El día del aciago suceso, me encontraba yo en la emergencia del hospital de Filadelfia atendiéndome la urgencia de estas dolencias mías que no me dan respiro ni aún cuando, sintiéndome algo mejor, aventuro un viaje lejos de mis terruños para visitar a mis hijas que no veo hace varios años. Fue por ello que no me enteré, hasta el dia de ayer, de tan lamentable deceso del cual no pude dar noticia oportuna en este portal, como habría sido mi deseo y lo ameritaba tan importante personaje de la fiesta de toros en el Perú, como fue ese entrañable amigo que conocimos como Raúl de la Puente Raygada. Ello me pesa en el alma y para subsanar en algo mi involuntaria omisión, rompo el silencio de muchos meses en esta sección de opinión, al que me postró mi debilitada salud, para rendirle homenaje al amigo que se fue.
Raúl de la Puente
Fue Raúl, para mí, más que un amigo, fue también consejero y maestro aún cuando nuestra forma de encarar la crítica taurina fuera distinta. Mucho antes de conocerlo personalmente, seguía con avidez sus escritos y crónicas en las que con elegancia comentaba lo acontecido en los ruedos, con mesura en el elogio como en acusar y señalar los defectos que apreciaba. No ocultaba nunca la verdad, aun cuando su forma de decirla fuera desapacionada y serena. Había que leerlo entre líneas para comprender la verdadera magnitud del elogio o censura que siempre estaba implícita en su forma de decir las cosas. Es quizás por ello que siempre fue respetado y apreciado tanto por taurinos como aficionados entre quienes se contaron numerosos amigos que hoy extrañan su presencia.
Mi amistad con él empezó cuando en el año 1985 me solicitaron me hiciese cargo de la dirección de una revista de toros lo que acepté con la condición de que fuese Raúl de la Puente el comentarista de la Feria del Señor de los Milagros y demás festejos taurinos que se dieran en Acho. Cursé formalmente una carta a Raúl invitándolo a formar parte del equipo cosa que, luego de una reunión en la que se afinó el acuerdo, él aceptó. Pasados los años me confesó que nunca le habían solicitado su colaboración por escrito, como lo hiciera yo con esa misiva que guardaba en su archivo de recuerdos.
Desde entonces a la fecha nada enturbió nuestra amistad que yo valoro, no sólo por el calor humano que me brindó sino por las innumerables tertulias que sobre asuntos de toros mantuvimos durante varias décadas. Algo mayor que yo, rememorábamos juntos hechos importantes ocurridos en Acho, como la presentación de Manolete en Lima, que él recordaba con claridad cuando era ya un joven y presenciaba la corrida al lado de su padre, el recordado crítico taurino Lizandro de la Puente Don Equis, mientras que para mi era un recuerdo de mi niñez cuando, aun sin capacidad crítica, acudía a la plaza con mi padre.
A los amigos que lloran su desaparición, en especial aquellos que cultivaron su amistad desde los remotos tiempos de su juventud como Moisés Espinoza Zárate y Luis Felipe Quevedo Valderrama, al inefable Pato Vera Tudela, que supo acompañar y cuidar de él en sus momentos difíciles, a Rosita, su inseparable compañera de los últimos tiempos, a sus hijos y familiares, quiero hacerles llegar mis sentimientos de pesar con los de los colaboradores del portal Opinionytoros.
Raúl de la Puente Raygada, descansa en paz.