Estamos en el día de reyes y, los grandes almacenes, anuncian ya sus rebajas de todos los años. Mañana mismo se producirá el “milagro” de poder comprar aquello que ayer anhelábamos, justamente, a la mitad de su precio. Con toda seguridad, cuando los almacenes aludidos abran sus puertas, la avalancha de clientes será inmensa, como ocurre en cada año por estas fechas. Todos, mejor diría casi todos, iremos a comprar aquello que no necesitamos para nada pero, ante el augurio o presagio de que será barato, como explico, no dudaremos en hacerles el caldo gordo a las tiendas especializadas en la materia.
Si quisiéramos, al tema, con darle la lectura que he expuesto, con ello estaría todo solucionado; como es barato, lo compramos y punto. Es, claro está, la lectura fácil de un tema muy delicado y escabroso. Como siempre, y ante este hecho no somos una excepción, entramos al trapo de lo que nos dictan los estrategas de los grandes centros comerciales que, dicho sea de paso, para eso han estudiado, para encandilar al personal, engañarles y que, como diría el otro, que nadie pueda darse cuenta.
En honor a la verdad, yo quiero ir mucho más lejos que la propia masa; jamás acudí a estos reclamos porque, afortunadamente, todavía puedo decidir por mi mismo sin necesidad de que nadie pueda o quiera guiarme en estas cuestiones relacionadas con mi bolsillo. No soy el vasallo de nadie como para ir a los dictados de estos centros comerciales que, para su fortuna, han descubierto que, la masa, en su conjunto, es analfabeta por completo y, nada como gentes analfabetas para darles gato por liebre. Ahí está el truco y, por supuesto, el secreto comercial.
Nadie repara en lo que son las rebajas y, como desdichadamente, en nuestro país, poca gente piensa; y mira que piensan los directores comerciales de estos centros aludidos, pero lo que es la plebe, se conforman con muy poco y, analizar lo que son las rebajas, de eso no se preocupa nadie; todo lo contrario, puesto que, ante el anuncio de lo dicho, la masa, se matan por entrar en las tiendas para comprar los artilugios más insospechados, sencillamente, porque en televisión les han dicho que son baratos. Es verdad que, en estos días, muchos hogares de España, se atiborran de aparatos, objetos, cachivaches y trastos que, pasada la euforia de las rebajas, todo el mundo los detesta y, en breve, paran en los contenedores de la basura.
Nadie, medianamente sensato y que conozca un poco el mundo comercial, puede creer que, un artículo que hoy tiene su precio, mañana lo rebajen en un cincuenta por ciento. Si eso pudiera ser así en el mundo comercial, ¿en qué márgenes comerciales podríamos movernos? Está claro que, ante estos hechos, he intentado aplicar la lógica y, ésta, nos dice que todo es mentira. Se rebajarán, como es lógico, aquellos artículos que ya no tengan salida y que, antes que tirarlos, es mejor rebajarlos; pero nada más.
Las cosas, obviamente, todos tienen un precio digamos lógico; con los márgenes comerciales adecuados para que los comerciantes puedan vivir puesto que, nadie tiene que trabajar gratis. Sin embargo, las rebajas – su hecho concreto- nos quieren hacer ver que un burro vuela y, esa es la gran mentira jamás contada. ¡Qué buenos somos¡ parece que nos quieren contar los comerciantes del país. Y la realidad, es muy otra; que tontos son los demás que se creen cuanto decimos.
Las rebajas lo único que consiguen es eso; rebajar los bolsillos de los ciudadanos inconscientes que, sin mayor lectura a sus acciones, acuden como corderitos a la llamada que les hacen para, sin darse cuenta, quedarse en la más vil de las miserias y, antes de final de mes, las tarjetas de crédito echan humo, no se le puede pagar la factura al fontanero, compramos el pan fiado y, lo peor de todo, buscamos al amigo para que no preste un dinero que, por supuesto, días antes, hemos dilapidado. Eso son las rebajas.
