El cierre o clausura de la Venta de El Batán en Madrid ha supuesto un duro golpe para todos los aficionados a los toros y, de forma muy concreta, para los chavales que allí aprendían para ser toreros. Toda una puñalada trapera en toda regla por parte de una señora sectaria y aberrante llamada Manuela Carmena que, vaya usted a saber los motivos por los cuales ha decidido arrancarles de cuajo las ilusiones a cientos de chavales que, desde dicho lugar hacían de él su auténtica morada.

La emblemática Venta del Batán de Madrid

Uno se estremece al pensar y recordar a José Ortega y Gasset cuando nos decía aquello de, el noble arte de la política, expresión maravillosa que, en la actualidad ha quedado en la nada. Ahora, la política, tal y como la entienden algunos ha quedado en pura bazofia llevada a cabo por unos indeseables que, con el argumento de haber logrado tres docenas de votos, unidos a otros tantos deleznables de su misma calaña, dicen haber ganado unas elecciones; mentira puta pero que, tal y como están diseñadas las leyes electorales, las mismas les dan la potestad de gobernar. ¿He dicho gobernar? Perdón. Y pido perdón por la frase porque los desaprensivos que mandan en muchos pueblos y regiones de España en vez de ejercer el noble arte de la política, lo que hacen es la maldad al más alto nivel.

Analicemos y muy pronto comprenderemos lo que estoy argumentando. ¿Conoce alguien a algún partido de los llamados radicales que no hayan atentado contra la fiesta? Todos, absolutamente todos están cortados por el mismo patrón, el de la maldad al más alto nivel y, aprovechando la coyuntura del mundo de los toros es ahí donde han recalado para destruir todo aquello que huela a arte y, sin duda a todo lo que tenga que ver con el ser humano en su más bella acepción.

Protestas por doquier ante una criminal acción

Como sabemos, el logro mayor de la señora alcaldesa de Madrid no ha sido otro que cerrar la Venta de El Batán, ese lugar “sacrosanto” donde se impartían lecciones de toreo y, lo que es mejor, donde se forjaban hombres de bien. ¿He dicho hombres de bien? Sí. Pero en realidad, ¿qué coño le importa a toda esta gentuza aludida si allí en El Batán se forjaban hombres de bien? Esto es como si invitáramos a Satanás porque se daba una conferencia aludiendo las bondades de Dios. El fracaso lo teníamos servido. Pues pedirles a estas gentes malvadas que dentro de El Batán se forjaban toreros y hombres de bien, sería tanto como pedirle peras a la luna.

Ya se dice por los mentideros de Madrid, es decir, esos lugares donde se proclama la verdad, que la señora Carmena, como único logro “importante” éste no ha sido otro que el cierre de El Batán. Y tras dicho dislate, la alcaldesa, hasta se siente feliz con su logro. Hay tener mucho veneno dentro de su cuerpo para llevar a cabo tanta maldad y que su hecho quede impune; que así quedará porque las instalaciones referidas son del ayuntamiento y, la tipa, como alcaldesa, hace lo que le pasa por el forro del mismo; es decir, cerrar un lugar emblemático con más de 40 años de historia, con decenas de matadores de toros surgidos de dicho centro, con cientos de chavales que allí se hicieron hombres del mañana que, sin duda alguna, como muchos han sentenciado, odian con todas sus fuerzas a dicha alcaldesa.

Como vemos, otro motivo más para seguir votando a la maldita izquierda radical que, como disfrute personal, todos, sin distinción, lo que les fascina es la maldad y viendo el punto flaco que son los toros, ahí se han cebado con acritud y vehemencia.

Pancarta alusiva por aquello del cierre de la venta

Lo que está sucediendo en el mundo de los toros al respecto de la política es algo que, como no tomemos conciencia y pongamos remedio, a la fiesta de los toros le quedan cinco minutos escasos. Yo me pregunto, al margen de que las leyes electorales son criminales por necesidad, ¿cómo es posible que todavía quede gente que vote a estas gentes aberrantes teniendo una izquierda admirable como es el PSOE? Seguramente, por la misma razón por la que varios millones de imbéciles han votado la independencia de Cataluña. Unos y otros, ahí tienen los resultados que no son otros que la destrucción y el odio que han fomentado entre hermanos, algo que les debería de pasar factura.

Qué casualidad, todos los independentistas y radicales odian los toros. ¿Casualidad? Como digo, es el odio que les corroe porque entienden que la fiesta es una prolongación del franquismo.

Fijémonos cómo serán todos de valientes que, si algún día, Fernando Cayo, el actor que interpretara a Franco, por pura broma, le diera por caracterizarse como hizo en la película y darse una vuelta por la Gran Vía de Madrid, de repente, hasta la misma alcaldesa saldría huyendo de Madrid con dirección a Bruselas, ese país donde se recibe con alborozo al primer delincuente que llegue, Puigdemont, es la prueba de lo que digo. O sea que, no tenemos políticos, tenemos cobardes de mierda que, si vieran que alguien les pudiera frenar y, lo que es peor, juzgar, todos saldrían corriendo.