No podemos hablar aún de una conquista, pero si de un torero que busca ganarse el corazón de la afición mexicana a base de la verdad.
Sebastián Castella ha regresado a México tras su confirmación en el año 2001 y la novillada final del Encuentro Mundial de Novilleros cuando realizó una gran faena el 14 de mayo de 2000 que malogró con el acero.
El torero galo se ha ganado, la tarde del domingo 13 de noviembre, el respeto y la admiración del público azteca al realizar tres faenas llenas de verdad con la disposición de asumir las consecuencias de la quietud con la firme convicción de ser un torero honrado sin trampas.
La propuesta taurómaca del francés se basa en el incontenible valor y el aguante que dan sustento a una arquitectura convertida en clase. Al público le ha emocionado ver un torero que se juega la vida en honor a la verdad.
Los trazos de Castella el pasado domingo se han caracterizado por la clase y cadencia. Varios arropones que no amedrentaron el ánimo ni la disposición del joven torero que con gusto regresaba a la cara del astado para satisfacer sus ansias de ser figura del toreo.
Haciendo un análisis más detenido en cuanto a sus maneras, encuentro a un Sebastián que por buscar tanta verdad y demostrar su concepto del valor y la quietud, al final de los muletazos queda muy encima de los toros sin reponerse y dar la distancia adecuada, es por eso que se le ve a merced de las reses.
Algo que se debe destacar del torero francés, es la inventiva en el transcurso de la faena, es decir, cambiados por la espalda, cambios de mano, trincherillas, desdenes, etcétera, todos ellos en momentos inesperados lo que hace que el público esté atento a cada uno de sus movimientos en el redondel.
Quizá gran parte del público mexicano no le recordaba, pero llegó a nuestros oídos cada uno de los resultados de sus actuaciones este año en Madrid donde se comenta, le negaron la Puerta Grande ganada a ley.
Pudo haber salido a hombros del coso mayor, pero no anduvo fino con el acero lo cual no fue tomado en cuenta por el público que supo reconocer el esfuerzo y el valor de su actuación.
Poder, aguante, sitio, oficio, técnica y valor. Ese es el resumen del Sebastián Castella que hemos visto en México y que, de seguir en ese tenor, en unos cuantos años, podría convertirse en un torero francés, predilecto de la sensible afición azteca.