Ojo señores, mucho cuidado, hemos pasado de la “indultitis”, enfermedad crónica que desde aquí advertíamos había llegado ya a Europa, a una enfermedad aún más peligrosa y contagiosa, la “fiestitis”, esta es una mutación de la “indultitis” pues invade a los asistentes de las corridas en Colombia y los lleva a pedir el indulto de cualquier toro que medio meta bien la cabeza en la muleta porque, y esto es lo grave del asunto, corrida sin indulto no es corrida. Seguramente será para poder rematar de mejor manera, no lo sé, o para poder contar a los amigos y conocidos que se estuvo en una corrida con indulto, como si eso fuera el culmen de la cosa. ¿Te acuerdas?, si, si, claro, la corrida de los dos indultos, que buena vaina carajo!! y ese remate, Uff buenisimo… pero, ¿y alguien sabe el resultado posterior de esos toros en el campo? Es que las ganaderías se derruen por ahí, a Guachicono le pasó y le costó un mundo levantarse, a los herederos de Ernesto Gutiérrez también les pasó, a Don Jerónimo, que le indultaban cuando coloradito embestidor saliera al ruedo, la ganadería se le escapó de las manos, el mismo César puede estar pagando tanto indulto forzado de los últimos años, aquí no vale aquello de esperar cuatro o cinco años para ver quien llevaba razón, no, no, aquí vale es la verdad del toro bravo y la verdad del toro bravo está en el caballo
Pero todo empieza precisamente por ahí, por el desconocimiento que hay de que la bravura del toro, y la bra-vu–ra del toro se mide es en el caballo, y al toro se le indulta es por bravo. Pues no, el inconsciente colectivo de la afición colombiana se asienta en que al toro en el caballo hay que cuidarlo y darle el menor castigo posible porque pobrecito el animalito y porque el matador se quedará sin torito para su labor de muleta, cuando es precisamente en el caballo en donde se puede ver todo el esplendor de ese increíble animal que es el toro.
Pero lastimosamente así es, el público no conoce y de seguir así no conocerá nunca la función de la suerte de varas y si al público le importa poco pues al torero no le interesa en lo mas mínimo esto, mostrar al toro, que digo mostrar, medir la bravura del toro, aquí lo que importa es forzar el indulto a como de lugar y luego que se apañen como sea.
No se han dado cuenta que el indulto es un premio excepcional y que de tanto repetirse y repetirse pasa a ser purito paisaje, los apoderados creen que eso vende mejor a sus toreros cuando en Europa pasan de esto porque saben que va de jolgorio, aunque allá estén cayendo en lo mismo, recuerden a “Idílico”.
Hay muchos espectadores, me resisto a denominarlos como aficionados, que van predispuestos a todo, tiene dentro de si los dos virus al mismo tiempo, el domingo en la Santamaría había pañuelos desde la tercera tanda del toro, un exabrupto, el domingo anterior también se indultó un toro que ni se pudo ver en el caballo, pero recuerden…., en Agosto se indultó un novillo en un festejo sin picadores, ya no cabe más. Por indultar toros como los indultados en las dos últimas tardes, luego nos tenemos que tragar tres como los primeros de Las Ventas que vimos, así que multipliquen.
Muchos aficionados han puesto la pica en Flandes y han denunciado de manera sucinta pero estremecedora y con total agudeza y verdad que de seguir así, con este desborde de jolgorio e indultos, vamos sin remedio para un ballet sin ton ni son en donde será mejor acabar la suerte de varas antes de seguir con la parodia de hoy.
Hace falta también que por unos años los palcos presidenciales se ajusten muy bien los pantalones, como en su momento hicieron en Bogotá con un toro de Rincón que el mismo toreó y de esta manera tratar de sentar doctrina y educar a tanto espectador que va a la plaza embuído de las peligrosas y contagiosas “indultitis” y “fiestitis”.