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  España [ 16/12/2004 ]  
COMPARECENCIA DE LA SEÑORA PILAR MANJÓN


Se abre la sesión a las once de la mañana.

CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS:

-DE LA SEÑORA PORTAVOZ REPRESENTANTE DE LA ASOCIACIÓN 11-M AFECTADOS POR EL TERRORISMO (MANJÓN GUTIÉRREZ). (Número de expediente 219/000060)

 El señor PRESIDENTE: Damos comienzo a la sesión prevista para el día de hoy. Recibimos, en primer lugar, a doña Pilar Manjón Gutiérrez, portavoz representante de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo.
Señora Manjón, muchas gracias por haber aceptado la invitación para compartir con nosotros el trabajo de esta Comisión. En el comienzo de la sesión le mostramos todo nuestro respeto, nuestro cariño, nuestro afecto y nuestra solidaridad.
Tiene la palabra, en primer lugar, la señora Manjón Gutiérrez.

La señora PORTAVOZ REPRESENTANTE DE LA ASOCIACIÓN 11-M AFECTADOS DE TERRORISMO (Manjón Gutiérrez): Señor presidente, señoras y señores comisionado, mi nombre es Pilar Manjón y vengo en representación de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, de las víctimas, heridos y sus familias, única y exclusivamente como portavoz de una asociación de víctimas. Antes de comenzar la intervención, quiero dejar constancia de la firme voluntad de la asociación a la que represento para transmitir expresamente el sentir de un colectivo, nunca el mío propio. Comparecemos ante ustedes en la Casa donde reside la soberanía del pueblo, con el propósito de tratar de ser la voz de los ausentes y de los heridos que, aún a fecha de hoy, siguen su calvario de dolor entrando y saliendo de los distintos hospitales; para que su voz, apagada en la inmensidad del dolor, pero viva y poderosa en nuestro recuerdo, resuene en el interior de las paredes de esta Casa. Comparecemos personas y familias enteras agrupadas en la asociación. Cada fallecido es un proyecto vital, un parto ilusionado, una adolescencia conflictiva, un cúmulo de ilusiones y afectos, de amores y luchas. Vidas repletas y ahora truncadas, pero vivas en nosotros. Ciento noventa y dos fallecidos y 1.500 heridos, una simple cifra para muchos de ustedes; todo un mundo para todos y cada uno de nosotros. Espero que entiendan lo que significa levantarse cada día con una pérdida vital, acostarse cada día con una pérdida, el esfuerzo enorme que conlleva aceptar lo inexplicable. Necesitamos el aliento de ellos, de los afectados, para caminar y estar en la puerta de este Congreso y hoy ante ustedes. Porque ustedes, señorías, en esta Comisión han discutido sobre quién habló de qué, cuándo se informó; han hablado de circunstancias, de manejos, de manipulaciones, de desinformaciones, de confidentes, de desconfianzas; han hablado de circunloquios y periferias; han hablado, señorías, de ustedes, esencialmente de ustedes. Nosotros, nuestros familiares, no han estado en esta Casa, por eso queremos hacerles presentes hoy. Hoy, por primera vez se hacen un hueco, mal que les pese a ustedes, que preferirían seguir utilizando a las víctimas como arma arrojadiza y argumento para el desprestigio ajeno. Hoy hablaremos en nombre de personas de carne y hueso, de los seres que están en nuestro corazón y cuyas figuras manipulan como recurso para medallas y fotos de ocasión. Pero aquí estamos y esta es nuestra voz. Hoy no somos el testigo mudo para la descarga de los flashes. Hoy hablamos, señorías; hoy hablamos de cosas largamente meditadas, largamente discutidas en reuniones, en foros, en cafés, en la calle; de pensar, de intentar entender. Tras meses de no ser escuchados, hoy, señorías, durante unos minutos, sorprendentemente, la palabra es nuestra.
Permítannos, señorías, que por un breve instante esta Comisión, que debía ser la de toda la ciudadanía y de la que ustedes se han apropiado para hacer política -perdónennos, de patio de colegio-, sea de los únicos y auténticos dueños, de quienes deberían haber sido los protagonistas principales. Nosotros nunca volveremos a verles, pero su involuntario sacrificio permanecerá para siempre en nuestros corazones y en la memoria de toda la ciudadanía. Tomamos también la palabra en representación de quienes sobrevivieron, de aquellos que aún sufren la pesadilla del golpe cruel que ha marcado sus vidas para siempre y del que difícilmente van a poder recuperarse algún día, de esos molestos testigos vivientes del horror. Comparecemos ante ustedes con este documento consensuado por las víctimas y los supervivientes, integrados en la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, con la obligación de hacerles vivos ante ustedes, como lo están en nuestros corazones, en nuestra memoria y como punto de referencia de nuestra vida cotidiana. Señorías, para nosotros tienen nombre y rostro. Se llaman Javi, tenía 25 años; Pilar, Daniel, quien pasado mañana tenía que haber cumplido 21 y era mi propio hijo; Eva Belén, Susana, Emilia, Carlos, Oscar, Rodrigo, Rodolfo, José Luis, Abel, a quien asesinaron el propio día de su cumpleaños. Y cada uno de ellos es imprescindible e irrepetible; pertenecen a nuestras vidas, a las de sus familias, sus amigos, sus compañeros de trabajo, a sus vecinos. Señorías, los necesitábamos como necesitamos recuperar la sonrisa de quienes aquel día conservaron la vida a costa de no volver a soñar bonito, que conservan el horror grabado en sus retinas. También tienen nombres. Se llaman Rosa, Jesús, Mzia, Javier, Maribel, David, Mariam, Raquel. Asimismo, hablaremos en nombre de las familias, tanto de los heridos como de los asesinados; testigos también de este horror que apelan a su conciencia; una conciencia, por lo que hemos oído estos días, empeñada en la autoexculpación, bien blindada y entrenada para que la realidad no encuentre un resquicio por el que filtrarse. Ojalá alguna noche, aunque sea en sueños,  ese blindaje al horror ceda y sean conscientes ustedes y quienes a ustedes les mandan por un solo instante del sufrimiento que pudieron provocar con sus decisiones o que no lograron evitar. Ese solo segundo de clarividencia, ese solo segundo de lucidez y lo que ese segundo conllevaría bastaría probablemente para abrirles los ojos al horror que nosotros estamos viviendo. Familiares que les hablan sumidos en la indignación de lo inabarcable y empeñados en el esfuerzo diario de la superación, todos éramos inocentes, todos somos inocentes y eso, señoría, por obvio, nunca debe olvidarse.
Ha habido quien ha tratado de vetar esta comparecencia; el último paso en esa apropiación de algo que no es de ustedes, en el intento de quitarnos la voz a los afectados, de deslegitimarnos, de someternos a su propio juego político y de intentar encasillarnos en tal o en cual opción política. Señorías, esa no es nuestra guerra. Aquellos que intenten identificar a los afectados como colectivo en general o a esta asociación en particular con una determinada opción política se equivocan y hacen un flaco favor a la transparencia que todas las voces aclaman.
     Fin
11-M           T-5
15/12/04       PAULA/ROSA Mª

