Hasta cuando nos tendremos que aguantar los taurinos los ataques y manifestaciones de animadversión con la fiesta brava del señor Gustavo Petro, Alcalde Mayor de Bogotá?
No hay derecho a que dedique más de 12 minutos el burgomaestre capitalino en un discurso afrentoso y grosero, pronunciado en el recinto de la propia plaza de toros de Santamaría, aduciendo la defensa de los animales.
Cuando decidí votar por el señor Petro, pensé que su direccionamiento administrativo estaba encaminado a solucionar innumerables problemas sociales de la capital como el pésimo servicio de salud, el caos vehicular absoluto, la protección a los infantes de pocos recursos económicos, la defensa de trabajadores informales y un sinnúmero de ítems que aburriría al lector enumerar, pero nunca pensé en su ensañamiento con el sector taurino.
El hecho de haber destapado varias ollas podridas denunciando irregularidades en algunos funcionarios cuando fue congresista, me movió al hecho de llevarme a las urnas y votar por él, pero debo confesar mi enorme decepción, no solamente por su inoperancia y falta de ejecutorias eficaces en todos los sectores sociales, sino también por la puntilla que hasta ahora le está dando a la fiesta en la capital. Debo asumir que si hay justicia, el cierre de La Santamaría para la realización de las corridas de toros, será pasajero.
Gustavo Petro, quien hasta ahora se ufana de su triunfo, tendrá que arrepentirse del revés que les está dando a trabajadores de la fiesta directos e indirectos que se lucran de la temporada bogotana.
De donde van a salir los 1.200 o 1.500 millones de pesos que deja la temporada anualmente para el distrito?
Graves, muy graves las lesiones económicas que deja Petro en su administración con su arrogancia, prepotencia, autoritarismo, falta de sensibilidad y actitud dictatorial.
¡QUÉ PENA HABER VOTADO POR SEMEJANTE ADEFESIO!