|
Muchas cosas se dicen sobre la desaparición de la fiesta brava, en varios lugares del mundo taurino que, como todos conocen, tiene enemigos gratuitos y también pagados, en los animalistas, los antitaurinos y, los “políticos fantoches” llamados de izquierda pero, yo les pregunto, si en un país pequeño y con maravillas naturales inconmensurables como Ecuador, con 35 ganaderías de reses bravas, ubicadas en cuatro provincias de la sierra central como son: Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo, ¿puede acaso desaparecer? Sí amigos taurinos, en este maravilloso país ubicado en Sudamérica y, por esas cosas del destino, ubicado también, en la mitad del mundo, existen ese número de ganaderías de toros de lídia, que sobrepasa, incluso, al número de festejos taurinos que se realizan durante todo el año.
Decía en mi comentario anterior que “El mundo está loco, ¿y nosotros?” pero, entiendo que en medio de esa locura, de la que todos tenemos alguna cosa, ¿no es también una grata locura lo que les estoy señalando? Yo creo que sí y, es por eso, que me parece –aún más claro- que en este encantador país nunca desaparecerá la fiesta brava. En otras palabras, es asunto de tener un poco de paciencia y, buscar los mejores ciudadanos, para que se pueda aprovechar situaciones que, en cualquier momento, se pueden presentar, con decisiones que tome el nuevo gobierno y, en ese momento, tratar de obtener el mayor beneficio posible para la fiesta brava.
De todas estas ganaderías de reses bravas, existen unas pocas que son las que se utilizan en la mayoría de los festejos en el país: unas, por la cantidad de ejemplares en edad de vender a los organizadores de los distintos festejos, sean en pequeñas temporadas fijas o, la mayoría, en festejos sueltos pero que sirven, sobre todo, en novilladas o festivales. Otras, porque las prefieren así los toreros. Sin tratar de colocar en un orden de importancia, voy a tratar de analizar, algunas de ellas, para conocimiento de ustedes. Espero que en este análisis, pueda expresar, de la forma más clara posible, mi propia opinión.
Como un homenaje al torero recientemente fallecido en Francia Iván Fandiño, voy a comenzar por la ganadería de Campo Bravo, de propiedad de Don Luis Fernando García Díaz, padre de la viuda del matador Fandiño, Doña Cayetana García Barona. La ganadería tiene la divisa amarillo, rojo y negro; que está localizada en San Juan, provincia de Chimborazo; y, tiene procedencia Santa Rosa, en línea directa con Baltazar Ibán. Es considerada por muchos, como una ganadería dura pero, sin embargo, ha sido la que ha permitido los mayores éxitos, durante los últimos años, a las figuras del toreo. Por algo será, ¿verdad?
Otra de las ganaderías de gran prestigio, es la de Huagrahuasi, de propiedad de Don José Luis Cobo, torero, ganadero y organizador de festejos taurinos (antes fue de su padre ya fallecido, Don Marcelo Cobo Sevilla); tiene la divisa rojo y blanco; está localizada en Píllaro, provincia de Tungurahua: y, tiene la procedencia de Juan Pedro Domecq. Es considerada, en cambio, como ganado más suave para el lucimiento de los matadores. Esta ganadería, siempre estará en las ferias del mes de noviembre, en Latacunga, festejos a la usanza española y, en la plaza de toros Belmonte, en la ciudad de Quito, sin muerte del toro en la arena, ya que, los organiza, el propio ganadero.
La ganadería de Albaserrada, de propiedad de Don Juan Fernando Salazar Egas; que tiene la divisa amarillo, verde y amarillo; está localizada en Machachi, provincia de Pichincha; y, tiene procedencia Sotillo Gutiérrez. Igualmente, la ganadería de Mirafuente, de propiedad de los hermanos Juan Fernando y Pablo Salazar Egas; que tiene la divisa magenta, rojo y lila: está localizada en Machachi, provincia de Pichincha; y, tiene procedencia de El Torreón y Los Campillones. Son consideradas ganaderías, que gustan a los matadores y al público que asiste a los festejos. Fueron las de mayor renombre, en la feria de Quito “Jesús del Gran Poder”.
Estas ganaderías, son apenas un ejemplo, del ganado bravo que existe en el país, y que, sirve y continuará sirviendo a la fiesta brava, a través de los años, porque los aficionados de “hueso colorado” como se los conoce en este país, nunca dejarán de tener en vigencia, la fiesta del toro bravo, así se “paren de cabeza”, los enemigos gratuitos y pagados que, lamentablemente, sí existen. Habrá alguna oportunidad posterior, para tratar sobre otras ganaderías de reses bravas. Mientras tanto, siempre diremos “que suenen tambores y timbales, que se inicie el paseíllo, que salgan los toros por el embudo de los sustos y, que disfruten los buenos aficionados a la mejor de las fiestas, que continuará en el tiempo, sin que haya nadie que lo impida. Que Dios reparta suerte.
|