 Continúa la señora MANJÓN

Cualquiera, señorías, pudo viajar en alguno de esos trenes, y cualquiera pudo morir en los escenarios del horror: en Santa Eugenia, en el Pozo del Tio Raimundo, en Téllez o en Atocha. Allí se truncaron las vidas de estudiantes y trabajadores; el motor de una sociedad, gente inocente. Insistimos: cualquiera pudo viajar en aquellos trenes. El azar, y sólo el azar, dispuso que quienes estén sentados aquí hoy, como Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, seamos nosotros. Pero lo que les estamos diciendo no es producto del azar; lo hubieran manifestado ustedes de estar sentados a este lado, y pueden estar seguros de que el contenido de las palabras que escucharían aquí sería el mismo.
 Esta realidad de que cualquiera pudo ir en esos trenes la entendió todo un pueblo, cohesionándose multitudinariamente contra el horror, como en ocasiones anteriores; en el rechazo de la violencia indiscriminada, en contra de los terrorismos y en contra de las guerras.  Este -el nuestro- es un pueblo pacífico, impregnado de deseos de paz, con vocación de diálogo en sus entrañas. El pueblo se lo ha demostrado a ustedes, señorías, en cuantas ocasiones ha sido llamado. Seguimos esperando que correspondan a los gestos de la sociedad civil. Se han tomado decisiones de gravedad extrema en su nombre, y en contra de su voluntad.
 Señorías, queremos manifestar nuestro más absoluto rechazo de cualquier tipo de terrorismo, venga de donde venga. Estamos en contra de la barbarie y del horror, en contra de los fanatismos e integrismos religiosos, ideológicos y políticos; a favor de la tolerancia, la convivencia y  la paz. El siglo XX ha consagrado el uso cobarde y mezquino de la ciudadanía como arma de guerra. Nadie puede justificarlo. No puede haber comprensión para esto, ni desde el punto de vista humano ni desde el político. Ningún objetivo político justifica el terrorismo, que constituye -no nos cabe la menor duda- el recurso de los cobardes.
Nada hay más fácil que sacrificar a personas que no pueden defenderse. Nada más fácil que otorgarse el derecho a decidir sobre la vida o la muerte de los demás, utilizando a la población civil como escudo humano; a los ciudadanos de a pie, a la gente. Para ellos -para los terroristas-, son anónimos; para nosotros, tienen nombres y apellidos e historias de vida interrumpida. Nunca olvidaremos ni perdonaremos a los terroristas que llevaron a cabo el atentado, a los que jamás les daremos la más mínima posibilidad de comprensión, justificación ni crédito de representatividad de nada ni de nadie.
El terrorismo es la mayor de las bajezas y la mayor de las cobardías. El terrorismo es, ante todo, la expresión de lo peor de la naturaleza humana y del desprecio ciego a la vida. Ni siquiera hace falta sentir su zarpazo en primera persona para decirlo con todas y cada una de las letras; sólo hace falta sentido común y sentido ético. Ellos son el último escalón de la degradación moral del ser humano. Sólo en sus retorcidas mentes puede caber la barbaridad de truncar ilusiones, sueños, esperanzas, inquietudes, deseos, risas, vida; y, a cambio, sembrar el dolor en miles de familias, bajo el nombre de alguna patria o religión; la barbaridad de mirar para otro lado, de justificarlo con inverosímiles y delirantes cálculos políticos.
Saldremos adelante, no lo duden, señorías. Lo conseguiremos, apoyándonos entre nosotros, con nuestras familias, con nuestros amigos y nuestros compañeros de viaje, durante este largo camino en el que nos ha metido la sinrazón. Así mismo, queremos expresar nuestra solidaridad y cariño a todas las víctimas del terrorismo de nuestro país, porque sabemos que su pérdida y su dolor son idénticos a los nuestros. Más allá de las convicciones políticas o ideológicas, hay algo que une a todos los supervivientes: la capacidad de reconocer el sufrimiento en el otro; de poder vernos desde el mismo lugar. Todas las víctimas son víctimas, el sufrimiento no reconoce fronteras ni ideologías.
Con nuestra legitimidad como afectados, seguiremos insistiendo, señorías: no utilicen nunca más, ni aquí ni en ningún otro contexto, el dolor de las víctimas con fines partidistas. No lo utilicen como bandera de su propia causa. Somos un signo de unión, y esa unión se la pedimos a ustedes, señorías, Queremos ser signo de unión y diálogo entre ustedes y los ciudadanos democráticos, que sostienen opciones distintas y diferentes. Nuestro sufrimiento debe ser la prueba y el ejemplo vivo de la unión de ustedes, los unos y los otros. Reconocer que todos los sufrimientos tienen la misma legitimidad moral y la misma gravedad es un primer, necesario y aun imprescindible paso para construir una sociedad sobre cimientos nuevos y renovados, en la que todos nos podamos mirar a la cara. Desde aquí tendemos nuestra mano a todas las asociaciones de víctimas, a todos los supervivientes de cualquier forma de violencia política, a todos los que deseen conocernos. Aquí estamos: esperando seguir conociéndonos para seguir aprendiendo juntos a luchar por la paz.
Los terroristas nunca podrán con nosotros: sufrimos con aplomo el 11  de  marzo;  pero  hoy  exigimos  con  firmeza  y  dignidad  ante ustedes -levantando la cabeza con orgullo, con un comportamiento sereno y democrático, y tras la reflexión y el diálogo interno como asociados- que no se ceda jamás al chantaje ni a la intolerancia; busquemos con todos ustedes los caminos de la cohesión social. Pretender someternos al discurso de la polarización, al discurso del quien no está con nosotros está con ellos, al discurso del quien no nos defiende es un traidor, es un despropósito en el que no vamos a caer. Ningún partido nos mueve, ningún partido nos interesa más allá de las opciones privadas y personales. Las víctimas no entendemos de posicionamientos políticos; solo somos víctimas, nada más y nada menos que víctimas.
Para ustedes, todo es política, y para ustedes todos significa partidismo. Pero, afortunadamente, fuera de esta Casa, aún queda mucho aire fresco y mucha luz bajo el cielo. Escúchennos con el corazón más limpio que puedan, al margen de sus respectivos partidos políticos, como hombres y mujeres de a pie que aún son capaces de escuchar un discurso que -lo sentimos mucho- nos ha salido del corazón. Si algo nos aporta este dolor es la máxima lucidez para sentir. Nosotros, señorías, sí podemos decirles que no llevamos gafas de ningún color. Sólo sus intereses partidistas pueden hacerles ciegos a esta realidad. Con la autoridad moral que ostentamos, la única que jamás nos podrán usurpar, les exigimos que no nos manipulen, que no nos usen; no tenemos siglas. Y si esas son las únicas gafas con las que ustedes pueden ver el mundo, hagan el esfuerzo de quitárselas por un momento y mirarnos, escucharnos, pensar y sentir que somos seres humanos.
Señorías, les decíamos al empezar esta comparecencia que habían realizado ustedes política de patio de colegio. No es una afirmación gratuita. Con la firmeza de estas convicciones, también venimos a reprocharles como diputados, y sobre todo como representantes del pueblo que son -no se nos olvide-, sus actitudes de aclamación, jaleos y vítores durante el desarrollo de algunas de las comparecencias en esta Comisión; como si de un partido de fútbol se tratara. De lo que se estaba hablando, señorías, es de la muerte y de las heridas de por vida padecidas por seres humanos; de pérdidas que nos han llenado de desolación y de amargura, en el mayor grado posible.
     fin     
11-M        TURNO 6
15/12/04       PAICOS/ROSA

