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El anuncio de la empres Triana s.a., de la contratación de Sebastián Castella y Roca Rey; para la feria de San Isidro de Latacunga ha levantado, verdaderas polvaredas de críticas y reproches de un amplio sector de la torería nacional.
Se ha reclamado de muchas maneras y en distintos tonos el que la Empresa, no esté cumpliendo con la ley taurina vigente; al no anunciar un ecuatoriano en su lista de contrataciones.
Voces que se levantan, (quizá las únicas para defender), el toreo nacional, tan maltratado ya, desde los más altos poderes del estado.
La actual Constitución Política de la República del Ecuador garantizaba el derecho al trabajo, diciendo además en su sección Derechos; artículo 33 del capítulo
4. Ninguna norma jurídica podrá restringir el contenido de los derechos ni de las garantías constitucionales. Derechos, artículo 11, punto 4.
Más tarde, en esa misma Constitución creada “para durar 300 años” y usando astutamente la inmensa popularidad del partido de gobierno, aprobada por votación popular, dice:
El artículo 33 sección octava del capítulo Trabajo y Seguridad Social, reza:
“El trabajo es un derecho y un deber social, y un derecho económico, fuente de realización personal y base de la economía. El Estado garantizará a las personas trabajadoras el pleno respeto a su dignidad, una vida decorosa, remuneraciones y retribuciones justas y el desempeño de un trabajo saludable y libremente escogido o aceptado”
Lo cierto es que entre finales de mayo y el cuatro de marzo del 2011, el gobierno; una vez más, utilizando su abrumadora aceptación social; se encargó de destrozar su propia Constitución, por lo menos en los puntos apuntados; incluyendo el debate sobre: “Si o no a los toros y los casinos”.
Lamentablemente una mayoría de muchos sectores del país, votó en contra de los toros y los casinos y ahí comenzó el Gobierno a destruir lo garantizado en la Constitución de Montecristi; al menos en los dos puntos mencionados.
Quito perdió su derecho a tener fiesta taurina en integridad, es decir Fiesta Brava, se permitió luego una denigrante y supuestamente indolora comedia de corrida donde, el “TORO”, perdió el derecho a defender su vida con bravura y valentía. Hoy esos pobres animales, “poco maltratados” en la plaza; son pasados a cuchillo en los mismos patios y luego, muchos agonizantes aún; cargados en un camión a la espera de que abran los camales y los lleven a una muerte tan obscura, ofensiva y denigrante la que viven, cientos de miles de animales en todos aquellos países donde; no reciben una muerte honrosa en la plaza.
La pérdida de la Plaza Quito fue un golpe mortal a la afición del Ecuador entero y ese golpe a los primeros que afectó en sus derechos, fue a los toreros de la tierra.
Las oportunidades se redujeron a la mínima expresión, pasan temporadas enteras sin ver la cara a los toros y lamentablemente, viendo los resultados de las presentaciones de los nacionales en las últimas ferias a las que hemos asistido; perdiendo también, condiciones físicas.
No hay torero que en sus inicios, no haya sido un soñador. Son los sueños los que impulsan a un hombre a jugarse la vida cada tarde, cada día.
Pero, esos sueños nos parece a nosotros, se han dormido en algún rincón de sus almas y ya no son el motor que los empuja y esto se aplica, a todos los sectores de la torería nacional, los de plata y los de oro.
Las actuaciones de los sectores de oro salvo aquel que ya conocemos y que mantiene intactos sus sueños y lucha día por mantenerse; no solo frente al toro, si no; en tener el estado físico que les permita enfrentar tardes de compromiso, han sido entre pobres y deplorables.
Juan Francisco Hinojosa hizo un papel decoroso en Ambato, pero el resto; mostró evidente falta de corretaje, de estado físico, de preparación.
Ahora bien, ¿es realmente atentar contra los toreros de la tierra no exponerlos a un papelón, al alternar con un torero como Castella y el vendaval peruano Roca Rey?
Es una pregunta que deberían responderse con absoluta franqueza, dentro de sus propias almas en ilusiones, la mayoría de los toreros de la tierra.
El salir pitado o lo que es aún peor, en absoluto silencio; cada vez que se presentan, solo resta las pocas oportunidades que tienen, a lo largo del año, de torear. Con toda seguridad su esperanza es poder triunfar junto a carteles de postín como el que se viene para Latacunga; pero al final y a la postre es como jugar una partida de póker, sin un solo par con el cuál, competir.
Todo esto, no excusa a la Empresa para incumplir las leyes vigentes. Los derechos de los toreros de la tierra, ya han sido suficientemente maltratados desde todos los sectores para que ahora, una de las pocas Empresas que se mantiene en la lucha, les quite oportunidades.
La Empresa debe anunciar al torero nacional lo más pronto posible para que tenga tiempo de recuperar estado físico, de “hartarse” de ver toros por televisión, de torear; (si los ganaderos lo permiten) aunque sea tientas y así, llegar un poco más puestos a tardes de inmenso compromiso como la de Latacunga.
Sus oportunidades son escasas, su preparación nula en lo taurino y muy poco lograda en lo físico, pero quizá, el verse anunciado, le devuelva los sueños y vuelvan a ser el motor que les impulse a prepararse y estar lo más decorosos posible, entre figuras de la talla de Castella y Roca Rey.
DISCULPA: Nos disculpamos por el, involuntario error de mezclar la
Feria de Latacunga, con la Riobamba (ya corregido). Agradeceríamos no tomar en cuenta el error y excusarlo; no existió intención alguna de más división entre los taurinos del Ecuador. ¡Muchas gracias!.
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