La plaza de toros de Madrid, la que sigue siendo la plaza más justa del mundo, en el día de ayer, cierto sector del graderío se comportaron de forma injusta con un gran torero llamado Alberto Aguilar. Todos conocemos la digna trayectoria de Alberto Aguilar, de ahí el apelativo de gran torero.
Como se está viendo, me salgo ahora del guión que tenemos establecido en nuestra Web por aquello de que tenía que hacerme cargo de los ecos más importantes de la feria. Sí, porque lo de ayer con Alberto Aguilar me sonó a la más tremenda injusticia por parte de esos intransigentes que, como se ha demostrado a lo largo de toda la feria, no han tenido cojones para abroncar a nadie y mucho menos "quemar" la plaza. Y motivos los tenían a diario.
Enjundia torera entre Alberto Aguilar y su enemigo
Todos deberíamos de felicitarnos puesto que, tras tanta parodia y burros con cuernos, al final, se lidió una corrida de toros de verdad. Los toreros, cada cual, a su juicio, hicieron lo que pudieron y, seguro estoy que lo intentaron todo. Víctor Barrio estaba más triste de lo que suele ser habitual en él; Iván Vicente demostró sus buenas maneras y nada dejó por hacer. ¿Qué pasó entonces? Que había una auténtica corrida de toros, de esas que se lidian muy pocas; bureles con casta, con peligro, muchísimo; toros para asustar a cualquiera.
Los toros de Baltasar Ibán hubieran puesto a prueba a la totalidad del escalafón pero, como quiera que los que todos sabemos no estaban en dicho cartel, jamás podremos comparar nada. ¿Otros toreros hubieran hecho más, menos? Como explico, nunca lo sabremos, pero si todos supimos que tres hombres se estaban jugando la vida de verdad.
Ente tanta locura, hasta se discutió la oreja que Alberto Aguilar ganó con gallardía, con torería; incluso despreciando su propia vida pero, para mí, oreja de ley. ¿Toro de vuelta al ruedo? Para nada. El presidente estuvo acertadísimo al no concederla.
El toro, fiero como pocos, no era ningún bombón para que su lidiador le cortara la cabeza como recuerdo; era un toro con una fiereza descomunal que se quería comer la muleta pero, ante todo, devorar al torero. ¿Pudo Alberto Aguilar haber hecho más? ¡Y Atlético de Madrid pudo haber ganado la Champions! Pero la vida es como es y no como nosotros nos gustaría que fuera.
Como decía, no tenemos ratios para comparar; todo ocurre cuando pasa y así debemos de juzgarlo. ¿Puede que ese toro fuera de dos orejas? ¡Pudo haber sido! Pero el toro no regalaba nada; más bien diría que Alberto Aguilar estuvo a su altura y, lo que es mejor, dudo que cualquier figura le hubiera superado. Todos son conjeturas porque, como decía, no hay signo identificador que nos sirva para comparar. Mientras la mayoría de los diestros han matado en Madrid la basura de lo inservible, resulta que Alberto Aguilar se juega la vida, hace el toreo y, le ponemos pegas; es decir, hasta le juzgamos con dureza. Si esa forma de juzgar su hubiera utilizado durante toda la feria, al año que viene no tendría que venir nadie a Madrid.
Eso sí, somos tan valientes que juzgamos a un hombre que no tiene un solo contrato, salvo el de mañana con los toros de Saltillo en Las Ventas de nuevo, que se justificó plenamente en Madrid, que se jugó la vida gallardamente; que sufrió una cogida dramática y, como digo, le juzgamos con dureza. Esa oreja, la que tan bravamente cortó Alberto Aguilar, seguro estoy que la ha guardado como recuerdo.
Me duele que, por ejemplo, la tarde de El Juli, como pasó con otros muchos diestros, con los toros moribundos, aborregados, sin alma, sin fuerzas y sin nada que se pareciera a un toro bravo, apenas sonara un pitido amariconado. Ayer, como digo, un hombre se juega lo único que tiene, su VIDA, y nos ponemos intransigentes con el diestro. No le servirá de nada pero, como le sucediera al Atlético de Madrid, puso todo de su parte, nada se dejó por hacer. ¿Qué objetarle entonces? No lloren, muchachos; ustedes dieron lo mejor que tenían, les dijo Simeone a sus jugadores. Eso digo yo, no llores Alberto, hiciste lo que debías, lo que Dios te dio a entender, si alguien lo sabe hacer mejor, ahí están los toros de Ibán y el ruedo de Madrid.