 (Continúa la señora Manjón Gutiérrez)
¿De qué se reían, señorías? ¿Qué jaleaban? ¿Qué vitoreaban en esta Comisión?..  Lo siento, me reharé. Señorías, ustedes tendrán hijos, esposas, maridos, hermanos…Pónganse de este lado, piensen por un momento que les despiden por la mañana temprano y nueve meses después aún siguen esperando su regreso. La pérdida de un ser querido en estas circunstancias es lo más parecido que hay a la propia muerte. Muchas han sido las ocasiones en que hemos sentido que la finalidad de esta Comisión no pasaba ni de lejos por esclarecer los hechos que se planteaban inicialmente, sino más bien para utilizar los hechos y a nosotros mismos como alimento de las líneas argumentales de según quién hablara, unos, para echarse la culpa a los otros. Hace años, señorías, que firmaron ustedes el Pacto antiterrorista en el cual se comprometían a no utilizar el terrorismo como arma electoral y partidista. Permítannos no creerles a algunos de ustedes en esta ocasión. Ustedes saben perfectamente, aunque les desagrade oírlo, que nos han convertido en moneda de cambio de un juego político. De igual modo que decíamos que no podemos admitir que se nos utilice como arma política entre partidos, tampoco podemos admitir que utilicen de manera sistemática a nuestros heridos y afectados y, mucho menos, a nuestros muertos, como culpables de una derrota electoral de algunos o billete de triunfo de otros. Ellos, para su desgracia, no pudieron votar. Algo hicimos mal, alguien se equivocó, algunas personas debieron cometer graves errores para que los malditos pudieran preparar y llevar a cabo tamaña asesina tropelía. Los hay que acusan de imprevisión política y manipulación de la información, los hay que acusan de organizar manifestaciones ilegales y linchamientos sociales. Señorías, ¿y quién nos defiende a nosotros, los supervivientes y las víctimas? ¿Quiénes van a ser aquellos que de una vez por todas asuman qué ha ocurrido para que haya sucedido este atentado que nos ha llevado a sufrir tamaño dolor? Todos ustedes argumentan que el otro partido es el responsable. Si es así, informen ustedes de lo que saben y no cuentan y háganlo ante quien corresponde, ante los jueces. Estamos cansados de acusaciones sin pruebas. Nos parece mezquino tirar la piedra y esconder la mano. Señorías, no pueden haberse tomado ustedes esta Comisión como un juego, porque la calidad ética de nuestros parlamentarios tendría entonces que volver a valorarse. Si esta Comisión maneja datos y errores reales, basados en datos objetivamente comprobables, seguimos esperando las disculpas y la asunción de responsabilidades por quien corresponda. Y para que no haya lugar a dudas, la asunción de estas responsabilidades para nosotros significa dimisiones de cargos policiales, institucionales y de aquellos a quienes les corresponda. Estas dimisiones no deben en ningún caso eximir las responsabilidades legales que por la vía penal puedan imputarse a quien por error u omisión no puso todos los medios a su alcance para evitar esta tragedia. Esta Comisión, en ningún caso, debe significar el cierre de la vía jurídica y en eso seremos las víctimas especialmente beligerantes. Tampoco nos ha dejado satisfechos la inquina con la que se han pronunciado ciertos comisionados en sus interrogatorios, dejando caer y crecer la duda sobre las responsabilidades directas o indirectas del atentado. La frivolidad con que se alardea sobre determinadas autorías, además de congoja nos causa perplejidad y no nos sirve ampararse en cortinas de humo ni en oscuros propósitos. Si se sabe que los autores no están lejanos, se deben aportar las pertinentes pruebas ante el juez Del Olmo. Queremos decirles que confiamos en la justicia y en que las Fuerzas de Seguridad del Estado, al margen de las posibles equivocaciones en que pudieran haber incurrido, están desarrollando con éxito y ahínco su labor profesional. Cuando nos vean, acuérdense ustedes o quienes a ustedes les mandan, que si  hubo  una sola posibilidad de haber evitado que estos hechos ocurrieran -y existen fundados argumentos para pensar que los pudo haber-, nosotros somos solo los molestos testigos de esas irresponsabilidades.
 Señorías, mucho nos hubiera gustado que nos informaran periódicamente del desarrollo de las sesiones o que nos hubieran podido permitir estar presentes durante las mismas. No ha sido posible y quepa señalar que no es porque precisamente las víctimas no lo hayamos manifestado repetida e insistentemente. Quisiéramos mencionarles las innumerables memorias que se han ultrajado, convirtiendo esta Comisión en algo que nunca debería haber sido. Miles de familias destrozadas. Nuestra llamada es una llamada a la ética, a la moral, a la ética de ustedes, a la moral de ustedes, desde la legitimidad incuestionable que nos otorga la condición de víctimas. Nadie tiene ni puede tener una voz más autorizada que la de todos aquellos que están ahora aquí presentes hablando por mi voz. Señorías, si quedan responsabilidades por depurar, éstas corresponden fundamentalmente…Perdón, a quienes desde esta Comisión concluyan ustedes que deben achacárseles. Por eso es imprescindible que algo tan execrable como esto no vuelva a ocurrir. Así lo manifiestan todos los ciudadanos de este país y así lo exigimos nosotros. Es el único consuelo que nos queda y ese debe ser el propósito de las conclusiones de esta Comisión. Nada nos va a devolver a nuestros seres queridos ni restañará las heridas de los que todavía convalecen, pero no sería justo dejar de reconocer que algunos elementos del engranaje que debería haber previsto el peligro fallaron estrepitosamente, y así entendemos que ha quedado demostrado. También queremos saber qué pasó entonces, qué mecanismos fallaron, quiénes nos avisaron, quiénes les ignoraron, quiénes son responsables de este disparate que ha arrasado los proyectos de futuro y de vida de 2.000 personas. Los autores materiales de los hechos, los instigadores, los ideólogos, son responsables, pero si algo hemos sacado en claro de esta Comisión es que, más allá de los hechos irrefutables y de las vidas truncadas, ha habido errores e imprevisiones que, a fecha de hoy, siguen sin asumirse. La única cuestión que tenemos clara las víctimas es que por encima de todo deseamos conocer con exactitud los hechos, los errores, las irresponsabilidades que se derivan del mayor atentado terrorista en la historia de España.
 Señorías, durante todas las comparecencias ustedes han puesto el foco de los hechos en lo que pasó entre los días 11 y 14 de marzo. Nada más lejos de las inquietudes de las víctimas. Sabemos perfectamente qué ocurrió esos días: buscamos a nuestros muertos, los lloramos, los enterramos, los incineramos, nos despedimos, a otros los cuidaron mientras ni siquiera eran conscientes de lo que les había sucedido, se enteraron después, cuando despertaron, mientras intentaban quedarse en este lado del mundo. Otros intentábamos entender cómo era posible que nos hubiera pasado a nosotros, por qué a nosotros, qué es lo que hemos hecho para merecer esto. Nos interesa saber qué ocurrió entre el 11 y el 14 de marzo, también después, porque no pudimos vivirlo, pero sobre todo nos interesa saber, señorías, qué ocurrió antes del 11 de marzo.
      FIN.

COMISIÓN 11-M      TURNO 7
15/12/04       CORO-ROSA

 (Continúa la señora Manjón Gutiérrez)

