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  ANTEQUERA SE HIZO PANISTA  
  Por Antolín Castro
[ 25/08/2015 ]
 
El Pana paseó una oreja del primero entre el júbilo de los antequeranos
Y dio tres vueltas al ruedo en su segundo ante la pasión de los tendidos
Los caminos del Señor son inescrutables, que diría Rodolfo Rodríguez, y eso hizo que se dieran las circunstancias para que El Pana apareciera, se viera anunciado, en Antequera. Lo que para muchos, a priori, era una extravagancia, se convirtió en todo un acontecimiento, en un milagro taurino y humano.

El llamado Brujo de Apizaco no es, por suerte, un torero cualquiera. Le sobran, le adornan, cualidades que le permiten ser foco de atención allí por donde pasa. Antequera no iba a ser menos, qué digo, fue más. El cartel lo remataba perfectamente para gozo de sus propios compañeros, Morante y Talavante, quienes fueron los primeros en disfrutar de su presencia dentro y fuera del ruedo. Nada les quitaba, sino que les aportaba más magia, misterio e improvisación, a la que ellos suelen aportar en sus actuaciones.

Una corrida goyesca que será recordada durante mucho tiempo en Antequera. La presencia de El Pana le dio más contenido al desfile que los coches de caballos recorrieron por el pueblo hasta llegar a la plaza. Los tres espadas ocuparon uno de ellos, a petición del mexicano, y ello hizo posible contemplar una imagen de otra época. La terna por delante y las cuadrillas en otras calesas detrás. Los alguacilillos, la banda de música y las majas precedieron tan atractivo desfile. Los toreros volvían a ser protagonistas ante las gentes del pueblo, antes y durante la corrida. La nostalgia se hacía realidad, todo en un instante.

El gracejo de El Pana y Morante fueron capaces de confundir y divertir a Talavante que se atrevió a fumarse un puro aunque quedó ‘fumaó’ a los pocos minutos. Todo formaba parte de una comitiva que fue un éxito de gente, así como la plaza se encontraba prácticamente llena ante el festejo anunciado.

El escepticismo, ante los pocos que conocían al torero mexicano, fue suficiente para que se explosionara la mecha solo iniciarse con el capote con una panaderina que dejó con la boca abierta a todos. La exposición y el riesgo pusieron a la gente en alerta de quién era ese jovencito que debutaba en su plaza. Todo cuanto hacía se coreaba y El Pana no dejó de sorprender a todos. A los ortodoxos con la aplicación contagiosa de una forma alegre y muy variada de verse ante el toro, y a los heterodoxos con su capacidad para torear y templar las embestidas de los astados como los mejores. En conclusión: sorprendidos todos.

Nadie quedaba decepcionado y así la plaza se fue haciendo panista según transcurrió la tarde. Esa forma de torear pensando en el pueblo, en el público que pagó por divertirse, le convierten en un torero único. Nada hace, ni deja de hacer, si con ello consigue que la gente sea feliz. Un caso único que logra torear bien mientras la gente tiene una sonrisa de oreja a oreja.

Por si fuera poco, despeja las dudas ante su capacidad y solvencia para matar la corrida, sin que se tengan que vivir momentos que hagan de su actuación un drama. Antequera se hizo panista porque El Pana entiende a la gente y la gente le termina entendiendo a él. Un modelo de comunicación infalible. Sus compañeros también desplegaron su magia, sobre todo Talavante con el mejor toro de la tarde, pero sin duda alguna si se pregunta en el pueblo a quién quieren ver otra vez, les dirán que a El Pana, quien les ganó en la plaza y en las calles.

Mención al margen entre la gente asistente, merece Juan Pablo, un sacerdote mexicano afincado en tierras malagueñas, que me confesó haber venido a verle por deseo expreso de su madre. Este paisano de Apizaco, no aficionado a los toros, cayó en las redes panistas como Rodolfo cayó en las manos del Dios que él predica. Y es que las cosas buenas se bendicen solas.

Ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, El Pana va haciendo adictos a su religión taurina en España como ya hizo en México. Queda llegar a Las Ventas a confirmar cuanto ha sembrado por los largos caminos recorridos.
 
La preciosa plaza en silencio en la mañana. No sabía del ruído a la tarde
El ritual comienza cuando Rodolfo coge su puro. Ahí empieza a ser El Pana
Al encender el habano enciende la mecha que comunicará con las gentes
A las primeras caladas, nos parece un nuevo Quijote capaz de conquistar el mundo
Los coches de caballos, esperan a la puerta del hotel a los toreros
Una algarabía se monta a la salida de ellos
Morante y El Pana, ya acomodados, invitan a Talavante para compartir coche
Nadie desprovecha ocasión para pedir autógrafos o hacerse fotos
Talavante comparte el coche frente a sus compañeros
No tarda la invitación a puro por parte de El Pana. No gracias dice el extremeño
La capacidad de persuasión del mexicano hace su efecto
Y Talavante termina compartiendo con ellos calesa y puro
Las cuadrillas les siguen
En la plaza la gente se agolpa para entrar
Mientras los alguacilillos abren la comitiva por el pueblo camino de la plaza
Los diestros llegan a la plaza rodeados del cariño y la admiración de la gente
Y les siguen como si fueran niños con una sonrisa en la boca
No dudan en pararse para que se acerquen los aficionados a hacerse fotos
La llegada de los toreros a la plaza fue todo un acontecimiento, como debe ser
Tras el paseíllo llegaba la otra fascinación
La plaza presentaba un aspecto inmejorable
El Pana desentumece las piernas
Con el capote aporta colorido
Y variedad en cada uno de los remates
Con sus peculiares formas se dirige a pedir permiso
Y lo hace ante la expectación de las gentes
Comienzo de faena con pases por la espalda
Recortes de su estilo tan personal
Derechazos largos y muy templados
Pases de pecho a pies juntos
También con la izquierda los pases fueron largos y templados
Y siempre a base de exposición por su quietud
Con la bandera de México besó la arena para agradecer al público su devoción
Tras regar con manguera, quisieron que viéramos algo más antiguo que El Pana
En su segundo más remates diferentes de capote
Manejando con temple de nuevo la muleta
Y un desplante de rodillas, también diferente, de gran torería
Tras pinchar al astado se esfumaron las orejas
A petición popular dio tres vueltas al ruedo, la última 'olímpica'
Para cerrar agradeciendo a todos su apoyo y cariño
Besando de nuevo la arena antequerana
Feliz, y ya taurino, Juan Pablo, el sacerdote paisano de Apizaco
Reconocimiento a Alejandro Talavante que se marchó a hombros
Mientras El Pana, a pie, se llevaba el triunfo del cariño de tantos panistas
 
  Fotos: Antolín Castro
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