No solo de pan vive el hombre, es decir, para poder triunfar tienen que acompañar los toros y si éstos se niegan como les pasó a los de Adolfo Martín, el fracaso está servido. Talavante demostró cómo se puede fracasar sin más paliativos. Lo ha hecho una máxima figura del toreo y quizás no le pase nada; o posiblemente todo lo contrario porque siendo rotundo triunfador de San Isidro, ha toreado muchos menos en las temporadas pretéritas. Todo se le ha tornado complicado al gran torero extremeño. Y si ha fracasado él con su aureola de figura a cuestas, ¿qué podemos esperar de los que fracasan con este tipo de toros sin ser figuras? Digamos, ¿qué futuro les espera?
Alejandro Talavante apostó en Madrid en otoño al más puro estilo de Iván Fandiño y, si al vasco le costó la carrera, confiemos que a Talavante no le laceren sus fracasos madrileños porque la apuesta era importantísima; digamos que toda una reivindicación por aquello de la ausencia de la que ha sido objeto en muchas ferias de España y Francia. Seguimos confiando en el diestro porque a diferencia de tantísimos compañeros suyos, Talavante tiene el sello de figura lo que viene a demostrar que lo tendrá mucho más fácil, al respecto de la remontada.
La cara de Alejandro Talavante lo dice todo
Lo que sí vino a demostrar el citado diestro es que, con toros imposibles, ni él ni nadie pueden triunfar, razón por la que las figuras siempre apuestan por el encaste Domecq que, con blandura y sin peligro, a diario salen “hermanitas de la caridad” vestidas de negro que proporcionan el triunfo a sus lidiadores. ¿Qué ocurre entonces? Está clarísimo. Las figuras, como quiera que torean todos los días con el encaste citado, si hoy no embisten los toros será mañana o pasado, pero el triunfo lo tienen asegurado.
Ahora bien, sin ir más lejos, Álvaro Lorenzo y Luis David, compañeros de cartel de Talavante en Madrid, con el sabor del fracaso como Talavante, sumidos en la más cruel de las derrotas por culpa de una corrida anodina y asquerosa, la que les espera para la próxima temporada es de infarto. ¿Qué dinero podrán pedir tras haber cosechado un fracaso con estrépito? Ninguno y, ya será milagroso que les den festejos pese a los triunfos que han obtenido en otras ocasiones. Lorenzo, sin ir más lejos, cortó tres orejas en domingo de Resurrección en Madrid. Lo digo porque en el toro no vale lo de ayer; es lo de hoy y apenas cuenta. Es decir, un triunfo se olvida pronto pero un fracaso perdura en el tiempo.
La sabia mano izquierda de Talavante en Madrid
Fijémonos cómo está el mundo del toro que, Talavante, como sabemos, rompió con la casa grande que lo apoderaba y, de la noche a la mañana pasó de ser un gran torero a ser un pelele mendigando por las ferias. ¿No quedamos que Talavante es una máxima figura del toreo? Y lo es, pero para los aficionados; para los empresarios, como se ha demostrado, es un chulo que pide dinero por su cuenta sin tener el apoyo de los grandes. ¿Solución? Ha quedado clarísimo. Alejarlo de las ferias de tal modo no pide nada.
Y si ese calvario lo está sufriendo Talavante, un hombre que ha escrito cientos de páginas gloriosas en el toreo, ¿qué futuro les espera a decenas de toreros en peores circunstancias que las de dicho diestro? Terrible, pero cierto. Talavante fracasó con estrépito por culpa de ganado a lidiar, como les ha pasado a muchos de sus compañeros. Seguro que él remontará el vuelo porque tiene una hoja de servicios inmaculada; les costará mucho porque apostó al estilo Fandiño y, ya sabemos lo que le pasó al inolvidable diestro vasco. Y si esto es así, ¿qué decir cuando fracasa un pobre que no tiene cobijo alguno?
Nada que objetarle a Talavante por aquello de haber sido arte y parte del llamado sorteo madrileño, pero lo que sí ha quedado de puro manifiesto es que, eso de esperar a la suerte como ha hecho él, tras sus fracasos, sus compañeros, figuras del toreo, a lo que llamamos sorteo, no se apuntará ni Dios en la próxima temporada. Correr ese riesgo sabiendo lo mucho que se puede perder, eso no lo hace nadie; y Talavante lo hizo porque necesitaba reivindicarse, mostrarle al taurinismo su grandeza como torero. Eso sí, los empresarios, tras sus fracasos en Madrid seguirán frotándose las manos. ¡Qué difícil es ser torero!
Y cuando ya estaba escrito este ensayo, de repente, sin que nadie lo presagiara, el pasado domingo se despidió de los ruedos Alejandro Talavante, cosa que no me sorprende lo más mínimo puesto que este año ha pagado una factura horrible. Volverá, no me cabe la menor duda, pero elegirá otro momento que sea más propicio. De momento ha hecho lo correcto. Teniendo su vida resuelta, aquello de tener que aguantar ingratitudes debe ser horrendo.
Foto: ABC.es