¿Qué fue lo que ocurrió antes del 11 de marzo para que esta barbaridad llegara a perpetrarse? Tramas de tráfico de explosivos que no se investigan, informes que avisaban de lo inminente de la amenaza terrorista, falta de medios para investigar a los presuntos terroristas, falta de policías, falta de  traductores, falta de presupuesto, en definitiva, falta de voluntad política para prever lo que se nos venía encima después de haber pasado a convertirnos en objetivo terrorista.
 Ustedes, señorías, nos han podido ver semana a semana en la Puerta del Sol, silenciosos, callados, con una camiseta que simplemente rezaba nuestro ruego: Transparencia. Nos desalojaron de la puerta del Congreso y nos enviaron a la Puerta del Sol. Allí seguimos durante meses, allí seguimos con nuestro mudo testimonio escrito en las camisetas: Transparencia, por ellos, para ellos, para nosotros y para todos los que se identificaban con nuestra indignación. Nos parece que no han entendido, señorías, qué significa para nosotros la palabra transparencia. Nos tomaremos la molestia de explicarlo.
No queremos que esta Comisión continúe, no desde luego en su formato actual, un espacio para la riña entre partidos. Exigimos de manera contundente y explícita la creación de una nueva comisión de investigación formada por personas independientes y expertos, una comisión donde los partidos políticos no estén presentes para que la investigación recaiga en personas que, libres de intereses partidistas, ayuden a la ciudadanía española a entender qué fue lo que pasó, que delimiten las irresponsabilidades que procedan y propongan las necesarias reformas en el funcionamiento de las instancias que pudieran haber fallado en el Estado. Permítannos que sigamos pidiendo transparencia. No nos prometan más cosas que no nos interesan, no nos den más palmadas en la espalda, no nos miren con cara compasiva, simple y puramente, permítannos saber la verdad. Señorías, ahora la pelota está en su tejado.
 Nosotros de momento solamente tenemos para contarles nuestras historias. Como sabrán ustedes, el 11 de marzo de 2004 una gran conmoción sacudió los cimientos y el alma de Madrid. Y, tras las primeras noticias, empezó el calvario para miles de personas: unas, intentando contactar con sus familiares; otras, camino de los hospitales, y 192 esperando a ser identificados mientras viajaban a nuestras memorias para instalarse allí para siempre. Las familias empezaron a movilizarse por doquier, intentando localizar a sus seres queridos, comenzando el calvario de la desesperación, la incredulidad, el vagar sin rumbo, el desasosiego, para terminar el día recalando en un hospital buscando desesperadamente un nombre en una lista o, por último, en la morgue del Ifema para recibir una sentencia de muerte. En este macabro lugar permanecimos muchos de nosotros durante dos, tres y más días, hasta que pudimos recibir los restos de nuestros familiares y amigos para darles sepultura en terribles circunstancias.
Salíamos del estupor y del caos para entrar en la rutina de gestionar muertes y lesiones, para sumergirnos en la profunda sima del dolor y de la incredulidad. Al tiempo que unos sacudían la cabeza para espantar de su mente las imágenes macabras grabadas en su interior, otros luchaban contra la muerte en los quirófanos o curaban sus heridas y muchos otros éramos atrapados para siempre por la asesina ausencia de los nuestros, entrando en el laberinto para pelearnos contra el duelo de lo inexplicable. ¿Qué le dirían, señorías, a una niña de cuatro años cuando les pregunte por su madre muerta?
Mientras se decidía el futuro político de España, nosotros nos planteábamos el presente entre la vida y la muerte, sintiéndonos culpables por comer, por dormir, por respirar, por ver, por sentir, por vivir, por ser humanos. La barbarie se instaló entre nosotros sumergiéndonos en el frío y largo invierno en el que se han convertido nuestras vidas, del que lograremos salir para vivir con la cabeza alta porque ellos siempre van a estar con nosotros.
En principio nos vimos envueltos en la locura, el desconcierto y la desesperación, mientras asistíamos como autómatas a actos de carácter público o privado. Todo para las víctimas, pero sin las víctimas, sin preguntarnos, sin consultarnos, sin tenernos en cuenta, sin respetar nuestra voluntad ni pedir permiso para la utilización de nombres, fotografías e historias que forman parte de la privacidad de nuestras familias. Tras los primeros meses de pesadilla, empezamos a asomarnos tímidamente por las ventanas de nuestro oscuro laberinto y fuimos descubriendo con estupor cómo aparecían asesinos, confidentes, altos cargos, responsables políticos, comparecientes de toda clase en esta Comisión de investigación, sin que los días y los folios de declaración nos otorgaran la menor claridad sobre lo realmente relevante: la verdad y las irresponsabilidades.
Hemos ido conociendo a los asesinos materiales de nuestras familias con sus caras y sus nombres, algunos de los organizadores. Nos íbamos quedando estupefactos al conocer las caras de quienes proporcionaron medios y cobertura a los malditos asesinos. Pero estos meses, señorías, también nos hemos ido conociendo entre nosotros, boca a boca, sin ninguna facilidad institucional para encontrarnos. Hemos ido creando redes de solidaridad, de apoyo mutuo, tejidas con mucho esfuerzo. Llamadas por teléfono, personas que nos conocimos en el Ifema o en las oficinas a las que teníamos que ir de ventanilla en ventanilla. En fin, nos hemos estado acompañando en el horror. Nos hemos conocido por el boca a boca y unos pocos empezamos a salir a la calle, como les decíamos, con nuestro dolor como bandera en forma de camiseta, recogiendo 12.500 firmas que hemos aportado a esta casa y que no han sido atendidas. Se han entregado, señorías, 12.500 firmas, nuestras y de ciudadanos de a pie, recogidas semana a semana, para que la Comisión nos permitiera que pudiéramos escucharles a ustedes, que no fuera a puerta cerrada, que hubiera luz, que pudiéramos estar y escuchar para no tener que informarnos por terceros.
Queremos repetir de nuevo, señorías, que somos personas físicas, no marionetas; que no nos identificamos como colectivo con posicionamientos partidistas de cualquier clase, sino con el dolor y el sufrimiento de los que padecen nuestra condición de víctimas y supervivientes del terror; que no nos dejaremos manipular por nadie. No permitiremos que nadie nos coloque como simpatizantes del otro para, así, descalificarnos. Sabemos que corremos el riesgo de que mañana los titulares de algunos periódicos lo intentarán. Unos dirán que estamos manipulados por el PSOE, que es obvio que servimos a sus intereses; otros, que servimos a los intereses del Partido Popular. No se molesten en escribirlo, lo sabemos y lo esperamos para mañana. Y nos adelantamos a lo que puedan decir porque por ese camino nosotros no vamos a andar. No entraremos al juego de la politización social en interés de los partidos. La actual junta gestora de la Asociación 11-M afectados de terrorismo, los socios y los afectados que representamos constituyen un colectivo integrado por seres humanos, que votan a uno o a otro de los partidos, o quizás a ninguno. Nunca hemos pedido un carné a una víctima que ha llamado a nuestras puertas.
Podremos encontrarnos mañana con quien diga que nuestras palabras están regadas por el rencor y la ceguera del dolor y del odio. Pretenderán invalidar nuestros argumentos amparándose en nuestra condición de supervivientes, como si ser supervivientes además fuera un estigma. No hablaremos desde el resentimiento, sino desde la serena y meditada indignación y reflexión colectiva. No nos mueve el odio, sino la firme voluntad de velar por la memoria de los ausentes y la recuperación moral de los heridos.
    FIN
11-M        TURNO 8
15/12/04       MAR/ROSA
 (Continúa la señora Manjón.)
