Se presentó ayer en Zarautz, en el centro Zazpi Arte, el libro Deba eta Zezena. Milaka urtetako harramena-Deba y los toros. Una relación milenaria, de Eduardo García Elosua. Interesante tratado sobre la historia de la tauromaquia y del trato con el toro no solo del pueblo de Deba (Gipuzkoa), de gran tradición taurina, sino de todo Euskadi. Aun sin haber tenido todavía tiempo de adentrarnos en el texto, se observa ya de primeras que hay información histórica y taurina en el libro como para reivindicar algo que a muchos vascos nos parece imprescindible: que nuestra tierra vasca tiene una relación ancestral con el toro y con el toreo, que esto forma parte de nuestra cultura, que no tenemos de qué avergonzarnos sino, todo lo contrario, mucho de lo que enorgullecernos y que hay algo que todavía no hemos sabido contar al mundo: que el toreo es consustancial al pueblo vasco, sin complejos, sin dobles interpretaciones.
Curiosamente, el acto empezó de esa manera. Dando cumplidas explicaciones sobre por qué se presenta un libro de toros en un espacio dedicado al arte y a la cultura; por qué se ha escrito este libro de toros; por qué uno de los prologuistas, el famoso escritor y poeta vasco Felipe Juaristi, aceptó el encargo de hacer el prólogo. Para cuando el autor empezó a hablar del libro, ya había dado explicaciones toda la mesa. Quedaba claro que el libro podía tener cabida en un espacio como ese porque realmente se ocupaba de una parte de la historia de Euskadi. Si simplemente hubiera sido un libro sobre tauromaquia, no hubiera tenido ningún sentido que se presentara allí. Hoy, en el mundo de la cultura, los aficionados taurinos tenemos que andar con pies de plomo, no vaya a haber quien se inquiete ante la libre elección de tratar un tema como ese. Vivimos acomplejados y lo demostramos en cada paso que damos. Pronto empezaremos a vernos a nosotros mismos como una minoría excluida. Ya sabemos lo que es que nos insulten, nos deseen la muerte, se alegren cuando esto sucede, nos amenacen y nos ataquen grupos organizados. De seguir así las cosas, vamos a tener que enviar una delegación a la ONU.
En la presentación, el prologuista Juaristi dijo algo importante. Él no es taurino, y no pretende entrar en la consabida polémica porque el toreo, entiende, es mucho más que el viejo debate toros sí o toros no. Además, cuando este tipo de debates en los que hay dos posiciones encontradas suceden en este país en el que vecindamos, la tendencia es excluir al otro, intentar aniquilarle, demostrarle que no tiene razón a fuerza de eliminarle. El toreo, dijo, está en la cultura, que es tanto como ser cultura, debió añadir. Interesante afirmación que en ocasiones hay que recordar a la audiencia. Cómo negar la componente cultural de algo sobre lo que un país entero lleva debatiendo más de quinientos años, documentadamente; el toreo, con su aceptación o con su rechazo, está en nuestro adn, también, o quizás habría que decir sobre todo, en el de los vascos. Y eso es lo que entusiasma del libro, que de fondo, según indicó el autor y se observa simplemente ojeándolo, subyace la idea de explicar al mundo que toros y vascos son dos líneas que han transcurrido juntas a lo largo de la historia; es decir, el toreo está en nuestra intrahistoria. También dijo Juaristi que no está a favor de la prohibición y que esto, como cualquier otra cosa, terminará cuando a la gente deje de interesarle.
A parte de la importante labor de archivo que ha realizado el autor, citando a cuantos se han dedicado al toro en esta tierra, ya como practicantes, ya como escritores, interesa sobremanera la cría de toros bravos en Navarra, Gipuzkoa y Bizkaia, también ancestral. Y ahí es donde está el núcleo de la cuestión porque allí donde haya toros pastando, habrá uno o varios que decidan hacer un cite, intentar un quiebro, desarrollar una carrera. Así empieza el toreo. Y esa tendencia a desafiar al riesgo es universal, no entiende de razas, ni de patrias, ni de idiomas.
El libro de Eduardo García Elosua se suma a esa ya larga lista de libros, y algún que otro documental, que relatan el origen de los toros en Euskadi, en este caso a partir del estudio histórico de la cuestión en un municipio. Se suma a una larga e interesante bibliografía y defiende, de fondo, la variedad de opciones y alternativas que pueden existir en un territorio libre. Porque aquí ha habido mucho intelectual que nos ha hecho creer que el concepto de ser vasco obedece a una única forma de pensamiento e interpretación en la que los toros no caben, porque son de otro territorio, dicen. Pues el texto de García Elosua ayuda a eliminar las barreras en las que se protege y se hace fuerte el pensamiento único, tan perjudicial.
