Parece que fue ayer y, sin embargo, en estos días, la firma Hidroteco, S.A. ubicada en Alicante, termina de cumplir sus primeros veinticinco años de vida. Quien suscribe, de forma personal, se congratula de tan celebrado hecho puesto que, dichoso de mí, viví muy de cerca la creación de dicha empresa; digamos que fui testigo presencial del nacimiento de la “criatura” y, ahora, al comprobar su mayoría de edad, siento un gozo especial. Debemos de convenir que, en los tiempos que corren, el tiempo aludido, para una empresa, es un logro importantísimo; tampoco Hidroteco es la primera empresa que cumple los primeros cinco lustros de vida; pero no es menos cierto que, en este tiempo que hemos vivido, digamos en este período concreto, hemos visto nacer y morir a cientos de empresas, por tanto, la referida firma, bien merece un reconocimiento.
Al respecto de las empresas, las mismas, en ocasiones, las queremos ver como algo alejado de las personas y, la falacia es tremenda. Personas y empresas, unas con las otras, van entrelazadas por ese cordón umbilical que es el entendimiento entre las empresas y las personas que las dirigen. Se denominan sociedades mercantiles las empresas porque, su razón de ser, es obtener dividendos, algo lógico y humano cuando se persiguen de la forma más lícita y honrada. Pero todo eso no tendría su razón de ser si no fuera porque, detrás de cada empresa, sin lugar a dudas, hay un gran ser humano – o un equipo- que las dirigen. Por tanto, lo bueno y lo malo que una empresa nos pueda deparar, sin lugar a dudas, es obra de un ser humano, hombre o mujer, pero poseído de un corazón que siente y palpita. En este caso, Hidroteco se creó con la finalidad de obtener beneficios, algo admirable cuando, la susodicha empresa, ha caminado por los senderos de la rectitud y la honradez en todos los años vividos. Bien es cierto que, los empresarios, a su vez, quizás sin proponérselo, al final de la contienda van creando lo más hermoso que pueda atesorar una sociedad que se precie; es decir, puestos de trabajo que, con ello, empresa a empresa, han construido el bienestar general del que ahora disfruta la España que vivimos.
Parece que fue ayer pero, como antes decía, han pasado veinticinco años desde aquel día 12 de noviembre de 1980 cuando, Pepe Sanmiguel y Juan Fernández Azcutia, dos muchachos ilusionados, me comunicaban la apertura de su empresa. Dos hombres catalanes que, recalaron en Alicante con la ilusión de cubrir lo que ellos entendían una carencia en el mercado de las calefacciones, de ahí, el alumbramiento de su empresa llamada Hidroteco. Los hechos han demostrado que les asistía toda la razón en su planteamiento y, cinco lustros después, la humilde empresa que ellos crearon, es ahora una palpable realidad en una empresa puntera en el ramo de la calefacción teniendo una gran plantilla de empleados y, por consiguiente, una facturación digna de encomio. Sanmiguel y Azcutia, como otros hicieran, podían haberse aletargado en su menester empresarial y, por el contrario, haciendo lo que debían, consagraron su vida en honor de su empresa y, su tarea, jamás resultó ser baladí; las pruebas, así lo dicen y cantan. Queda claro que, el ejemplo de estos hombres, como otros miles de empresarios españoles, son el referente, el punto de encuentro para demostrar que, una sociedad que se precie, tiene que sustentarse con la creación de empresas y, los señores aludidos, por su labor, merecen el honor que en realidad les corresponde.
Me cabe la fortuna de contar con la amistad y el cariño de estos hombres, es decir, Pepe Sanmiguel y Juan Fernández Azcutia que, en unión del su director comercial, Francisco Sánchez Martí, han formado un triunvirato admirable que, gracias a su tenacidad, tesón, inteligencia y sentido mercantil en la más honrada expresión de la palabra, han construido una empresa sólida a la cual, por los devenires de la misma, se le augura un futuro prometedor. No es para menos puesto que, el trabajo bien hecho, al final, tiene un premio y, estos hombres ya lo han logrado. Mi más sincera enhorabuena y toda mi admiración.