Es una verdadera pena que en los últimos días los medios de comunicación de Colombia, hayan tenido que dar cuenta de la violencia que se registra por parte de desadaptados sociales que de manera aleve han atentado contra la vida de hinchas de equipos contrarios a los de sus afectos.
El cierre de los escenarios deportivos ha sido el epilogo de estos terribles hechos con los consecuentes perjuicios para los equipos de Bogotá y de Medellín.
Preguntamos los taurinos ¿Cuándo las autoridades han tenido que cerrar en Colombia o en el mundo taurino, una plaza de toros porque los aficionados se agreden físicamente al punto de quitarse la vida?. Creo que nunca en la historia ha sucedido un hecho de estos.
Plaza de Toros de Santamaría
Sin embargo y para infortunio de los aficionados y detrimento patrimonial de la ciudad de Bogotá, contamos con un burgomaestre inepto que le quedó grande la ciudad sin poder resolver muchos de sus problemas y que motu propio cerró las puertas de la emblemática plaza de toros de Santamaría que por algo más de 81 años ha albergado a lo más granado de la torería mundial.
No reñimos en ningún momento con los aficionados al futbol ni con el espectáculo en sí, reñimos con la violencia que se produce dentro y fuera de los estadios y contra la incomprensión, falta de tolerancia, insensibilidad e ignorancia de los que dicen ser defensores de animales sin detenerse a pensar que detrás de la actividad taurina viven y comen miles de familias que se han visto afectadas por la medida arbitraria, impopular y atentatoria de los derechos de los ciudadanos que así sean minoría, tienen la facultad de escoger sus gustos en un estado democrático.
Es hora ya de definir situaciones y de exigir el derecho que tienen los taurinos de ver abiertas nuevamente las puertas de La Plaza de Toros de Santamaría que cumplirá su segunda temporada cerrada.
Hay que advertir a los intolerantes, atrevidos ignorantes ecologistas y anti taurinos por enésima vez que en la actividad taurina, se respira únicamente un ambiente de camaradería y buenas costumbres en los tendidos de un coso con barras y porras no bravas como en el futbol y en el que se disfruta de disciplinas artísticas como la música, la danza, la poesía, la arquitectura, la gastronomía, las artes plásticas y muchas otras que no generan ningún tipo de violencia en donde se admira la belleza, plasticidad, elegancia, inteligencia, valor y sensibilidad.