 Señorías, un argumento sentido no es un argumento torpe. Torpe es quien, carente de argumentos, recurre a intentar deslegitimar al otro como burda herramienta de diálogo. Escúchennos, señorías, escúchennos si todavía son ustedes seres humanos de a pie, como les pedíamos al comenzar esta comparecencia. No vuelvan a ponerse sus gafas de partido.
 Reiteramos nuestro agradecimiento y reconocimiento a todas aquellas personas que intentaron arroparnos con cariño y dedicación haciendo lo mejor que supieron y pudieron en los duros momentos que hemos sufrido, si bien no podemos confundir la buena voluntad con la eficacia de la atención en las situaciones de crisis.
Denunciamos que hubo fallos en la atención inmediata a las víctimas, que se detectó una absoluta descoordinación entre los diferentes servicios de atención, que no se controló en modo alguno el perfil de los profesionales que atendieron a las familias de las víctimas en el Ifema y que en ocasiones ni siquiera contaban con formación necesaria en situaciones de emergencia. Señorías, la comunicación a las familias para que identificáramos a nuestros cadáveres se nos hacía mediante megafonía. Echamos en falta la presencia de cargos institucionales en el caos que supuso el Ifema, nuestro pabellón de la muerte; si acaso vinieron con el tiempo justo para hacerse la foto, les adivinamos de pasada y desde lejos.
A pesar de las medallas y los reconocimientos otorgados a los héroes del 11-M queremos destacar que a día de hoy, nueve meses después, no se ha realizado evaluación formal ni balance independiente y sin triunfalismos sobre las actuaciones de las distintas administraciones implicadas. Asimismo no existe un estudio riguroso que verse sobre el estado psicológico y sanitario en el que nos encontramos las víctimas y sus familiares. La red sanitaria pública no ha incrementado los servicios de atención a los heridos, viéndonos en estos momentos incluidos en listas de espera para intervenciones quirúrgicas de todo tipo.
Tampoco se ha realizado hasta el momento la valoración sobre las repercusiones a nivel laboral y futuras incapacidades parciales o absolutas de los heridos en los atentados, así como no se han tomado las medidas formativo-ocupacionales que nos permitan la adaptación a nuevos puestos de trabajo acordes a las minusvalías que padecemos. Señorías, los trabajadores queremos seguir trabajando. Tampoco se han atendido debidamente las necesidades educativas especiales de los menores afectados por los atentados, hijos de fallecidos, hijos de heridos, menores que viajaban en los trenes, niños que lo presenciaron desde colegios cercanos.
Nos trataron como a enfermos, antes de preguntarnos nos medicaron. Queremos un trato cercano, los queremos con nosotros, acérquense a nosotros, acérquense sin tenernos miedo, el dolor no es contagioso. Muchos de nosotros hemos acabado en la sanidad privada porque ni quisieron ni supieron acercarse a nosotros y porque muchos centros de salud mental estaban ya colapsados y no se contrataron recursos para reducir dichas listas de espera. Tardaron mucho en atendernos cuando les pedíamos cita, los afectados hemos abandonado muy pronto los tratamientos que comenzamos en la red pública, no se han cubierto nuestras expectativas de apoyo psicológico y psiquiátrico. Una vez más esperamos un informe técnico independiente de los programas sanitarios desarrollados y del plan de salud mental que ustedes diseñaron. Es necesario que sea un informe de evaluación técnica sobre la atención que recibimos, objetivo e independiente, pues hemos sido testigos incansables del reparto mutuo entre instituciones de condecoraciones y de medallas.
También es cierto que si alguna cosa hemos vivido los afectados directos de todo este abominable suceso ha sido la solidaridad por el inmenso dolor que sentimos, compartido por la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de bien. Debemos corresponder, por tanto, en nombre de todas las víctimas y de los supervivientes, con infinita gratitud, y ese es nuestro principal mandato. A cuantos de forma anónima entraron en los trenes en los primeros segundos para auxiliar a las víctimas y los supervivientes exponiendo su propia seguridad, a quienes derramaron una lágrima incontenida de desgarro, a todos los que rindieron personal tributo en los improvisados espacios de homenaje y recuerdo en que se convirtieron los lugares de la tragedia, agradecimiento que hacemos extensivo a la ciudadanía de Madrid, al resto del Estado e incluso de fuera de España: gracias por su solidaridad.
También queremos manifestar nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que el 11 de marzo y en los días posteriores, de una manera profesional o con carácter voluntario, se enfrentaron a la tragedia, sin comprender ni cuestionarse otra cosa que no fuera la atención a las víctimas y a sus familiares, con generosidad, sacrificio y dignidad, gente que no pidió nada más que el privilegio de estar en silencio, en segunda fila, apoyando en lo que pudieran, sin buscar ningún protagonismo, profesionales anónimos, vecinos, colectivos de jóvenes, de barrio, asociaciones culturales, pero sobre todo ciudadanos de a pie, cada uno con lo que desde su buen hacer pudiera aportar. Gracias a los bomberos, gracias al personal sanitario, gracias a la Policía, gracias a los taxistas, a los psicólogos, a los conductores de autobús, gracias a todos aquellos que se nos puedan quedar en el tintero, a todos de nuevo muchas gracias.
Como les decíamos antes, algunos de ustedes intentaron vetar nuestra comparecencia. Nosotros no pedimos asistir en calidad de nada a esta comisión, fueron ustedes, señorías, quienes decidieron requerir nuestra presencia, considerando la misma como un homenaje hacia las víctimas, no nosotros, un homenaje más, uno de los muchos que se vienen sucediendo desde aquel fatídico 11 de marzo. Como viene siendo habitual en los numerosos actos de los que venimos siendo protagonistas, nadie nos ha preguntado si es nuestro deseo recibirlos. ¿Alguien nos consulta cuando se dispone de los nombres o fotografías de nuestros familiares por parte de cualquier institución? Hay quienes se sienten sinceramente reconocidos, para otros les supone una nueva y desgarradora exposición ante los medios.
 No discutimos aquí la conveniencia o no de estas manifestaciones, que no dudamos tienen la mayor voluntad de apoyo y solidaridad. Denunciamos que no se nos pregunte, que se asuma lo que es correcto o incorrecto, que se levanten monumentos y no se nos permita hacerlos nuestros. Ese gesto debería ser el producto final de un camino en el que hablar, conocer, hacer llegar nuestra voz a la gente. Tenemos voz y queremos que en los homenajes sea escuchada. Hubo momentos en que quizás el dolor nos mantuvo en nuestras casas, ahora queremos ser escuchados, tenemos voz y criterio, y queremos que los homenajes no sean piedras frías en cualquier rincón de una ciudad y de las que nadie se acuerda unos meses después, sino que tengan vida, la vida que surge cuando las cosas nacen de procesos de diálogo y de participación. Escúchennos, somos las víctimas.
Asumimos como nuestro el dolor de cualquier víctima del terrorismo, nos identificamos, como ya hemos dicho anteriormente, con cualquiera de ellas, si bien nos vemos en la obligación de reivindicar nuestra identidad como víctimas del atentado terrorista del 11 de marzo. Hemos asistido dentro de este baile del uso de fotografías de nuestros familiares y fallecidos al penoso espectáculo de verlos mezclados sin nuestro permiso con violadores de los derechos humanos que igualmente tienen reconocida su condición de víctimas del terrorismo. ¿Alguien nos ha preguntado algo?
Queremos también decir no al modo en que se han usado por parte de los medios de comunicación las imágenes de la barbarie.
FIN
11-M        Turno 9
15/12/04       Estrella/Rosa

