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Lázaro Echegaray  
  España [ 04/01/2019 ]  
UN TORO CLAVE PARA JOSÉ MANUEL MONTOLIU
Interesante entrevista la que se realiza en la revista Aplausos a José Manuel Montoliu, hombre de plata, estirpe de toreros. Un hombre que lleva veinte años ejerciendo su trabajo, que ha ido con las más importantes figuras del toreo, y además, ocasionalmente, con algunos toreros de los que torean todas las tardes. La diferencia entre unos y otros es que los primeros nunca presumen de su condición de figuras y los segundos no hacen otra cosa que recordarnos que se dice que lo son, no vaya a ser que un día se os olvidé después de ver cómo se les escapan toros que, prácticamente, han criado ellos mismos. Sale esto a colación porque una de las cuestiones que se observa en la entrevista es la humildad de quien es capaz de confesar que fue muy rápidamente consciente de que para ser matador de toros había que tener condiciones que a él le faltaban, y así lo cuenta y lo admite. Fuera vanidades. 

Hay una parte de la entrevista, El cuestionario, en la que se le pregunta al torero cuál ha sido el toro clave de su carrera. Contesta que fue un toro del Puerto de San Lorenzo en la Feria de Otoño de Madrid, en 2016. O sea, el toro que este torero de plata considera clave en sus veinte años de carrera es un toro de un lote terrible que saltó al ruedo para poner a prueba a Curro Díaz y a Garrido. Salió toda la corrida pegando mordiscos, por explicarlo de alguna manera. Una de las más complicadas de aquella temporada, seguramente también de las siguientes. Los diestros, y sus cuadrillas, estuvieron a la altura de las circunstancias, incluso por encima de ellas, buscando constantemente la colocación pura, tragando con aquellas embestidas que buscaban puntos vitales, midiendo el tempo de cada serie, de cada lance, y recibiendo, casi en cada toro, algún enganchón, voltereta y avisos por los dos pitones; muchos avisos. Fue una corrida de riesgo y de emoción. Infumable para muchos; lo fue. O no.  Criticada por aquellas personas que han entendido el toreo como una sucesión de éxitos a los que debe contribuir el toro, sin darse cuenta de que el toro es toro, no entiende de embestidas, es como es, es como sale. No tiene culpa de sus condiciones. Lo que pasa es que tras tanto manipularlos, se llega a pensar que sí, que la condición de nobleza y de bobaliconería es ya inherente al toro y todo lo que salga de ahí es criticable; y por ese camino quieren salvar la fiesta.

Aquella corrida quedó en la memoria de mucha gente como una corrida que tiene que salir, y que interesa que salga siempre que se encuentre enfrente dos toreros, y sus cuadrillas, que no se arriendan, que se ponen con el pecho por delante dispuestos a encauzar cada embestida que, en aquel caso, era un cita con la muerte. Otros, profesionales incluidos, criticaban a los que así veían las cosas e incluso se llegaba a decir que entender la tauromaquia de esa manera es una forma de ser antitaurino. Ya saben ustedes que en el mundo de la farsa y de la imposición todo el que no esté conmigo está contra mí.  Mira que se les ha intentado explicar que antitaurino es quien va contra el toro mermándolo, no quien lo acepta comprendiendo siempre su condición y colocándola por encima de cualquier otra cosa; aceptando su realidad. Ojo, no confundamos porque en su dialéctica trampa querrán decir que existe gente que quiere ver corridas asesinas de toreros. No. Queremos ver corridas en su naturaleza y unas saldrán como aquella, otras saldrán paradas, y otras, harán el avión. Pero corridas como aquellas tienen que haberlas en el campo, tienen que salir al ruedo, y tienen, preferiblemente, que encontrar delante espadas punteros que decidan lidiarlas y no quitárselas de encima con dos trapazos. 

Montoliu recuerda en la entrevista como aquel toro se emplazó y él tuvo que pararlo y enseñarlo a embestir. Resolver aquella situación, en aquel marco, dice el torero, fue importante. “Por momentos como ese vale la pena ser torero”. Eso lo piensa Montoliu, y lo pensamos todos los aficionados que presenciamos aquella corrida y que disfrutamos con la emoción del toreo. ¿Es tan difícil de entender?
 
   
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