A pesar de la muy mermada actividad taurina no solo en Colombia sino en todos los países donde se practica la tauromaquia, es reconfortante ver cómo el esfuerzo de los novilleros se hace latente con la búsqueda permanente de actuaciones y labores de campo.
Es impredecible lo que pueda pasar cuando estos muchachos se conviertan en matadores de toros y como muchos otros no torean sino la corrida de su doctorado; sin embargo es auspicioso e ilusionante pensar que los veteranos, ojalá, puedan próximamente alternar con quienes han luchado a brazo partido hasta llegar a su meta.
Tanto en España y Francia como en México, los nombres de Juan de Castilla, Luis Miguel Castrillón, Sebastián Ritter, Santiago Sánchez Mejía, Sergio Blanco, David Martínez, Leonardo Campos “El Choni”, Germán Rodriguez y muchos más, serán quienes renueven la plantilla de toreros nacionales.
Ni qué decir de los novilleros españoles que con Posada de Maravillas, Rafael Cerro, Lama de Góngora, Luis Gerpe y Juan Millán, son los llamados a posicionar sus nombres como revelaciones autenticas que llamen la atención de los aficionados.
Se requiere únicamente la voluntad y el favor de empresarios y ganaderos para conformar buenos paquetes de novilladas que den garantía en las que los aspirantes puedan desarrollar sus aptitudes y corregir los defectos para ir puliendo sus dotes.
La cantera de novilleros colombianos en el exterior es amplia y con regocijo vemos como logran integrar carteles de ferias importantes como la de San Isidro tal como sucedió recientemente con el antioqueño Sebastián Ritter que dejó su sangre en el albero madrileño, sirviendo como plataforma para integrar carteles de otras ferias.
En los novilleros está el futuro de la fiesta; hay que apostar por ellos organizando mayor número de festejos, requiriendo también y de manera respetuosa el apoyo de los aficionados.