 (Continua la señora Manjón)

Las imágenes son instrumentos de información, de eso no nos cabe duda, y tienen el poder de convocar y de sensibilizar a la opinión pública, de explicar en breves instantes lo que un texto difícilmente puede narrar, pero ese ya no es el caso, señorías, y ustedes lo saben. La necesidad de utilizar las imágenes del 11 de marzo como fuente de información caducó hace mucho, ya no es noticia. Las emisiones no corresponden a una necesidad informativa, sino a la demanda de una sociedad que convierte todo en espectáculo, incluyendo la angustia, el miedo y el llanto desgarrado de los arrastrados por la locura humana.
 Señores directores de periódicos, de agencias de prensa, directores de informativos, permítanos dudar de su sensibilidad. Mientras por un lado acuden a nosotros una y otra vez para que les contemos nuestro calvario, mientras son ustedes los encargados de hacerle recordar al mundo que no puede haber más 11 de marzo, en ningún lugar del mundo se olvidan de nosotros cuando el mercado les llama. Vendida ha quedado su conciencia a cambio de subir sus audiencias. Con nosotros no. Si algo de decencia queda, con nosotros no. Queda escrita, leída y consta en el “Diario de Sesiones” nuestra más rotunda repulsa y, por si no hubiera quedado suficientemente claro, afirmamos que por encima del derecho a la información está el derecho de los ausentes a preservar su intimidad. Condenaremos siempre a aquellos que expongan imágenes que aviven constantemente la causa de nuestro dolor. Cada vez que las imágenes se exponen sufrimos un paso atrás en ese trabajo de convivir con el dolor. Cada vez que aparecen las imágenes nos sumergimos en una, dos, tres semanas de reavivar el dolor; es volver a imaginar cómo pudieron haber muerto; especular si sufrieron o no; si permanecieron con vida el tiempo suficiente para preguntarse dónde estábamos nosotros para socorrerles. Dos o tres semanas de emparejar las imágenes con los rostros de los nuestros, regresan las vivencias del desconcierto, el miedo, la impotencia, el desasosiego, la vulnerabilidad, el camino de los hospitales. Señorías, volvemos al caos con esas imágenes.
 Trabajamos y peleamos por conservar… perdónemne un segundo, por favor- una imagen digna, un recuerdo feliz de cómo los tuvimos y cómo los quisimos, y ellos se empeñan en arrojarnos al horror en nombre del espectáculo, en machacarnos y recordarnos aquellas imágenes que no deseamos que queden grabadas en nuestras mentes como el último recuerdo de aquellos a quienes amamos, o como el trágico recuerdo del día en el que algunos volvieron a nacer. Los que tuvimos la suerte de poder contar lo vivido sufrimos el peso de la culpa por haber sido nosotros los supervivientes y no ellos. Los hay que no podemos borrarnos aquel día de la retina. El goteo incesante de imágenes que salpica cualquier periódico o programación nos regresa una y otra vez al inicio del camino de la superación, pero parece que eso a los periodistas no les importa. Nosotros, desde nuestra autoridad ética, les señalamos, les imploramos, les pedimos, les exigimos que dejen de vendernos como espectáculo. Pronto se acercará el primer aniversario de la masacre, una excelente oportunidad para medir la altura moral de todos y cada uno de los periodistas y directores de periódicos y de cadenas de televisión de este país. Cada cual establecerá entonces su talla ética. Ustedes dispondrán de la oportunidad de demostrarnos de qué madera están hechos.
 La falta de rigor moral en la emisión de imágenes que no arrojan luz sino oscuridad en torno al omnipresente 11 de marzo, no sólo nos revuelve las entrañas a las víctimas, sino también a toda esta sociedad en su conjunto. Con ellas vuelve a embargarle a esta sociedad el miedo y la sensación de vivir absolutamente desprotegidos, y eso, señorías, nos hace más sensibles y manipulables por todas partes. No digan que no está claro y bien detallado. Insistimos, ellos fueron asesinados en un acto colectivo, pero su derecho al honor y a la propia imagen lo representamos en su individualidad los que les hemos sobrevivido. Apelamos a la ética profesional de los medios y estaremos allí donde se deshonre la memoria de las víctimas para desagraviarlos.
 El uso indiscriminado de las imágenes supera los niveles jamás imaginados. Se han emitido o se han usado en medios de comunicación escrita imágenes procedentes de las cámaras de vigilancia situadas en los andenes de Renfe. Estas imágenes fueron requisadas por la policía inmediatamente después de las explosiones. Según comparecientes en esta Comisión a las doce y media de esa misma mañana estaban requisadas todas las imágenes desde Alcalá de Henares hasta Chamartín. ¿Cómo pudieron, entonces, filtrarse y llegar a la prensa? ¿Quién lo permitió o autorizó? ¿Quién las vendió, si ese es el caso? ¿Cómo pudieron emitirse imágenes sometidas a secreto de sumario? Desde aquí exigimos de manera urgente una investigación que depure responsabilidades respecto a estas filtraciones y posible venta de imágenes de los nuestros que estaban depositadas bajo la custodia de la Audiencia Nacional. Debe esclarecerse la trama de tamaña indignidad y ser cesados y encausados los autores de manera fulminante.
 Quienes sí se empeñaron en estar a nuestro lado son otras entidades públicas y privadas a quienes se facilitaron nuestras direcciones y teléfonos. Hemos recibido cartas que o hemos pedido; llamadas de terceras personas que han supuesto una violación a nuestra intimidad. En una aplicación absolutamente estricta de la Ley de Protección de Datos hemos asistido atónitos a la filtración de los nuestros a entidades públicas y privadas que a fecha de hoy se siguen dirigiendo a nosotros. ¿Con qué autoridad se comparte ilegalmente dicha información con organizaciones y con terceros? ¿Cómo se nos llama desde universidades para pasarnos cuestionarios por teléfono? ¿Quién ha consentido tamaño despropósito? ¿En qué juzgado se están investigando estos hechos, señorías?
 El día 11 de marzo se rompió el corazón de nuestro país. No nos sirve para nada el pretendido dolor de quienes no son capaces de hacer la más mínima autocrítica, y mucho menos el comportamiento de quienes seguramente cegados por el odio y la frustración insultaron gravemente a nuestros seres queridos en las puertas de esta misma Cámara. Quienes el 29 de noviembre nos ultrajaron probablemente el día 12 de marzo estuvieron recorriendo en manifestación las calles de Madrid. Sin embargo, nueve meses después habían olvidado que aquella manifestación era porque la ciudadanía de Madrid estaba llorando por sus hijos desaparecidos o mutilados, nuestros muertos, nuestros heridos. Sólo nos consuela pensar que tomados uno a uno ninguno de ellos sería capaz de aguantar ni cinco segundos la mirada de una madre y volver a repetirnos que nos metiéramos nuestros muertos por el culo. Nada justifica una actitud como esa. El odio y el deseo de venganza es un germen podrido que infesta nuestra sociedad y tenemos el deber y la obligación de construir algo mejor y más digno entre todos.
 Recientemente hemos asistido, con pesar, a un espectáculo asombroso: el juicio del primer encausado por el 11 de marzo, concretamente el del menor conocido como el Gitanillo. Pudimos asistir detrás de un biombo al esclarecimiento de un pacto entre fiscales, abogados y con la bendición de un juez.

