Lo mires por donde lo mires, siempre tres. Hasta tres cuartos de plaza llenos

Los apoderados de los TRES toreros de hoy pudieron pensar que venían a un banquete y qué se encontraron, TRES lotes de mansos a carta cabal. Alguno intentó más de TRES veces saltar al callejón, y le tocó a David Mora. Los demás no lo intentaron, pero creo, sinceramente, que no sería por ganas, aunque lo que de verdad les faltaba eran fuerzas, para eso y para lo que deberían haber venido.

Si a Mora le tocó el más manso, también fue al que le dieron los TRES avisos de su segundo. Una sentencia para cualquier torero que haya sido incapaz de matar al toro que ha lidiado. Estuvo mal con el verduguillo el madrileño, si bien pudo optar, ayer lo hizo el otro Mora, Eugenio de, de volver a coger el estoque. El caso es que se le fue el toro y se llevó una bronca descomunal.

Los TRES cuartos de entrada, que han presentado los tendidos de la plaza hoy, se han enfadado lo suyo con la mansedumbre lidiada, con la pertinaz pesadez de los espadas que insistían en continuar faenas que ni siquiera habían empezado y solo han logrado ver esbozos de lo que cada diestro puede ofrecer. Urdiales, Mora y Garrido han estado por allí, unos de una manera, otros de otra, un detalle por aquí y otro por allá, pero a todos les ha conducido, finalmente, al mismo sitio, a aburrir.

Ángel Otero puso un par a la vez bien ejecutado, colocado y emocionantísimo