Por todo lo que hemos podido saber de la actuación de Rodolfo Rodríguez El Pana en su presentación en Francia, en la plaza de toros de Sant Vicent de Tiroysse, tras algunas de las opiniones que se han vertido al respecto, sospecho que algunos no han sabido interpretar al Mago de Apizaco.
Digamos que, dentro del toreo, El Pana no es un torero convencional; es algo muy distinto a lo que todos entendemos como un torero al uso. Dentro de los ruedos, Rodolfo Rodríguez se desnuda por completo para entregarle sus hábitos a un personaje de leyenda llamado El Pana. Siendo la misma persona, nada que ver el uno para con el otro. El Pana, sencillamente, interpreta un papel que hace inmensamente feliz a Rodolfo Rodríguez, de ahí la empatía que uno siente por el otro.
Nos han llegado los ecos de lo que fue ayer su presentación en Francia y, conociendo al personaje, pocos datos necesitamos para interpretarle. Al igual que El Pana interpreta a Rodolfo Rodríguez, los aficionados debemos de saber interpretar, saber ver a El Pana en su auténtica dimensión que, en un segundo puede pasar del más absurdo histrionismo, a la magia insospechada de tres muletazos sublimes. Lo malo, lo bello, lo regular, lo insospechado, todo eso y mucho más sucedió ayer en Francia con El Pana, no en vano, su puesta en escena resultó de lo más rocambolesco que nadie pudiera imaginar; en el día de ayer, hasta luchó contra los elementos, -el agua-, pero al final, los aficionados franceses sonrieron con las genialidades del mexicano.
Un bello natural en las manos y sentidos de El Pana
Hasta el mismísimo Alain Juppé, ex ministro francés, se desplazó hasta dicha plaza para ver a El Pana, lo cual evidencia que la magia del diestro sigue vigente; muchos aficionados franceses dejaron de lado la última corrida de la feria de Mont de Marsán para ver a El Pana; la chance, merecía la pena.
Dentro de la torería del mundo, aunque le pese a muchos, debemos de reconocer que El Pana es distinto y único en sus genialidades; jamás torero alguno se interpretó a sí mismo y, ese honor le cabe al ciudadano llamado Rodolfo Rodríguez, el que se deja llevar por El Pana; Rodolfo, un señor que merece todos los respetos por lo que ha sido su carrera y en la que a sus 63 años, sigue siendo capaz de darle vida al mítico personaje que él creara hace más de cuarenta años. Su trayectoria, ante todo, merece un gran rendibú.
Por supuesto que, para la interpretación personal del Pana como torero, muy tontos seríamos si le exigiéramos que matara toros de Miura, por citar una ganadería legendaria. Cierto es que, dicho artista, a lo largo de su carrera, ha matado de todo; pero no es ese tipo de toro el que le puede ayudar para crear su obra y, ante todo, para su bella escenografía y puesta en escena.
Pese a todo, El Pana está cosido a cornadas; no es ningún gracioso que quiere jugar a torero. Es cierto que, Rodolfo Rodríguez permite que El Pana haga de sus actuaciones todo un mundo de entretenimiento; puestas en escena que, unas salen mejor y otras peor porque convengamos que, ante todo, él sabe que se está jugando la vida con un toro que, tantas veces, es impredecible en su comportamiento.
Lo triste de este hombre es que, a lo largo de su carrera, pese a su entorchado de artista, siempre tuvo que bailar con la más “fea”; esos toros que nadie quería los enchiqueraban para él; pero no es menos cierto que, cada vez que un toro se lo permitió, ahí quedó la impronta de su arte, su magia al más alto nivel.
Recordemos que, el pasado año, en México, narraron su historia en un libro; un libro que quedó muy pequeño para albergar la grandeza de este artista que, de profundizar en su vida y en su obra, harían falta muchos tomos para narrar todo lo que El Pana lleva dentro.