      FIN
C. 11-M      10
15/12/04     SOFÍA-Mª DOLORES
 (Termina la señora Manjón.)
Señorías, cuando explícitamente se deniega la aplicación de la ley del menor y se aplica la ley antiterrorista con penas de hasta diez y 12 años de cárcel a menores de edad en otros lugares de nuestro país por quemar un cajero automático, ¿cómo puede aplicarse la norma más favorable a alguien que no fue menor para traficar con explosivos, con drogas, conducir vehículos, suministrar los materiales que condujeron a la muerte de 192 personas?  ¿Qué aplicación de la ley significa que un asesino va a estar en la calle con 23 años en la más absoluta impunidad? Nos mienten cuando prometen que los culpables de la masacre serán castigados con la mayor dureza que la ley permite. Este joven estará en la calle con la misma edad de muchos de los que fueron asesinados con los explosivos que él robó, transportó, trajo a Madrid, y robó también los tornillos que se usaron como metralla para destrozar los cuerpos de nuestros seres más queridos. Estupefactos ante la impunidad de los culpables confesos, como Asociación del 11 de marzo, Afectados del terrorismo asistimos al juicio entre las risotadas del inculpado, de la madre del mismo y de su abogado. ¿Este es el Estado de derecho que pretende ampararnos? ¿Asistiremos a más juicios con acuerdos negociados antes de entrar en la sala? ¿Qué buscan esos acuerdos? Desde luego no tendríamos ningún problema con la justicia española, y sería mucho más rápida, si todos los juicios se resolviesen como éste, en cinco minutos.
 Vayan sumando, señorías, porque vamos a ir diciéndoles alguna de nuestras peticiones. Ninguno de los hombres y mujeres, de los ancianos y los niños, de los españoles y de las personas de otras nacionalidades que bruscamente vieron interrumpidos sus proyectos, sus expectativas y hasta sus vidas podrían entender que termine esta Comisión sin una explicación sobre lo ocurrido. De nuevo les recuerdo, señorías: nuestros muertos fueron las víctimas, inocentes y víctimas. Nosotros tampoco podemos darnos esa explicación, pero sí podemos, con la autoridad ética que nos otorga nuestra situación, exigirles a ustedes que nuestra desgracia no haya sido en vano. Esta Comisión debe acabar y debe determinar los instrumentos necesarios que hagan imposible la repetición de tan insufribles hechos. Se lo debemos a ellos, nos lo debemos a nosotros mismos, más allá de cualquier otra diferencia de criterio partidario. Si no se  hiciera de esta manera, el fracaso de esta Comisión sería aún más estriposo y esa responsabilidad de que no sea así recae sobre sus señorías. No permitan que un activo de tal calibre se diluya entre las manos de un sinsentido partidista, que a nada nos conduce. Ayúdennos a que los ciudadanos de este país podamos salir por las mañanas de nuestras casas y tengamos la garantía de que vamos a regresar. Le recordamos, pedimos, exigimos y lucharemos por lograr una comisión de investigación independiente de los partidos políticos que esclarezca y depure responsabilidades por error u omisión, juicios transparentes y con aplicación plena y completa de la ley a todos los acusados; velar por el uso ético por parte de los medios de comunicación de las imágenes del atentado, investigación de las responsabilidades derivadas de la filtración o venta de esas imágenes de los atentados que estaban sometidas a secreto sumarial; respeto a la voluntad de las familias para el uso de los nombres y las imágenes de los fallecidos y supervivientes en todos los actos públicos o privados que se realicen en su memoria; habilitación de comisiones técnicas independientes que evalúen de manera objetiva y teniendo en cuenta la opinión de los afectados los planes de emergencia, sanitarios, educativos, formativos, laborales, sociales, de salud mental puestos en marcha tras el 11 de marzo, mostrando tanto los éxitos como las oportunidades de mejora que procedieron y elaborando propuestas de futuro. Exigimos la adecuada atención a las víctimas y la creación de un organismo único de coordinación y atención a los heridos que funcione sine die –todo el tiempo que sea necesario-; exigimos respeto del derecho de intimidad, así como la investigación de las responsabilidades derivadas del filtrado de nuestros datos personales, direcciones, teléfonos de los afectados a terceras instituciones para su uso particular; exigimos en nombre del conjunto de los ciudadanos que se arbitren todas las medidas de coordinación policial, de sistemas de alerta y vigilancia que se consideren por ustedes necesarios para evitar que nuevas catástrofes como éstas puedan volver a ocurrir; exigimos que nunca se utilice el nombre de las víctimas o de esta asociación como instrumento de polarización social, buscando identificaciones con una u otra opción partidaria. Si a algo apela nuestra condición de víctimas y supervivientes es al diálogo, a la unión, al consenso, a la búsqueda de soluciones entre todos. Señorías, todas estas peticiones se resumen en tres: verdad, justicia y reparación, entendida como reparación moral, señorías, nunca económica porque tenemos comprobado que el dinero ni abraza ni consuela, y hoy aquí, en lo que a ustedes más les atañe, exigimos la verdad como venimos expresando desde hace meses, transparencia.
Por nuestra parte lo único que podemos aportarles es nuestro dolor y, eso sí, nuestra fortaleza. Porque se lo debemos a ellos y porque nos lo debemos a todos, se lo pedimos también a ustedes: háganlo por nosotros, háganlo por ellos.
Señor presidente, señorías, muchas gracias. Perdón, dado que esta comparecencia mía es consensuada, les transmito que la Junta Gestora de la Asociación del 11 de marzo, Afectados de terrorismo ha decidido que nosotros no podemos aportar nada a ninguna pregunta que pudieran realizarnos sus señorías. Por lo tanto, les rogamos que no nos realicen preguntas porque, en caso de contestarles, sería desde mi dolor particular y yo, mi dolor, lo vivo en mi intimidad y no he venido a darles pena.
Muchas gracias, señorías.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Manjón.
En nombre del Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra la señora Castro.

La señora CASTRO MASAVEU: Señora Manjón, quiero en primer lugar expresarle el agradecimiento del Grupo Parlamentario Popular por su comparecencia en la Comisión de investigación del 11-M, pero quiero agradecérselo no solamente como un deber de cortesía que hemos llevado a cabo con todas las personas que en esta Comisión comparecieron, sino de una forma muy especial por el hecho de que es usted protagonista de una dramática historia como la de haber perdido a un hijo en el más terrible atentado sucedido en España el día 11 de marzo. Para mí y para mi grupo es difícil expresarle con palabras nuestros sentimientos de pesar y de solidaridad, pero quisiera con estas escuetas palabras decirle que estamos con usted, al igual que lo estamos con todas y cada una de las víctimas del terrorismo y sus familias. Estamos profundamente convencidos del valor moral que representan las víctimas y sabemos que nuestra deuda, con todas y cada una de ellas, con quienes la violencia ha impedido que sigan estando con nosotros, con quienes han padecido sus secuelas físicas y psicológicas y con sus familias, es dedicar nuestros mejores esfuerzos a hacer posible la erradicación de esta tremenda lacra que viene golpeando a la sociedad española desde hace más de 35 años. Lo hemos hecho siempre, antes y después de los ocho años en los que el Partido Popular ha recibido el respaldo de la sociedad española para gobernar, y lo seguimos haciendo hoy, señora Manjón, que somos oposición, con la misma ilusión, con el mismo empeño, con la misma dedicación y teniendo siempre presente en nuestra acción a todas y cada una de las víctimas del terrorismo. Sepa señora Manjón que el recuerdo de los 192 fallecidos en el terrible atentado del 11 de marzo, de los más de 1.500 heridos y de sus familias ha estado presente en nuestro trabajo de esta Comisión.
 Queremos saber la verdad del atentado, queremos saber quiénes son los autores, no solo materiales, sino también los intelectuales del mismo, porque se lo debemos a las víctimas, y queremos además saber la verdad para evitar que esto pueda volver a ocurrir.
   FIN

11-M        11
15/12/04       Pilar/Mª Dolores

     (Termina la señora Castro)

 Las víctimas del terrorismo, cada una de las víctimas, cada familiar de una de ellas, nos merece un profundo respeto y una singular consideración. Todos son para nosotros iguales, su memoria y la de sus familias debe estar siempre en la nuestra para que nos guíe en la lucha antiterrorista. Los terroristas, los que les apoyan, los que les protegen y los que no les condenan solo merecen el desprecio de los partidos políticos democráticos y del conjunto de la sociedad española. Nunca podremos devolverles lo que perdieron. Y somos conscientes de que esas pérdidas, como consecuencia del fanatismo y de la intolerancia que impregna la acción terrorista no la podremos borrar de sus mentes, pero le aseguro que trabajamos para que reciban el reconocimiento, la atención y las ayudas que les debemos. Probablemente en esta Comisión no hayamos sabido demostrar cuál es nuestro sentir, probablemente eso sea así, pero le aseguro que ese es el sentir de todos y cada uno de los miembros de toda la Comisión, pero le aseguro que del Partido Popular. Ustedes, los familiares de los fallecidos y las víctimas son quienes mejor pueden defender los valores de convivencia y respeto mutuo que quieren destruir los terroristas y por eso su intervención en esta Comisión contribuye en buena medida a ello.
 Mi grupo quiere, por supuesto, permanecer al margen y no entrar en ninguna de las polémicas que sus posibles declaraciones hacia nuestro grupo hayan podido realizar en otros momentos. Porque nosotros lo que queremos es escuchar su testimonio y no le vamos a formular ninguna pregunta, por el respeto que usted, pero mucho más por su manifestación de solicitar que así no ocurriese. Hemos querido escuchar su testimonio como el de otros representantes de las víctimas del 11 de marzo. Consideramos que su testimonio tiene un particular valor y, por todo ello, por estar hoy aquí, señor Manjón, le doy las gracias a la vez que expreso el respeto de mi grupo parlamentario a todas las víctimas de la asociación que usted desde esa gestora preside. Quiero también ponerme a disposición de usted y de todos ellos.
 
