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Visite nuestra ficha del festejo. Sabiamente dicen los mayores que, en caso de
no tener nada bueno que decir, es mejor guardar silencio. No solo es una cuestión
ética, sino también una cuestión de comodidad, de fluidez de ideas y de texto. En
consecuencia, dedicaré un breve párrafo de este escrito a expresar mi opinión
al respecto de lo vivido en la octava corrida de la Temporada Grande, en el
entendido del grande prejuicio con el que me enfrento al toreo de los espadas de
la tercia de este festejo. Y es que el toreo de los tres está moldeado con el
mismo cartabón: el toreo de los pueblos, hecho para conseguir la reacción
pronta del respetable con el relumbrón, importando poco la verdad y el clasicismo
del toreo. Así, navegando entre faenas desestructuradas,
gritos, zapatillazos, desplantes, poses grotescas, achuchones, y sobre pies, se
despachó un estupendo encierro del encaste Atanasio
Fernández del hierro de Barralva. Complementó la corrida un
toro de regalo encaste saltillo, igualmente bueno, aunque no de bandera. En
conjunto y en resumen, seguramente la mejor corrida de la temporada hasta
ahora, que transitó en matices desde la dureza de la casta áspera, hasta la
nobleza y la clase. Todos, además, acudieron al caballo con prontitud, y
pelearon con fiereza. Algunos lo hicieron en la querencia, dada la célebre
tendencia de los atanasios a salir sueltos en el primer tercio de la lidia, y a
la incapacidad de los terceros que acompañan al caballo que guarda la puerta de
cortarles el viaje. Enhorabuena, pues, a los señores Álvarez Bilbao por su
corrida. Los seguidores de este tipo de espadas
acudieron en número decoroso al embudo, cubriendo unas cinco mil localidades
del embudo aproximadamente. Volvían los tres espadas al coso tras dilatada
ausencia. Por delante fue Alfredo Ríos “El Conde”, torero jalisciense que
tras veincinco años de alternativa, y veinte actuaciones en La México se
despidió de este albero. Abrió plaza Carasucio
–n. 438, 546 kg. –, espectacular negro bragado y veleto, que presumió su
edad durante toda la lidia. Fue un toro bravo, seco en su comportamiento, un
poco áspero, pero sin malas ideas. Había que poderle, definitivamente. El Conde
estuvo decoroso, firme, y valiente en los tres tercios. Un buen quite por chiculinas,
escalofriante el péndulo, y algunas buenas series por ambos pitones. Mató de
estocada defectuosa y, gracia de Santa Claus, le otorgaron la primera oreja. Porfía del Conde en su despedida Hizo cuarto Pitinesco –n. 445, 512 kg. –, un toro con mejores condiciones de movilidad
y desplazamiento al que el Conde le hizo una faena más utilitaria que de
sentimiento, quedando un poco por debajo de la calidad que tuvo el toro. Encima
de todo, la concurrencia estaba mucho más ocupada exigiendo que la banda tocara
Las Golondrinas, que en lo que pasaba
en el ruedo. La pieza musical nunca llegó, pues sabían de antemano que habría
toro de regalo, y la faena nunca rompió.
El regalo saltó a la arena ya en un estado de
pachangón y etilismo sencillamente espectacular, que había inundado el coso. Siempre Juntos –n. 517, 470 kg. – fue el
de la despedida. El Conde ahora sí gustó y se regustó corriendo la mano por el
lado izquierdo, en tandas breves y reponiendo terreno, pero que tuvieron mucha
calidad cuando el torero se paró y toreó al natural muy erguido, pasándose
cerca al último toro de su carrera en la capital. Mató de estocada defectuosa y
le dieron otra oreja pachanguera. Hubo momentos de calidad en los últimos trazos del Conde El sitio de torero importante de Uriel Moreno “El Zapata” es indudable, igual que la entrega de sus
seguidores. Enhorabuena a ellos por su triunfo. Cardicito –n. 433, 520 kg. – fue el primero del lote, un toro noble
y bueno, con el que el tlaxcalteca puso lucir recibiendo por lances, quitando
por mandiles, y poniendo sus acostumbradas banderillas. El coso fue una locura
durante el segundo tercio a pesar de lo sumamente defectuoso de la colocación
de los palos. Con la muleta hubo una enorme tanda de derechazos rematada con
cambio de mano, enmarcada en un trasteo insulso en el que se fueron poco a poco
las mejores embestidas de un gran toro. Mucho mérito tuvo volcándose en el alto
morrillo del burel para dejar una estocada entera, contraria y tendenciosa. Tras
un descabello y un aviso (que debieron ser dos), cortó una oreja muy ratonera.
Hizo quinto Caratuerto –n. 414, 585 kg. –, precioso castaño, que tuvo un buen
inicio, pero que después de desfondó. El Zapata estuvo fiel a su línea, y
cosechó los aplausos de quienes le fueron a ver después de tres años de
ausencia. La estocada del Zapata, jugándosela José Luis Angelino
tuvo una tarde
sumamente desconcertante. Hizo tercero de la tarde Gorrión –n. 441, 462 kg. –, que le permitió lucir en capote y
banderillas. No obstante en la muleta se tornó en un toro áspero y exigente,
que necesitaba mando. El tlaxcalteca solo le vio la cara cuatro minutos y echó
a matar, acertando en el primer intento. Le tumbó una oreja al buen Farolero –n. 439, 519 kg. –, burraco precioso,
codicioso, y con clase, visiblemente más joven que sus hermanos. Angelino
estuvo desaseado y sobre pies en una faena larga, con la que la gente, ya muy
enfiestada y alegre, se volcó. Mató de estocada y cortó una oreja benévola, en medio
de una inexplicable petición de la segunda.
Angelino sumó otra oreja en su carrera La próxima semana, corrida de rejones. Jorge Hernández Gárate, Emiliano Gamero, y Luis Pimentel despacharán un encierro de Enrique Fraga. ¡Feliz Navidad a todas y todos los amigos
aficionados taurinos de mundo y sus apreciables familias!
Fotos: Luis Humberto García "Humbert"
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