Son muchos y variados los sentimientos de los aficionados de Bogotá y en general de todas las ciudades del país en donde la actividad taurina es un recurso de distracción y sano esparcimiento por la arbitraria decisión del alcalde mayor Gustavo Petro de prohibir las corridas de toros en la primera plaza del país.
El descontento es total mas sabiendo que la actividad es lícita, amparada por la ley 916 de 2004, cuatro sentencias favorables de LA CORTE CONSTITUCIONAL y otras documentaciones legitimas que avalan el ejercicio taurino.
El sentimiento de animadversión de un solo individuo, está dejando en el aire a un enorme conglomerado que vive y tiene su sustento en el entorno del toro.
No ha recabado el señor Petro en el inmenso daño patrimonial que hace a la ciudad, dejándola deficitariamente lesionada en los recursos que le llegan al distrito por concepto de la temporada bogotana al rescindir el contrato con LA CORPORACION TAURINA DE BOGOTA.
Una ciudad con casi diez millones de habitantes que requiere del concienzudo trabajo de la primera autoridad municipal con problemas de inseguridad, movilidad, drogadicción, maltrato infantil, deficiencia en atenciones de salud y educación, problemática en vivienda y tantos otros ítems, no admiten espera; sin embargo el burgomaestre capitalino pegando bandazos ha traspasado los límites de la ineficiencia e ineptitud para afrontarlos con un gabinete que tampoco ha soportado sus desaciertos, teniendo que renunciar a sus funciones como colaboradores directos.
Su fijación obsesiva es acabar con la fiesta brava en la capital, permitiendo así el incremento del desempleo para una gran cantidad de personas que trabajan bajo la egida del toro bravo.
La protesta e indignación por el lamentable atropello falaz del alcalde Petro se ha dejado sentir en todos los estamentos taurinos. Aficionados, toreros, rejoneadores, subalternos, mozos de espadas, ganaderos, mayorales, empresarios y periodistas, han alzado su voz para decirle a quien otrora perteneciera a una columna terrorista, que los taurinos somos gente inteligente de bien, con personajes en sus filas de toda clase de ejercicios profesionales, eminencias del arte, la cultura y la ciencia.
Confiamos los taurinos en la divina providencia y en la justicia que se pueda ejercer ante la arbitrariedad, autoritarismo, dictadura y soberbio almacenamiento de resentimientos de un alcalde que llegó a su cargo en un abierto y libre ejercicio de la democracia. Así mismo se espera que actúe después del trabajo científico que hicieron recientemente los galenos en una delicada intervención quirúrgica en su cabeza.