 El señor PRESIDENTE: En nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) tiene la palabra el señor Jané.

 El señor JANÉ I GUASCH: En primer lugar, en nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) queríamos agradecer hoy aquí la presencia de la señora Manjón por lo que representa ante este Congreso de los Diputados donde, con mayor o menor acierto, está representada la voluntad del conjunto de la ciudadanía. Nosotros, desde el primer día, teníamos la voluntad de que el Congreso de los Diputados pudiera acoger en esta Comisión de investigación el testimonio de quienes más directamente se vieron afectados por el origen de esta Comisión de investigación: los atentados del 11-M. Por tanto, desde Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) le expreso nuestra solidaridad, nuestro afecto, nuestra comprensión y también, señora Manjón, nuestra voluntad de colaborar en el futuro. Muchas veces hay actuaciones que mediáticamente en un momento dado interesan a todos y después a lo largo de los meses y los años la gente no se acuerda y ya no tienen esa reparación moral, también económica, que debemos tener en esta casa, en el Congreso de los Diputados. Por tanto, mi grupo que fue el primero en solicitar la comparecencia de quien representara a las víctimas. No pusimos nombre porque dijimos que el que represente a las víctimas, que venga a la Comisión y manifestamos muchas veces que la Comisión no se podía cerrar sin que tuviéramos aquí la presencia de las víctimas. Su testimonio ha sido valioso para los miembros de esta Comisión; ha sido valioso para el conjunto de la ciudadanía; para los medios de comunicación que nos están siguiendo es también un testimonio valioso. En nombre de Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) le voy a dar dos respuestas a este testimonio, respuestas sentidas por nuestro grupo que han quedado, creo, acreditadas en las sesiones de esta Comisión. Mi grupo ha recibido el mensaje. Nosotros no éramos partidarios de una Comisión de investigación porque veíamos cierto riesgo de que la confrontación política, que siempre existe en el Parlamento, porque todos queremos saber la verdad, qué pasó, cómo pasó, claro que si, pero en muchas ocasiones dudamos de que una comisión de investigación en el Parlamento fuera la mejor respuesta, atendiendo a que la confrontación política en ocasiones lo empaña todo. Y cuando hay una realidad como la del 11-M  siempre tenemos que tener detrás esa realidad que nos empuja a buscar ese mensaje lo más positivo posible. Es cierto también, señor Manjón, que más allá de la confrontación esta Comisión ha obtenido muchísimos datos, muchísima información. Más allá de las expresiones opuestas en muchas comparecencias han aparecido datos, en la documentación que hemos recibido también hay datos sobre aspectos que no han funcionado bien. Más allá de si hay imprevisión o no, ahora no debemos hacer de los datos un arma arrojadiza para ir contra uno u otro Gobierno, no busquemos en los datos más que medidas que nos permitan en el futuro sacar una lección de lo que ha pasado e intentar, con el máximo consenso, adoptar medidas para tener la sensación de que la Comisión ha servido, ha sido útil, que las personas más directamente afectadas  -todo el país quedó conmocionado, pero las personas afectadas lo llevarán siempre el resto de su vida- a las que usted representa, esas personas algún día puedan pensar que ha servido de algo el conjunto de la información recibido, sabiendo qué ha pasado para que no vuelva a suceder nunca. La prevención absoluta nunca será posible desgraciadamente, pero quiero aprovechar esta intervención para condenar todo tipo de terrorismo y desde esa condena saber que nunca vamos a estar a salvo al cien por cien, pero al menos saquemos una lección de lo que ha pasado.
 El segundo aspecto. Mensaje recibido. Mensaje recibido por parte de este grupo parlamentario en esta Comisión. Mensaje recibido en el sentido de que nos debe primar más la unidad de consensuar unas medidas que la confrontación que emana, en ocasiones y que la sociedad no entiende. Por tanto, ojalá que después de esta comparecencia podamos entre todos construir unas conclusiones en esta Comisión y unas recomendaciones de futuro que trasladen unidad y utilidad de los trabajos que hemos llevado a cabo. Este es, se lo aseguro, el sentir de Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), no es un sentir de hoy, lo he expresado en otras comparecencias, no estoy leyendo ninguna intervención. Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) advirtió de los riesgos de una comisión de investigación desde que se creó, pero  está creada y está en el Congreso de los Diputados y todos tenemos una especial responsabilidad. Yo he estado en otras comisiones de investigación en las que se han dirimido estafas financieras, en las que se ha enjuiciado la actuación de determinado cargo público, pero esta no es una comisión más, esta comisión de investigación se creó como consecuencia de los atentados del 11-M, con la carga emocional que ello lleva. Por eso su testimonio es tan útil  hoy aquí,  personas directamente afectadas en lo que más duele en la vida, la pérdida de un hijo o de un ser querido y que no nos van a perdonar si nosotros seguimos en la línea de la confrontación, en la línea de quién ha ganado hoy la comparecencia en esta Comisión de investigación.
      FIN

 
INVESTIGACIÓN 11-M     TURNO 12
15/12/04       TERE/M. DOLORES

(TERMINA EL SEÑOR JANÉ)

Por tanto, mensaje recibido. Le agradecemos sinceramente su testimonio. Le expresamos nuestra solidaridad y  nuestra predisposición como parlamentarios a poder acoger aquellas medidas que  su asociación y  tantos y tantos afectados crean que desde los poderes públicos podemos impulsar. Con este mensaje le expreso mi afecto personal, el afecto colectivo de Convergència i Unió, formación que siempre ha luchado y  condenado cualquier tipo de terrorismo,  con la esperanza de que seamos capaces al final de construir unas recomendaciones unitarias que sean por lo menos útiles para dar por finalizadas los trabajos de esta Comisión de Investigación.

 El señor PRESIDENTE: Señor Cerdà, en nombre del Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana.

 El señor  CERDÀ ARGENT:  Muchas gracias por su comparecencia. Desde nuestro Grupo de Esquerra Republicana quiero agradecerle la serenidad con la que ha expuesto sus motivos y sus sentimientos y también agradecer la emoción. Hay muy pocas veces que en esta sala se  escuche hablar con el corazón; y con el mismo corazón le pido disculpas en nombre propio y en nombre de nuestro grupo por si alguna vez hemos utilizado su dolor como arma arrojadiza, nuestras más sinceras disculpas.  No es otro el motivo de esta intervención, y seré muy breve, que manifestar nuestro cariño y nuestra solidaridad, y no sólo eso, sino que estamos –y lo sabe- a su disposición, este grupo como todos los grupos de la Cámara, para hacer también nuestro trabajo, el que es, el que nos han encomendado los ciudadanos, el de responder  a sus demandas de transparencia, de justicia y de reparación.

 El señor PRESIDENTE: En nombre del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) el señor Olabarría tiene la palabra.

 El señor  OLABARRÍA MUÑOZ:  Señora Manjón, gracias por su presencia. Le voy a intentar hacer unas ligeras reflexiones, se puede utilizar la expresión, desde el corazón también. Usted me puede creer o me puede no creer, pero yo le aseguro que a mí la palabra solidaridad, que ha sido el frontispicio de la mayoría de los discursos que se han articulado en esta Comisión, me ha sonado muchas veces a hueca y retórica, como usted ha manifestado, porque no se ha vuelto a hablar en el resto del recurrir de esos discursos de las víctimas, que es a quien fundamentalmente nos debemos. Usted me puede creer o no cr

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