Uno de los grandes retos en el mundo taurino es la crianza del ganado de lidia, mantener los encastes, la bravura en todos sus matices, el trapío y todo aquello que conlleve a la formación de un toro para salir al ruedo; tiene estudios desde que se inició la selección del ganado bravo, y continúa siendo investigada por ganaderos, veterinarios, biólogos, agrónomos, zootecnistas, ingenieros en genética y toda persona ligada a la crianza del toro de lidia.
No conozco a ningún ganadero de reses de lidia, que críe animales mansos o descastados, todos ellos buscan en sus tentaderos tener los mejores vientres, las cuales tienen que ser atendidas por un semental escrupulosamente seleccionado. El ganadero y muchas veces los veterinarios y el mayoral, vigilan celosamente la genética familiar de cada animal de lidia, es decir, tener la mejor reata del encaste, para destacar o pretender ser líder en la cabaña brava. Cuando eso se logra, no sólo basta en tener una buena camada, sino mantenerla por años, para conservar un estándar regular de bravura, nobleza, codicia, galope, transmisión y movilidad, todo aquello que linda con la perfección, pero es muy difícil conseguirla y aún más difícil mantenerla en el tiempo. Ejemplos sobran: Santa Coloma, Murube, Coquilla, y otras.
La cabaña brava peruana desde hace más de una década, está siendo vulnerada, según mi óptica, porque estadísticamente cuando los indicadores te marcan un crecimiento sistemático en determinados periodos, entonces se convierte en un factor de tendencia. Si lo trasladamos al mercado de consumidores, podemos decir que el mercado lo regula a través de la oferta y la demanda, pero si hay un factor exógeno que ingresa como tendencia en crecimiento, puede desestabilizar el mercado. Eso es lo que puede pasar con las ganaderías de lidia en el Perú.
La Plaza de Acho, específicamente la Feria del Señor de los Milagros en el Perú, marca siempre una pauta taurina a nivel nacional, si bien no es fundamental ni determinante, pero sirve de patrón a otras ferias provincianas en el propósito de mejorar sus ferias, y como ejemplo vemos en los carteles del interior del país que dice: “banderilleros y picadores de la Feria de Octubre”, allí tienen una realidad de la influencia que tiene Acho sobre las demás plazas.
Desde 1995 la feria limeña ha tenido un alto porcentaje de ganado extranjero, también hay que remarcar que en años consecutivos se llegó a lidiar el 100% de cornúpetas traídos del exterior. Entre el 2004 y 2012 en la Plaza de Acho se han lidiado 156 toros colombianos; pero lo que me llama la atención es que en el 2013 a nivel nacional se han lidiado 143 toros colombianos. Es decir, en un año casi se ha igualado la importación de diez.
Es verdad que actualmente hay más ganaderías de lidia en el Perú, pero están en proceso de formación, aún no están consolidadas; otras por su extensión agrícola son pequeñas, y las más laureadas, sólo tienen palmares en provincias y no llegan a la feria más importante. Una es la ganadería que lo ha hecho, inicialmente con éxito, luego decayó y ha replanteado su presencia con carácter futurista. Las ventajas y desventajas de ésta situación ganadera será materia de otro análisis, pero definitivamente es preocupante la situación de la cabaña brava en el Perú.
|