En estos días hemos podido saber que el diestro Jesulín de Ubrique se ofrece a los empresarios para torear y, nuestra desdicha, como aficionados, no puede ser peor. Cuando el diestro de Ubrique dice: LE HAGO FALTA A LA FIESTA, su afirmación es cómo para que nos pongamos todos a temblar. Será quizás para conmemorar sus XXV años de alternativa, algo que debería de hacer en su casa y rodeado junto a los suyos.
Este hombre pasará a la historia del toreo como.....
Es cierto que, hace veinticinco años, cuando se doctoró Jesulín, junto a su persona, para su dicha, la fiesta de los toros seguía en constante auge y, este hombre, maquinado por algún cerebro pensante, hizo cosas muy productibles para sus intereses; nada que ver con la grandeza de lo que supone el arte, pero sí muy lucrativo para él, algo de lo que debe sentirse orgulloso porque, dicho sea de paso, un torero tan vulgar como él, que jamás triunfó en plaza alguna de relevancia, -Madrid es testigo de lo que digo- debe de sentirse satisfecho de haberse hecho multimillonario como torero.
Jesulín o su cabeza pensante, pusieron de moda el modismo, valga la redundancia, de la asistencia de las féminas al conjuro de su nombre mientras que, ellas, sin pudor, hasta le echaban las bragas y demás prendas interiores.
Una imagen muy suya en los ruedos
Hasta hizo una corrida para mujeres solamente en Aranjuez; todo lo habido y por haber, pero nada que ver con la grandeza y autenticidad del mundo de los toros. Digamos que, Jesulín fue un gracioso que se adentró en el mundo de los toros y, supo vender el producto como nadie.
Recordemos que ganó mucho dinero en los ruedos; no dejó estela alguna y ante los aficionados, nadie le recordará; pero sí dejó huella en todos los programas basura de televisión en los cuales, pasados los años, sigue siendo un icono. Como recordamos, se bajó los pantalones en un programa de TV y, ahora, para su desdicha, se los quiere bajar ante los empresarios pero éstos no tragarán.
Jesulín, el auténtico
Aquel modismo ya pasó y, lo que es peor, en la actualidad, hasta la más pura verdad cuesta un mundo venderla; la fiesta de los toros está en sus horas más bajas y, el personaje citado, ya no interesa a nadie. Desde que se retiró, todos los escarceos que ha hecho dentro de los ruedos, todos han sido un rosario de fracasos. Pensemos que, toreros de la categoría de Morante de la Puebla, por momentos, les cuesta Dios y ayuda llenar una plaza de toros. Siendo así, ¿se imagina alguien un cartel en el que su base fuera Jesulín de Ubrique? No, que no lo imagine nadie, puesto que ningún empresario se atreverá a tal escarnio, más que nada porque a nadie le gusta jugarse el dinero a sabiendas que lo va a perder.
Hay que reconocerle a este hombre un valor que nadie se lo podrá arrebatar; ha trabajado más que nadie en el mundo de los toros; eso de torear 35 corridas en un mes de agosto, ese mérito es suyo, de nadie más. Como torero era vulgar, anodino, inaguantable; como trabajador, el número uno. Claro que, como sabemos, en el mundo de los toros aspiramos a tener artistas dentro de los ruedos, para trabajadores ya estamos los demás y, por esa razón no pisamos la arena de ninguna plaza de toros.
Jesús Janeiro Bazán, como ciudadano, debería de quedarse en su casa, olvidarse de los toros que, dicho sea de paso, hasta los becerrotes que mataba le dieron dinero y cornadas, nada es más cierto. Y allí, en su retiro dorado, olvidarse de todo, disfrutar, vivir esa vida placentera que, sin ser un artista, hasta logró enriquecerse en el mundo de los toros. Eso sí, como quiera que los programas basura de televisión siguen teniendo vigencia puesto que el número de tontos es infinito, Jesulín sigue teniendo un filón con el que ganar dinero fácil. El mundo es para los listos y, el de Ubrique, en este aspecto sigue siendo el número uno.
Fotos: Revistas Hola y Lecturas