de Toros “El Pinal”. Se lidiaron siete toros de la ganadería De Haro, bien presentados y de juego desigual, destacaron 3º y 6º.

Luis Pimentel: pitos.

José Luis Angelino:palmas y orejas.

Fabián Barba: salida al tercio y división de opiniones.

José Mauricio: silencio y palmas.

José Luis Angelino con el percal

En este momento confunden tu afición con locura, si bien desconoces a qué obedece tu comportamiento, consideras no hay nada más sensato que aprovechar oportunidades, correr la legua todo lo posible, escuchar otras voces, leer otros rostros, aprender nuevos suspiros, descubrir un pan más dulce sin que resulte hostigoso, resignificar los abrazos y pintar esperanza con el olor de la canela.

Lo sensato es pues corresponder, bravura con bravura se paga y salvo lo fortuito ya no puedes resistir las ganas de ver los cárdenos de plata con divisa tabaco y oro. Sin embargo, no ha sido la tarde para De Haro, no para don Antonio que puede pecar de sincero pero no de gastar el tiempo en oír adulaciones.

No ha sido tampoco la tarde de Luis Pimentel y sus caballos. Frente a RA #168 con 490 kg, un toro afeitado grotescamente al que no le hizo nada ni el rejón de castigo ni las banderillas; el rejoneador prefirió pedir la asistencia del subalterno Juan Ramón Saldaña a templarse y colocar bien los arpones; vinieron luego los Forcados Amadores de Puebla y estuvieron a punto de consumar la pega al segundo intento pero no lo consiguieron. El animal no tuvo la virtud de arrancarse siquiera a media distancia pero era fuerte y capaz de hacer mucho daño en sus terrenos, terminó por amarrarse al piso en la querencia y le complicó aún más el momento a Pimentel que lo despachó al otro barrió con un rejón de muerte bajísimo, tras ello hubo de soportar el retiro al burladero entre protestas de los aficionados.

A José Luis Angelino -y a quien se enfrente constantemente a este tipo de toros- le sacará a flote saber de qué van, lo hizo primero con el #85, Antojo pesó 510 kg, el tipo de toro que a cualquiera le hace ver su suerte, haciendo extraños desde la salida; picado sin medida lo mismo que suelto, el torero anduvo con cuidado pero sin miedo para torearlo por la cara y aguantar su mirada espía; la prueba terminó con estocada entera y tendida, palmas para el de luces.

Luego se enfrentó a Trompudo un cárdeno claro herrado con el #184 y 540 kg. Le dejó sentirse agusto con el capote, hubo una puya breve donde cumplió; enseguida tumbó un burladero mal puesto y propició un tercio de banderillas accidentado, Angelino fue víctima de la arena floja, tropezó y quedó a merced del burel, ese momento decisivo lo salvó Luis Pimentel con un quite a cuerpo limpio. José Luis le brindó el toro, la plaza se puso a sus pies para desbordarse en aplausos ante el brindis entre caballeros, eso es la auténtica defensa de la vida, actuar que no ver, atender y no predicar una moral rancia que no salva; obras son amores…

De caballero a caballero

Y los toros, doctos en poner a prueba más que el valor la sapiencia, este quinto de la tarde tuvo la virtud de transmitir y el gran defecto de salir suelto de la tela roja, el matador logró sujetarlo un poquitín y tras reventarlo con el estoque el juez le concedió las orejas.

Llegó el turno de Fabián Barba y Dichoso #128 con 508kg, el más claro de la corrida. El hidrocálido lanceó con un percal sútil y reposado por verónicas, llevó al De Haro hacia el piquero que le dejó la vara atrás en tanto el morlaco empujaba para sumar buenas notas, tuvo además la cualidad de repetir y mantenerse fijo, en cambio Barba jamás pudo romperse, técnico pero no sentido. Con ello ha quedado claro: de estos toros se sabe más de oídas que de embestidas. El toro tuvo calidad, fue bueno pero a Fabián le sucedió lo que a ti y a tantos, salir al toro como a la vida con prejuicios impide fluir, las dudas no permiten avanzar, para recibir también se necesita confiar y darse.

Barba con el De Haro

Hacia el final de la faena se coló en la Plaza el sol de media tarde, soñoliento y nostálgico de lo que pudo ser, un sol que ahoga el suspiro de cuando no se está puesto con el toro bueno.

O con el toro que le hace honor a su nombre: Efervecente #188 pesó 530kg, apenas lo saludó el hidrocálido y le mandó a pelear en varas; nadie quiso hacer bullicio con el toro, el matador ni siquiera lo brindó. El morito se mantuvo en los medios, pidió muleta no pausas, Barba prefirió los pases llamativos para salvar su aliviada actuación ante un De Haro con mucha transmisión, con ese nervio que cautiva al aficionado pero no a quienes eligen la profesión. Entre azul y buenas noches la suerte suprema, división de opiniones y tus palmas para los restos del animal.

A José Mauricio le salió un toro vestido de luto, Desbordado #53 con 560kg, guapo e incierto como la noche. Pasó el examen del puyazo pero no así el de la muleta, ahí todo fue del matador, el burel metía la cabeza en dos pases y al tercero derrotaba, lo más complicado fue matarlo y tras un espadazo abajo la plaza se quedó callada ahora vestida con un sol intenso.

Firme José Mauricio

Igual de complicado le resultó matar a Gritón el #104 de 520kg a quien le tocó cerrar plaza. Otro sin mucha clase pero que nos deleitó con su pelea en el caballo, quizá quedó crudo o quizá simplemente nunca se empleó, suelto sin más y Mauricio alegre, seguro, sereno con ganas de lidiar.

No ha sido, pero será. Porque donde hay esmero y paciencia habrá de nacer el toro de bandera, porque donde hay amor hay bravura y ahí no falta nada.

*Fotos: Juan Ángel Sainos