Podría parecer un tema muy manido, reiterativo, pesado y muchas veces tocado. Pero lo cierto es que en el Perú, aún contando con un Reglamento Taurino en rigor, es necesario decir algunas palabras en este sentido.
Es primordial para que los festejos taurinos no decaigan, que se cumplan un mínimo de requisitos que dan al espectáculo el carácter que debe de tener. En el Perú se celebran muchísimas corridas de toros. Muchas más de lo que cree el común de la gente. Pero también es cierto que en la mayoría de los casos, la picaresca, el empresario de turno, los ganaderos compinchados, y los propios toreros se prestan a hacer el paseíllo en tardes donde la tradición y la autenticidad de la Fiesta, es vilmente mancillada.
Será un proceso, del cual gracias a que nuestro país está pasando por una bonanza de más de 10 años sin parangón en su historia, ya muestra atisbos de mejora. Ya son cada vez más plazas de toros donde se cumple mejor con el Reglamento, donde se pican los toros, donde se lidian toros y no novillos, donde se respetan los turnos, donde el rito taurino adquiere el necesario respeto.
Sin embargo, es curioso que en la plaza de toros más importante del país como es la Bicentenaria Plaza de Acho, aún es común que la Autoridad brille, no por su ausencia física, sino por su ausencia de criterio, conocimiento y saber hacer.
En la Feria limeña, especialmente la del año pasado, se han presentado las figuras más renombradas del escalafón español y nacional. Sin embargo, en la presentación de los toros se observó una disparidad de criterio que el público supo protestar. No es admisible que si de una plaza de primera se trata, puedan pasar la inspección veterinaria animales sin el trapío ni la edad que una corrida de toros exige. Por lo tanto, desde estas líneas y antes de que pasen más meses, hacemos un llamado a las instituciones que rigen este espectáculo para que tomen verdaderamente cartas en el asunto y hagan cumplir el Reglamento a cabalidad. Es fundamental ver TOROS en las plazas peruanas
El riesgo que corremos es muy grande. Grande como es la decepción del aficionado que paga una entrada a los toros y le pasan gato por liebre, o novillo por toro, para decirlo en nuestro idioma taurino. Ya no se tolerará más que salten al ruedo animales sin la presencia –en edad, peso y pitones- que una plaza de primera merece.
En la medida que se vean toros-toros en las plazas del Perú, pero muy especialmente en la Plaza de Acho, que es la de más solera y prestigio, se podrá mantener a la afición contenta y con ganas de volver a la plaza de toros. Si por el contrario, nos descuidamos en este vital aspecto, la ausencia y cada vez menor deseo de acudir a ver toros, nos lo habremos cargado todos, especialmente aquellos que son indiferentes ante esta realidad.
Por ello es que hacemos un llamado directo a las Autoridades para que "se pongan los pantalones" y hagan cumplir las reglas en beneficio de la autenticidad del espectáculo.