Está más que demostrado que cuando se anuncian en carteles, figuras de máximo relieve artístico, los escenarios taurinos llenan sus tendidos de bote en bote tal como aconteció el pasado sábado 11 de enero en la corrida de final de feria en Manizales en la que se anunciaron en mano a mano a Morante de la Puebla y El Juli.
La corrida de Ernesto Gutiérrez Arango, no respondió a las expectativas de los aficionados pero eso no es culpa de nadie; les faltó raza a sus pupilos y ya está.
Ahora bien, la fiesta está atravesando por un momento difícil con permanentes ataques de ecologistas, animalistas y anti taurinos que deben ser resarcidos con espectáculos como el programado en la capital de Caldas pero haciendo el llamado para que los protagonistas y artífices del evento se coloquen la mano en el corazón y piensen que si los costos de sus honorarios no se reducen un poco, la fiesta está abocada a una crisis más aguda.
Los recursos económicos de quienes sostienen la fiesta que son ni más ni menos de los aficionados, están pidiendo a gritos una reestructuración y replanteamiento de ganaderos, toreros, subalternos, personal de plaza y administraciones municipales, para que se reflexione y los costos bajen para así no solo registrar un lleno en toda la feria, sino que sea tardes de llenos todos los días del serial.
Volver a épocas pretéritas como los llenos que presentaba la plaza de Cañaveralejo en Cali donde desde el mes de marzo estaba vendido todo el abono, sería el resurgir de las diferentes ferias que por altos costos tienen que fijar sus ojos en toreros que aún están en proceso de formación sin llenar los requisitos que avalen su categoría.
En manos de las llamadas figuras del toreo y los ganaderos, está el futuro de la fiesta tanto en Europa como en América.