Había transcurrido ya más de media feria de San Isidro y algunos aún esperaban ver una suerte de varas como Dios manda. Este día tampoco lo fue y no fue así por culpa de su matador y por la nula afición del señor presidente, sí lo fue por su picador Tito Sandoval. A pesar de venir ese toro con 649 kg al relance y sin dominar por su matador fue capaz de picarlo en todo lo alto, derribándolo como no podía ser de otra forma, él permaneció con su pica a escasos centímetros del toro hasta que la cuadrilla logró sacárselo de encima. En el segundo encuentro picó otra vez en todo lo alto agarrándose con seguridad ante la pujanza del morlaco recibiendo una de las ovaciones más cerradas de la feria. Ni su matador ni el presidente quisieron que acudiera otra vez al caballo y en este caso López Simón en su pecado llevó la penitencia.
Un momento del tercio protagonizado por Tito Sandoval Cada tarde se priva a la afición de una de las suertes más bellas del toreo, ya es la tónica general y casi nadie le da importancia, todos desean con ansiedad ver a su torero con la muleta para instrumentar su faena y desean que estos primeros tercios terminen rápido.
La lidia ha de transcurrir fiel a su historia y desde que se abre el chiquero y salta el toro al ruedo se han de ir desgranando las distintas suertes, cada una con sus características y su emoción con el fin de dominar al toro.
Que no nos quiten más esta suerte fundamental. Si así es, nos estarán robando parte de la historia.
Gracias Tito Sandoval, ese día salí muy feliz de la plaza. |