En estos tiempos de crisis que se vive en Venezuela, que afecta a todos por igual, por supuesto a la Fiesta Brava, que sobrevive con arraigado asiento, esfuerzo e inversión empresarial, apoyo de la afición, en la Región Los Andes y ahora, una que otra esquirla, por decirlo así, en el centro y oriente del país, San Felipe, Estado Yaracuy y Maturín, Estado Monagas, respectivamente, fácil conocer que tenemos, en medio de todo, a pocos desprendidos, a la hora de difundir e impulsar lo taurino.

Cierto, pocos desprendidos tiene nuestra Fiesta Brava, en esta realidad económica venezolana, que sinceramente luchen por fortalecerla, impulsarla, sostenerla, se les nota, a las claras, que cuando hablan de toros, llevan por delante interés particular, de llenarse el saco a costa de hala chaqueta, malas maneras.

Dirán, y a éste que le picó, pues nada, solo que observando y midiendo a muchos que dicen son acérrimos defensores e impulsadores de lo taurino venezolano, lo menos que demuestran, es ser desprendidos por nuestra Fiesta Brava, se la dan de taurinos pero son más falsos que Judas Iscariote y están ahí, con cara de payaso de mal circo, duela a quien le duela, al que le caiga el guante que se lo plante, que será a unos cuántos, a más ver, con Dios y punto.