Frente a dos exponentes máximos de la torería mundial como El Fandi, que encabeza la estadística española, y Talavante, la gran revelación del momento, el peruano Roca Rey se ungió como matador de toros con un triunfo total, bello e inapelable. Cortó dos orejas en un mismo toro y salió a hombros de la plaza mientras que sus célebres alternantes lo hacían a pié, sin trofeos.
Con buen clima y tres cuartos de plaza, el pasado domingo 05 de noviembre, se lidiaron tres toros colombianos de Achury Viejo (1º, 5º y 6º) que, descastados y con dificultades, terminaron aplomados; y tres nacionales de Roberto Puga, aplaudidos en el arrastre el segundo, noble, con clase y buen son en la muleta, y el sexto, bravo y noble. En general, los seis bien presentados con edad y pitones.
Tarde de toros para el recuerdo. Quienes estuvimos en la plaza, vimos con orgullo subir al podio de los elegidos a un torero peruano quien, con capote, banderillas, muleta y estoque mostró que está preparado para ocupar un lugar importante en la torería mundial. Deseos, entrega y pundonor para lograrlo, le sobran.
Debo confesar que, no habiéndolo visto torear desde su última presentación en Acho, hace un año, y reconociéndole las calidades que tiene, abrigaba dudas si daría la talla dentro del cartel anunciado. Por ello, cuando El Fandi, el más espectacular matador banderillero de todos los tiempos, lo invitó a colocar banderillas con él en el toro que abría el festejo, no pude evitar que un escalofrío me recorriera el cuerpo. “Lo va a reventar” –pensé- “lo dejará en ridículo”. Soy conciente que es muy difícil lucir siquiera decoroso para no desentonar frente a un fenómeno con los palos como El Fandi, pero luego pude comprobar que, con Roca Rey, mis temores no tenían justificación. No sólo estuvo decoroso sino sensacional con las banderillas y entre ambos brindaron el mejor segundo tercio que hemos visto en Acho, en mucho tiempo:
Solos los dos en el ruedo, los subalternos tapados. El primer par del granadino es a la moviola (retrocediendo de espalda, dándole la cara al toro) pero a cabeza pasada y clavado trasero; gallea con el toro y lo pone en suerte para Roca Rey quien, citándolo de frente, retrocede casi hasta las tablas para –decidido- ir al encuentro del astado que le espera, sin arrancarse, obligándole a exponer y aguantar mucho antes de provocar la reunión y clavar un gran par de poder a poder, en “la pepa” –como se dice en el argot taurino. No podía creer lo que estaba viendo. Había superado el primero puesto por El Fandi quien, no dispuesto a dejarse ganar la pelea, lo puso nuevamente en suerte, esta vez alternando con el nacional, que se mostraba relajado y sereno como si este tipo de cosas lo hiciera todos los días. El toro lo espera una eternidad y no se arranca. El Fandi, para incitarlo a embestir, pasa en falso por los adentros obligándolo hacer hilo con él, gira sobre si mismo en la cara del burel y clava impecablemente a la moviola. Nuevo galleo a cuerpo limpio de ambos matadores hasta lograr que el toro se detenga. Desde el tendido, el público bate palmas enfervorizado mientras los toreros se abrazan. ¡Qué bella es la fiesta!
David Fandilla El Fandi
Con ese, su primer toro, El Fandi inicia su trasteo llevándolo a los medios en donde pone voluntad y empeño para sacarle faena a un animal descastado que embiste descompuesto, se cuela por ambos lados y se acaba pronto. Los pases son uno a uno, sin ligazón posible. Lo mata de una entera que lo hace rodar sin puntilla. Pitos al toro. Palmas al torero que agradece desde el tercio.
Su segundo, un precioso castaño, con cuajo, bocinero, ojo de perdiz, enmorrillado y bien armado, lo recibe con lances a la verónica sacándolo a los medios. El toro repite al caballo de Yaco (padre). Se luce en tres pares de banderillas: de poder a poder, a la moviola y al violín luego del cual hace hilo y recorre la plaza de espaldas frente al toro hasta que éste se detiene. Mientras brinda al público el toro se arranca y trata de embestirlo pero, con un quiebro, se deshace de él y continúa el brindis con naturalidad. Inicia su faena de muleta de rodillas y logra en esa posición buenos derechazos. Ya de pie, pega series por ambos lados pero no se acopla al ritmo de la embestida del toro que repite y se vuelve pronto; pierde pasos entre muletazo y muletazo, algunos de los cuales son de muy buena factura. Larga faena de la que queda la sensación que el toro estuvo por encima de su matador quien no logró sacar todo lo que llevaba dentro el animal. Lo mata de pinchazo, metisaca y estocada arriba. Palmas al toro. Ovación al matador que da una vuelta al ruedo con algunas protestas del público.
