Cada cual puede sacar las conclusiones que quiera de lo sucedido el domingo en las urnas, cada cual a su manera, pero quizá la más visible sea a la que menos atención se le preste.
Hubo elecciones el domingo en toda España a través de los ayuntamientos y tras ellas lo más llamativo sean las lecciones que dieron los votantes. No porque se portaran bien sin romper urnas ni esas cosas, sino porque en el ejercicio de su derecho ciudadano otorgaron lecciones en todas las direcciones.
Lecciones al partido en el poder, el PSOE, que se creía el ombligo del mundo con su caminar errante; lecciones a quienes piden democracia en la Puerta del Sol ignorando que la tienen en sus manos, salvo que la quieran impuesta a sus gustos -que va a ser que sí-; y lecciones a quienes en la oposición creen que es suficiente con esperar, cuando hace falta remover el árbol para que caiga definitivamente como fruta madura, y pasada, un gobierno totalmente fundido y aferrado al poder pese a sus muchos errores y prepotencia.
Lecciones para tantos que siguen creyendo que un partido político es el que permanentemente mira y les habla del pasado, cuando hace falta mirar para el futuro ejerciendo una muy buena gestión. Además, los valores o costumbres no pueden ser dirigidos o prohibidos, como vienen pretendiendo, sino dejar que sean patrimonio de cada individuo. La sociedad dice basta pero quedan demasiados aferrados al abuelo o a un pasado que ya huele a demasiado antiguo y caducado.
En pleno siglo XXI no se puede tener siempre presente el primer tercio del siglo pasado y de ahí la lección del electorado que ve más urgente y lógico atender las necesidades del presente y salvaguardar el futuro. Lección para quienes para ocupar el poder de las últimas elecciones generales engañaron a todos diciendo ¿qué crisis? e insultando a quienes la veían de forma clara. Por eso ganaron y por lo mismo ahora han perdido. Engañaron entonces y engañan ahora echándole la culpa a la crisis de su estruendosa derrota.
Los cinco millones de parados y los malos datos económicos no son producto de la crisis internacional. ¿Si afecta a todos porqué Alemania, Francia, Holanda y otros no padecen los mismos males? Sencillamente porque lo que aquí en España padecemos no es solo la crisis económica sino que padecemos los peores gobernantes que se pueden tener. Más de dos millones de personas se han dado cuenta cambiando su voto, aunque me parezcan pocos dado que eran elecciones locales, y pueden ser muchos más en cuanto dejemos de mirar nuestras localidades y regiones.
No se puede mantener la mentira por más tiempo. Los grandes países, a pesar de esa crisis que ahora tienen siempre en la boca nuestros nefastos gobernantes, mantienen sus posiciones entre los países poderosos. Sólo España retrocede en todas las evaluaciones. A estas alturas, despilfarrada la herencia económica que les dejó el PP cuando llegaron a La Moncloa, ese retroceso solo puede ser culpa de quienes tenían la obligación de mejorarlo. Presumir de dar limosnas a los parados es tanto como presumir de ocuparse de cubrir con plásticos los cadáveres que se van encontrando en el camino; lo que hacen es taparlos no devolverles la vida.
Lecciones que bien aprendidas no dejan elección en su lectura. Nadie ha rechazado de plano a todos los alcaldes o presidentes socialistas de comunidades autónomas, sino que han aproximado el voto de castigo que merecía, y merece, el gobierno de Zapatero. La lección que el pueblo ha dado es que quieren elegir cuanto antes quien les gobierne de ahora en adelante.
La experiencia ha sido muy dura como para seguir sufriéndola. Bildu, los amigos de ETA, los separatistas y los gays han sido los grandes beneficiados de este gobierno. Los demás: todos al paro.