Fernando Roca Rey
Con la moral alta luego del gran tercio de banderillas protagonizado con El Fandi en el toro anterior, sale al ruedo “a por todas”. El toro (de Puga) en un bello burraco, algo esmirriado de carnes que, de inicio, se espanta de los capotes y el público protesta. Luego acude bien al de Roca Rey que lo veroniquea sacándolo al tercio. Lo lleva al caballo de Pedro Cárdenas donde toma bien un puyazo. El quite es por chicuelinas alternadas con tafalleras. Invita a El Fandi a compartir banderillas y se lucen como en el toro anterior, galleando y colocando en suerte al toro a cuerpo limpio. Roca Rey se adorna pasando en falso para girar y clavar “asomándose al balcón”, El Fandi coloca un espectacular par a la moviola y cierra el tercio Roca Rey, pasando por dentro. El público entusiasmado aplaude. Brinda al respetable y en el centro del ruedo pone la montera sobre sus pies y, sin moverse un ápice, hace pasar al toro con pase cambiado por la espalda seguido de otro de pecho -dos veces- para luego instrumentar una serie de derechazos en el sitio. Suena la música. Dos series más por la derecha, estupendas, clavado en la arena, mandando y templando a un toro noble y con clase, que mete bien la cabeza. Los naturales le salen soberbios en una serie que remata con sensacional desplante. Todo en un palmo de terreno. Otra serie por la derecha en la que inspirado intercambia un pase cambiado por la espalda. Está en torero, parsimonioso y confiado, sus gestos y actitudes son ponderados y no descompone la figura en ningún momento. Finaliza su labor con manoletinas. Se echa a matar con fe y logra una estocada, ligeramente desprendida, que hace rodar al toro sin puntilla. Palmas al toro en el arrastre. Le conceden dos orejas pero, ante la protesta de algunos del tendido, guarda dignamente una en la chaquetilla y da la vuelta con la otra.
Su segundo lo lancea a pies juntos, sin moverse. Yaco II, como en todas sus intervenciones en lo que va de feria, pica bien y se retira entre aplausos. Notable el desempeño de este joven picador que junto con su padre Yaco I, César Caro y Pedro Cárdenas están dando brillo a la suerte de varas en la presente temporada. El quite es por chicuelinas, luego de lo cual toma los palos y pone tres pares: El primero de poder a poder “asomándose al balcón”, en el segundo se luce pasando en falso y clavando en lo alto y el tercero, con banderillas cortas con la que cita de rodillas y clava de pié, al quiebre. Entre las palmas del público, se escucha una voz que desde el tendido exclama: “¡Tarde peruana de lujo!”. Con estatuarios inicia su faena de muleta que la realiza en el centro del ruedo. Logra series ligadas y templadas a un toro soso y descastado, que se va apagando en la medida que trascurre la faena. Sin motivo que lo justifique, alarga el trasteo y el público protesta. Luego de dos intentos fallidos de matar sin muleta logra gran estocada utilizando la pañosa que, sin embargo, no tiene efecto inmediato y tarda en doblar. Silencio al toro. Silencio al matador.
Alejandro Talavante
Su primero, no embiste los capotes y huye de los caballos. Finalmente, en medio de un desordenado tercio de varas, recibe hasta tres puyazos. El tercio de banderillas es un desastre, el banderillero español Plaza ni siquiera hace el intento de clavar el par y las pone una a una. El toro embiste la muleta y el matador logra algunos muletazos de calidad. El toro se acaba pronto y el torero no muestra mucho entusiasmo de lograr faena. Lo mata malamente de cuatro pinchazos, estocada y cinco descabellos mientras le tocan dos avisos. Silencio al toro. Silencio al matador.
A su segundo lo recibe con lances a pies juntos. Cesar Caro lo pica bien y es aplaudido. Santi pone dos excelentes pares de banderillas, dejándolo llegar y cuadrando en la cara del toro antes de clavar. Son excelentes los estatuarios iniciales pero luego la faena se va a menos con pases sueltos, sin ligazón, a un toro que se va apagando hasta quedarse parado. Nuevo fallos con los aceros y se silencia su labor.
Nota aparte a destacar es la excelente dirección de lidia de El Fandi quien estuvo permanentemente atento a todo lo que ocurrió en el ruedo, trasladándose de burladero a burladero para estar cerca de la acción e intervenir al quite, en caso necesario.